Despedirse del poder
¬ Augusto Corro lunes 20, Ago 2012Punto por punto
Augusto Corro
Debe ser difícil para los presidentes de la República dejar el cargo para convertirse en ciudadanos comunes.
Seis años de vivir en el Olimpo cambian la forma de ver la vida de esos seres humanos privilegiados, aunque no lo deseen. La condición humana, frágil de por sí, no puede escaparse de los dardos de la vanidad, el egoísmo y la ambición.
Dueños de vidas y haciendas, con un poder ilimitado, los mandatarios mexicanos son sometidos, diariamente, al elogio, a las loas, por su círculo de aduladores.
Luego viene el despertar del sueño sexenal, cuando esos políticos con poderes ilimitados deben rendir cuentas a la sociedad que gobernaron, pero principalmente a la historia, con mayúscula.
Hace tiempo que México no tiene en sus ex presidentes al mandatario ideal, a aquél a quien se debe agradecerle su paso por la Presidencia de la República.
LA LEYENDA
Como algo parecido a una leyenda se habla de vez en cuando del presidente Adolfo Ruiz Cortines, el veracruzano activista de la austeridad republicana. Es recordado con agrado y reconocimiento porque practicó la honradez y la humildad.
No ocurrió lo mismo con otros ex presidentes: Gustavo Díaz Ordaz ya no pudo vivir con tranquilidad después de su mandato. El fantasma del Movimiento del 68 no le permitió una existencia tranquila. Luis Echeverría Alvarez tampoco pudo evitar el juicio de la historia, por ser el autor intelectual de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.
Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, ambos desprestigiados por sus errores en la administración de sus gobiernos, son rechazados por la sociedad mexicana. El segundo se encuentra acusado en Estados Unidos por la masacre de Acteal.
Vicente Fox, el ex mandatario guanajuatense, es objeto de críticas por la ramplonería que manifestó cuando vivió en Los Pinos.
Llegó a la presidencia de la República con un capital político inmenso para el cambio que tanto anhelaban los mexicanos. Su incapacidad lo llevó a despilfarrar ese capital. En el presente sexenio, el mandatario panista Felipe Calderón Hinojosa ya empezó a despedirse de las plazas.
PENA AJENA
Ese adiós provoca una verdadera pena ajena, porque, invariablemente, Calderón se refiere a los logros de su gobierno. ¿Cuáles logros? Por ejemplo, y a grandes rasgos, millones de mexicanos viven en la pobreza. El desempleo quedará como uno de los legados más importantes del calderonismo.
Principalmente, Calderón será recordado por su estrategia fallida para combatir la narcodelincuencia; más de 60 mil personas perdieron la vida en esa infructuosa incursión contra los cárteles de la droga. También dejará el legado del tejido social hecho añicos.
Además, en su partido, los militantes panistas buscan la manera de sacudirse al michoacano, pues saben que sus actitudes injerencistas los llevaron a la derrota mayúscula de las elecciones pasadas.
A toro pasado, Calderón criticó la actuación de Josefina Vázquez como candidata presidencial pues perdió prácticamente dos meses en explicar a los ciudadanos por qué se hacía llamar “diferente”. Además, se refirió al error de los blanquiazules, pues en la contienda electoral no propusieron el “eje de la continuidad”. Es decir, ponderar, elogiar, los logros de la administración calderonista. Volvemos a preguntar: ¿cuáles logros?
En una reunión con pequeños empresarios, Calderón, dejó entrever que una vez que termine su administración, estaría en condiciones de montar un changarro para, me imagino, tener en qué ocupar su tiempo. Aunque, por otro lado se informó que ya como ex presidente, el michoacano podría irse a dar cátedra a alguna universidad extranjera. Los asesores deberían aconsejarle que mejor se dedique a repasar sus clases de Derecho, porque los activistas defensores de los derechos humanos no lo dejarán en paz.
BASTA DE AGRESIONES
Los empresarios mexicanos decidieron intervenir para que terminen las agresiones a su sector.
Específicamente el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y el Consejo Coordinador Empresarial plantearon un ya basta a los hechos delincuenciales contra la cadena de tiendas de autoservicio “Soriana”.
El primero acusa a la izquierda de crear “un ambiente de intemperancia, en el que se alientan, o al menos no se desautorizan acciones que afectan al público y a empresas como Soriana, que trabajan en bien del desarrollo del país”. El segundo condena toda expresión de violencia y exige “la intervención oportuna de las autoridades federales y locales, para que apliquen la ley y sancionen a los responsables”.