Colombia y México: abismo
Armando Ríos Ruiz viernes 1, Oct 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Entre las políticas concebidas por los encargados de combatir el gigantesco problema de narcotráfico que persiste en Colombia desde tiempo inmemorial y en México, mucho más reciente en el mismo camino, hay un abismo insondable.
Hace algunos años tuve el gusto de conocer al llamado zar antisecuestro en Colombia, Alberto Villamizar, en un restaurante de Washington, quien nos hablaba (a un grupo de amigos), del fenómeno y de su combate, nada fácil, pero con éxito gracias al empeño de algunos gobernantes y en el que tardaron más de 30 años en hacerle la vida posible a la población. No obstante, la lucha continúa.
De acuerdo con algunos historiadores, el narcotráfico visto como un negocio de trascendencia universal, que ha generado miles y miles de millones de dólares, inició en el mundo en la segunda mitad del siglo antepasado. Un inglés se encargó de sacar el opio de China y de iniciar su venta en muchos otros países. El siglo pasado tuvieron que ver con el trasiego clandestino, personajes reconocidos de la política estadounidense, como Henry Kissinger, entre muchos otros.
Así lo revela el libro denominado Narcotráfico, S.A. La nueva guerra del opio, de Lyndon H. LaRouche y su equipo de valientes investigadores, que tuvieron que enfrentar durante años, toda una andanada de amenazas provenientes tanto del bajo mundo como de su contraste, el político, inmerso en las mismas prácticas deleznables. Inexplicablemente salvaron sus vidas, no obstante el implacable asedio.
Otros que se han encargado del asunto, aseguran que el narcotráfico alcanzó su mayor auge en el país sudamericano, con el asesinato de Rodrigo Lara Bonilla, ministro de Justicia, consumado el 30 de abril de 1984, ordenado por Pablo Escobar Gaviria, líder del Cártel de Medellín, entonces suplente en la Cámara de Representantes.
En México ya se decía que nuestro país se colombianizaba a pasos gigantes, al grado de que poco después, los mismos colombianos reconocieron que los mexicanos se habían convertido en sus jefes y que sus cárteles trabajaban para ellos. Hoy en día, sin duda, el país azteca está convertido en uno de los principales de América Latina.
En sus tiempos de Presidente, Trump nos señaló como la fuente de casi toda la heroína y la metanfetamina confiscada en el país del norte.
Hoy, el fiscal General de Colombia, Francisco Barbosa Delgado, ha considerado que “las estructuras criminales no pueden combatirse solamente en los niveles bajos de la cadena. “Son los capos, porque además hay que mandar un mensaje desde el punto más alto de la cadena diciendo que es posible romper las estructuras con los capos y con los bienes de extinción…”
En su manera de ver el problema, “al criminal se le debe perseguir, detener, sancionar, quitarle los bienes y no promover la reconciliación con el narco. ¿A qué suena? Obviamente a un disentir profundo con las políticas que se siguen en México a partir de la actual administración. Son conceptos vertidos en un gobierno que ha observado seguramente más experiencia que cualquiera otro en el tema.
En los tiempos de Felipe Calderón trajeron a un colombiano experimentado, para que diera sus mejores consejos y de esa forma ahorrarnos lo que a ese país le costó apaciguarlo para bien de sus habitantes. No lo aprovecharon. Sólo vino a pasear, a pesar de su intención de poner en práctica sus conocimientos.
En estos tiempos, aquí se ha urdido una estrategia, que más que parecer seria, es una burla a todos los mexicanos, incluidas las turbas de los que no creen más que a su Presidente: “Abrazos, no balazos”. Sólo provoca risa en otros países que tienen como tarea acabar con el problema de manera seria, frontal.
Pero la estrategia es la estrategia y rendirá frutos, según su inventor. No cambiará un milímetro. Para emular puedo decir que COMO ANTES, las cosas siguen iguales, pero no es cierto. Han empeorado visible y alarmantemente.
Los comerciantes de la droga serán respetados. También aprovechados. Ha ocurrido desde que quien esto escribe tiene memoria.