Calderón: otros 20 años
Francisco Rodríguez lunes 13, Ago 2012Índice político
Francisco Rodríguez
El Plan B es la academia. Felipe Calderón ha alentado las filtraciones a los medios a través de las cuales se le ubica, tras el primer día de diciembre, como profesor de alguna universidad en el extranjero.
Una maniobra de distracción, empero, pues su verdadero objetivo, el Plan A, es quedarse en México y al frente del Partido Acción Nacional.
Recién cumplido el medio siglo –lo único que cumple son años—, el todavía ocupante de Los Pinos ha dicho a sus próximos en distintas ocasiones que él siente tener por delante una vida políticamente activa por lo menos las dos siguientes décadas. Y aquí, en México, vale reiterar.
Megalómano, Calderón se siente imprescindible. Sin él al frente del PAN, sin él refundándolo, sin él negociando con las oposiciones, los blanquiazules no van a levantar nunca más su ahora muy demeritada presencia. Cree, dice creer, y hace creer que está llamado a realizar una misión de orden superior y su presencia es indispensable. Fuera de él, está el caos.
En realidad, lo que el michoacano quiere es conservar el poder y las mieles que éste depara. Y claro, permanecer para salvaguardar los muchos intereses de su familia, y los del clan de su señora esposa.
Calderón, ahora mismo, sigue admirándose en el mentiroso “espejito espejito”, de las distorsionadas encuestas que lo ubican en más del 50 por ciento de aprobación, cuando la realidad de las elecciones lo ha mostrado tal cual: afeado por estos casi seis años de preeminencia en la vida pública mexicana ejercida con una mediocridad intelectual sin ideas originales ni principios morales, y sí cual consumado manipulador de la opinión pública y maestro en las artes de la simulación, la intriga y el uso y abuso de las personas para su provecho personal.
El de Calderón ahora al frente del PAN –si es que consiguiera imponerse a quienes lo responsabilizan de las derrotas electorales de todo el sexenio y dan la pelea para evitarlo— por supuesto no sería un liderazgo desinteresado, sin esperanzas de obtener privilegios. Sería el del caudillo blanquiazul, muy al estilo de la usanza “revolucionaria” de la tercera década del siglo XX: personalista y cuasimilitar, con mecanismos partidistas, procedimientos administrativos y funciones legislativas sometidas a su control inmediato y a la de su cohorte de funcionarios mediadores todavía más mediocres, de acuerdo a la definición clásica que, sobre la figura del caudillo hace el teórico K.H. Silvert.
Caudillo, caudillaje, caudillismo, caudillista, son términos que en el lenguaje político de nuestro país designan desde los 1930 a personajes y modos de adquisición y conservación del poder político que resultan contrarios a las instituciones y reglas de la democracia y que son al mismo tiempo despreciadas, combatidas y aniquiladas por quien se hizo de tal título y por sus paniaguados que, aduladores, se lo repitieron hasta la náusea.
Históricamente, los caudillos no han sido necesariamente cultos, ideólogos, o hacedores de grandes proyectos de cambio social. Se han alzado como caudillos por sus habilidades organizativas, sus limitados escrúpulos, su capacidad para tomar decisiones drásticas y, sobre todo, por sus éxitos bélicos que los colocan al frente de ejércitos triunfantes. De tales atributos, Calderón reúne muy pocos. O quizá sólo uno.
Por tal es que uno de sus aduladores, el también fallido ex dirigente formal del PAN Germán Martínez Cázares, asumiéndose intelectual, da ahora mismo cuerpo y forma al Plan A de Calderón: el de hacerse de la dirigencia nacional de lo que queda del partido fundado por Manuel Gómez Morín, y por tal es que propone que el ocupante de Los Pinos se suba al cargo antes del primero de diciembre, “al estilo de las democracias europeas” de las que se declara fanático.
¿Cómo la ve usted? ¿Aguantará el PAN a Calderón otros 20 años? ¿Lo aguantará el país?
Índice Flamígero: Los medios, que también son aduladores del poderoso, hicieron la crónica del encuentro sabatino de Acción Nacional.
La mayoría dio a Felipe Calderón como triunfador del match que aparentemente sostuvo con Gustavo Madero, aunque alguno por ahí desliza que los únicos que levantaron la mano al michoacano fueron los paniaguados. + + + En los 110 días que aún le restan a este sexenio aún podría haber sorpresas, como la deslizada el sábado por el editorialista René Delgado: que Calderón renuncie el primer día de septiembre –para irse a dirigir el PAN— y se nombre a un sustituto para concluir el sexenio.