Semáforos y amenazas
Alberto Vieyra G. martes 17, Ago 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
La semana pasada, conmemorativa del 500 aniversario de la conquista de la Gran Tenochtitlan, Andrés Manuel López Obrador se revelaría como todo un tirano durante una disputa por el color del semáforo epidemiológico en la capital de la república.
La Secretaría de Salud al actualizar su mapa de semáforos epidemiológicos en el país, el pasado lunes, poniendo en rojo el semáforo de la capital del país, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum cambió el rojo por naranja y sería apoyada en la mañanera del día siguiente por AMLO, quien tajantemente dijo: “No hay diferencias de fondo, ya se decidió porque corresponde al gobierno de la ciudad que se tiene semáforo naranja y eso es lo que se está llevando a cabo”. Ganó la científica al científico, el muy malquerido Hugo López-Gatell, quien, si dignidad tuviera, ya habría aventado el arpa, pues su jefe lo dejó en vergüenza ante todo México.
Ese día, mientras la disputa entre el Presidente, la señora Sheinbaum y López-Gatell, se puso al rojo vivo la nación azteca registraría 786 muertos, la segunda cifra más macabra en lo que va de la pandemia del coronavirus que ya no parece ola, sino un tsunami. Pero eso no importa, lo importante es que el autoritarismo de AMLO determinó que les guste o no les guste, les cuadre o no les cuadre a sus críticos y opositores lo importante es lo que se dicte desde Palacio Nacional, este bien o este mal. El hecho histórico, a menos que el Presidente tenga “otros datos”, nos dice que en México ni las hojas de los árboles se mueven, si no es con la autorización del que quita y pone como Presidente de la República.
Y como el tsunami del coronavirus crece y crece en su tercera oleada, aderezado con la variante Delta que le está pegando con tubo a los chiquillos y jóvenes y amenaza con el colapso hospitalario nacional, porque para el Presidente lo más importante es evitar que siga la catástrofe económica, aunque se mueran los que se tengan que morir o se salven los que puedan, ahora el dictado de AMLO es que “llueva, truena o relampaguee” hay que regresar a clases presenciales, pues “se tiene que correr el riesgo”; AMLO parece estar jugando con lumbre o con la vida de millones de compatriotas que pasarán a la historia como los muertos de AMLO y por los que hasta podría ser acusado en el futuro como un Presidente de la República genocida.
Por lo pronto, se puede hablar ya de prácticamente dos ciclos escolares perdidos en México que ahondara en la ignorancia de un pueblo que históricamente ha sido sumido por los gobernantes y otras oligarquías gobernantes en el subdesarrollo o el atraso que ha dado lugar a que los mexicanos sean utilizados por la ponzoñosa partidocracia como pagadores de impuestos y viles objetos de uso electoral.
Y vaya mi solidaridad con la colega periodista Azucena Uresti y otros colegas que han sido amenazados por los asesinos cárteles y hasta por el Presidente en sus mañaneras. Hoy, el gremio periodístico no sabe cuáles serán las amenazas más letales que se cumplan primero, las de los cárteles o las amenazas del inquilino de Palacio Nacional. Vaya infame realidad que vive el gremio periodístico en México.