Elecciones de lo absurdo
Alberto Vieyra G. jueves 30, Nov 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El 12 de febrero de 1857 se expidió la Ley Orgánica Electoral que consagraba la elección de Presidentes de la República, diputados y ministros de la Corte, en cuyas elecciones del 21 de noviembre resultó electo como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Benito Juárez, quien por ministerio de ley se convertiría en Presidente de la República al año siguiente, tras la renuncia de Ignacio Comonfort de los Ríos.
En ese entonces, la joven República Mexicana estaba conformada por 155 distritos electorales y las elecciones consagraban el método denominado indirecto que no dejaría conformes a liberales, conservadores y sin faltar al clero católico. Las elecciones para ministros de la Suprema Corte serían un histórico y estrepitoso fracaso.
¿Por qué hago historia?
Mire usted. El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, acatarra y vuelve a acatarrar, sí, está desatado haciendo campaña para elegir a los ministros de la Corte como en la era de Benito Juárez, método que ya probó su inviabilidad porque le quita a la Corte su independencia y la pone de rodillas hacia el ponzoñoso presidencialismo y de las lacras sociales llamadas partidos políticos. La justicia dejaría de ser independiente y quedaría supeditada a la ponzoñosa partidocracia mexicana, al crimen organizado y a otros inconfesables intereses.
¿Quién va a proponer a los ministros, jueces y magistrados para que sean electos en las urnas? Si lo va a proponer el Presidente de la República y la partidocracia entonces estaremos fritos y refritos, pues la lógica nos dice que no van a servir a la ley, es decir a la Constitución General de la República, sino a intereses de sus patrones, incluyendo los intereses de poderosas oligarquías políticas y económicas.
¿Usted cree que si el crimen organizado le mete millones para encaramar a alguien como juez, magistrado o ministro, no va a tronarles el chicote a los impartidores de justicia? ¿O quién de ellos le negaría favores al Presidente de la República? Entonces, ¿en dónde está el embuste del Presidente?
Lo que AMLO busca a toda costa es protagonizar una elección de Estado mañosa y ponzoñosa para que la gente vote en las elecciones federales de 2024 mayoritariamente para que su partido obtenga la mayoría calificada en el Congreso, es decir más de 335 diputados y más de 85 senadores de la República. Ese es el meollo del asunto.
La propuesta populista del señor Presidente parece sonar bien, pero sólo parece, porque jurídicamente es imposible que el Poder Judicial federal quede sometido al Dios sexenal o a poderosos intereses de la izquierda y la derecha. Para muestra de la independencia entre poderes lo constituye el revés político-jurídico que esta semana le asestó la Suprema Corte al Presidente de la República al concederle a los trabajadores del Poder Judicial la suspensión definitiva del decreto mediante el cual AMLO se apoderaba de los fideicomisos por 15 mil millones de pesos. Una vez más, el Poder Judicial le ha demostrado al Presidente de la República que la ley es la ley y no la Ley de Herodes.
AMLO seguirá protagonizando una elección de Estado mandándoles a los electores de Morena mensajes indirectos o cifrados, induciendo el voto para que la gente vuelva a cometer otro accidente político del siglo, pero también se antoja que el electorado mexicano es muy sabio y sabrá darle a cada lacra social partidista su lugar en las cámaras de diputados y senadores para que ninguna fuerza u oligarquía poderosa quede sobrerrepresentada en la próxima legislatura federal que elegiremos el primer domingo de junio de 2024. Mis compatriotas tienen la última palabra y el futuro de México en sus manos.