Daños colaterales
¬ José Antonio López Sosa jueves 15, Abr 2010Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
El Ejército Mexicano confunde la hilaridad con la ofensa, ahora en voz de su titular se expresa que las muertes civiles con plena alevosía, premeditación y ventaja son “daños colaterales” como parte de la guerra que libra la administración federal –no el Estado Mexicano—contra el narcotráfico.
Los trágicos acontecimientos de Tamaulipas deben marcar una cisma en la actuación del Ejército, están ahora atacando prioritariamente a la población civil y no al crimen organizado como tanto presumen desde la residencia oficial de Los Pinos, no podemos vivir con el riesgo que cualquier militar literalmente nos asesine a balazos y quienes se supone, pagamos para que protejan la integridad de nuestra nación.
Si el Ejército Mexicano era –supuestamente—una de las instituciones más confiables en el país, el presidente Calderón se ha encargado en estos últimos años de devaluar dicha institución al nivel quizá de la policía federal y pronto se encontrará en los niveles del Congreso de la Unión, hablando de percepción ciudadana.
Estamos frente a un nuevo capítulo donde el Ejército da miedo y no confianza, quizá 1968 y la matanza de Tlatelolco marcaron una terrible fecha donde el Ejército arremetió contra civiles, se supone que ello no pasaría más, lamentablemente estamos frente a una nueva versión del Ejército Mexicano contra la población que pretende salvaguardar.
Si no se castiga y se exhibe públicamente a los culpables de este asesinato en Tamaulipas, el Ejército Mexicano habrá perdido toda legitimidad con los ciudadanos, quizá estamos frente a la tapa que cubre una gran cloaca, de ser así es tiempo de conocerlo, estamos en el momento de asumir cada quien su responsabilidad (o irresponsabilidad) y el Ejército Mexicano está en la mira ciudadana.
Si es desafortunada la actuación en sí, mucho más lo es la declaración del secretario de la Defensa Nacional, posiblemente si los niños que hubiesen muerto a manos de soldados hubieran sido sus hijos o nietos, su percepción de las cosas fuese distinta, quizá si él estuviese al frente de retenes y balaceras, también su postura daría un leve giro hacia la sensatez y sobre todo, la verdad hacia los ciudadanos. Es una verdadera pena en lo que se ha convertido nuestro Ejército: una herramienta de la administración federal que siembra terror en la población civil y no puede contra los criminales, suena fuerte pero pregunten en el norte del país si no es así.
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