Indefensión total
¬ Augusto Corro martes 21, Ago 2012Punto por punto
Augusto Corro
Las agresiones contra los periodistas continúan y no se ve la manera de que alguien logre frenarlas.
El sábado pasado, las autoridades de Tamaulipas se informaron de la desaparición de Mario Segura, columnista y director del semanario El Sol del Sur.
Ayer, en Michoacán, se conoció la muerte de Arturo Barajas, reportero gráfico, quien trabajaba para el Diario de Zamora.
El cuerpo de Barajas fue descuartizado y encajuelado en un automóvil.
México se convirtió en el segundo país más peligroso del mundo para los comunicadores. En algunos estados, como Veracruz, once periodistas fueron asesinados a partir del 2011. De esos casos, supuestamente, ya se esclarecieron cinco a partir de la captura de una banda de narcos que confesó los crímenes. La información no fue contundente, quedaron muchas preguntas sin respuesta.
En general se tiene la impresión de que los periodistas hace mucho tiempo fueron abandonados a su suerte. Las propias autoridades se conformaron con condenar los crímenes contra los comunicadores, sin empeño alguno para capturar a los asesinos y castigarlos. Gozan de impunidad total. Legisladores, autoridades y agrupaciones defensoras de los derechos humanos no dejan de condenar las agresiones contra los periodistas, pero, estas caen en el terreno de la demagogia pura.
Los comunicadores son víctimas de la delincuencia incontenible. Tal es el caso de Lydia Cacho, columnista y escritora, quien tuvo que abandonar el país, debido a que recibió innumerables amenazas de muerte.
En fin, los periodistas padecerán la inseguridad para el desempeño de su trabajo, entre otras cosas por la incapacidad de las autoridades para protegerlos.
EL COMBATE AL NARCOTRAFICO
Desde el inicio de la guerra contra el crimen organizado, Calderón no contó con las armas adecuadas para alcanzar la victoria.
Su estrategia no previó un sinnúmero de irregularidades. Entre otras, la fala de compromiso de los gobernadores y alcaldes. Con la idea de que los crímenes del narco pertenecen al ámbito federal, en las entidades, los mandatarios estatales y municipales se hicieron a un lado. Dejaron que todo el peso de la responsabilidad de la lucha recayera en las autoridades federales.
A partir de hoy, con nuevas leyes, el aparato de justicia estatal del país comenzará a investigar y sancionar el narcomenudeo, para acatar las reformas legales publicadas hace tres años.
Nos referimos a la Ley para el Combate al Narcomenudeo aprobada en abril de 2009. Claro, no todas las entidades efectuaron los cambios en las legislaciones locales y, es de suponerse, que no participarán en la lucha. Entre los estados que no modificaron sus leyes se encuentran Guerrero, Aguascalientes, Sonora, Baja California Sur, Oaxaca, Tlaxcala, Nuevo León y Morelos. En el cumplimiento de dicha ley, se podría decir que cada quien jaló por su lado.
Como señalamos arriba, Calderón se fue a la guerra sin fusil: no contó con las leyes necesarias para atacar a fondo a la narcodelincuencia.
Un ejemplo es la impunidad de los lavadores de dinero de los carteles, la policía corrupta y en general, la fuerza pública sin el adiestramiento adecuado para este tipo de guerra. También se debe incluir la estrategia fallida y la apatía de gobernadores y alcaldes en la lucha contra el crimen organizado, con el pretexto de que el tema de las drogas solo les compete a las autoridades federales. Por otra parte, la sociedad mexicana es la más afectada en su seguridad. Al no contar con la fuerza pública local que la proteja, siempre estará expuesta a ser víctima de las agresiones por parte de la narcodelincuencia y de las propias autoridades. Por eso, el Ejército y la Armada tienen que multiplicarse para estar presentes en los focos de mayor violencia en el país que cada vez son más.
Mientras, las policías estatales y municipales cobran su sueldo sin cumplir con sus obligaciones por varias razones: unas porque están coludidas con los delincuentes y otras porque no se los ordenan sus jefes o las mimas leyes los limitan a actuar. Vaya situación.
EN EL AEROPUERTO
¿Se acuerdan del último escándalo en el Aeropuerto de la Ciudad de México (AICM)? Sí, aquél en el que perdieron la vida tres elementos de la policía federal abatidos a tiros por sus propios compañeros. Resulta que las autoridades de la SSP decidieron poner orden y optaron por relevar a los 348 agentes federales que vigilaban la terminal aérea. Los reemplazos cumplieron con un doble control de confianza. Es decir, los exámenes que aseguran la honestidad, principalmente, de los nuevos vigilantes del AICM. Los federales que cubrían la vigilancia fueron distribuidos a otras entidades.
Sin embargo, el caso continúa en el misterio, porque de los presuntos asesinos de los uniformados poco se sabe.
Solo un miembro de la banda, Bogard Felipe Lugo de León, fue capturado gracias a una denuncia anónima, por la que ya se pagó el rescate prometido. De Zeferino Morales y Daniel Cruz, los otros presuntos implicados en el asunto, nada se sabe, a pesar de que la SSP presumía de contar con el mejor sistema de investigación. Ojalá y los nuevos vigilantes de la terminal aérea cumplan con su tarea anticrimen y no se dediquen a aterrorizar a la gente con sus acciones abusivas y altaneras de vulgares agentes de tránsito en la zona federal.
Vamos a esperar, tranquilos, para saber qué tan efectivo resultó el cambio de los policías federales.