El horno para bollos
¬ Juan Manuel Magaña viernes 24, Ago 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
Generalizar el IVA a medicinas y alimentos, una de las primeras grandes reformas que el PRI se propone sacar adelante desde el primer año del próximo sexenio, se antoja como un enorme desafío.
Han manifestado serias dudas al respecto y hasta inconformidad, los mismos legisladores priístas electos en sus encerronas de preparación para asumir sus deberes.
Sus futuros coordinadores Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones seguramente ya han tomado nota de que el futuro gobierno no cuenta todavía con los amarres suficientes para proponerse tal reto.
En los rumbos de San Lázaro, los futuros legisladores panistas han expresado que meditarán al respecto, pero que de antemano ven la cosa bastante complicada.
Nomás hay que ver el malestar provocado por la carestía actual encabezada por el disparo en el aumento del precio del huevo.
Malestar que atizan expresiones absurdas como la del secretario de Economía, Bruno Ferrari, de que si no pueden comer huevos coman atún o filete.
Por algo así, dice el mito, le cortaron la cabeza a María Antonieta de Francia, a quien le atribuyen una frase parecida a esta que “si no tienen pan coman pasteles”.
No me explico cómo a la población se le quiere vencer por cansancio en este tema.
Ya son más de 25 años en que sexenio tras sexenio se le ha querido imponer semejantes cargas a la población mayoritaria, la de menos recursos.
Y lo que es menos explicable todavía es cómo, en ese lapso, nadie ha propuesto que sean los que más tienen, los que empiecen por poner para la reforma.
Salinas y Zedillo no pudieron imponerle a la gente un reforma fiscal con esta característica. A Fox la realidad le dijo que no desde el primer año del sexenio y los empresarios le reprobaron de inmediato la falta de resultados de “el cambio”.
Calderón, cuya obsesión fatal han sido los votos y en su extrema debilidad, ya mejor no le movió más allá de lo discursivo.
Al actual malestar económico es obvio que se suma el de todos los males, que no son pocos, que deja este sexenio y el que resulte de la calificación de la elección presidencial.
Hubo quienes pensaron que este momento intersexenal era precisamente el propicio para sorprender con esa reforma.
Pero todo indica que la cúpula priísta es la que más se lo ha pensado con calma, como para empezar a analizar el tema hasta el año que entra.