Estado de bienestar, constitucionalismo y el temido populismo son lo mismo
Francisco Rodríguez jueves 6, Sep 2018Índice político
Francisco Rodríguez
Es recurrente que se atribuya a Otto von Bismarck, el gran Canciller de Hierro prusiano, una frase clásica sobre el complicado proceso legislativo moderno: “Las leyes, como las salchichas, dejan de inspirar respeto a medida que sabes cómo están hechas”. Como se ha documentado, la producción de ese alimento se compone de diversos saldos cárnicos y hasta de otros ingredientes no muy saludables y, eso sí, contaminantes.
Al igual que las hamburguesas, los econometristas funcionales del desarrollismo han utilizado estas subespecies alimenticias hasta para medir los niveles de crecimiento del producto nacional bruto y la distribución del ingreso en el nivel de vida. Mientras más los consuman, los pueblos son más desarrollados, sostienen. Todo un gazapo de los tecnócratas.
Desafortunadamente, el nombre de Bismarck ha sido utilizado casi para todo, desde sinónimo de autoritarismo hasta como remoquete de belicismo. La realidad es que se trata de un personaje que ocupó el primer ministerio prusiano bajo tres diferentes reyes de esa prosapia. Sin embargo, lo mejor no se dice frecuentemente: es el inspirador del Estado de bienestar.
A Bismarck se debe la autoría de la más avanzada legislación prusiana de masas en beneficio de los trabajadores rurales y urbanos. Es el pionero del constitucionalismo social que Heller y Kelsen autografiaron: la avanzada Constitución social de la llamada República de Weimar. Y eso es mucho decir. El Occidente no se entendería sin esos antecedentes.
La Constitución mexicana no es jurídica solamente. Gracias a su vinculación con esos principios sociales, que impregnaron la esencia de la Carta de Querétaro en 1917, nuestra Constitución es de naturaleza política, porque no sólo es un catálogo normativo para la vida en sociedad, sino una auténtica plataforma de lanzamiento de las reivindicaciones populares.
Es por ello que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos debe interpretarse siempre en favor de los desvalidos. El juzgador y el ejecutor de sus leyes debe siempre tutelar los intereses de los más desprotegidos, de los olvidados. La carga de contenido social abreva en el bismarckismo europeo. Y no tan sólo en él.
Pero si nada más así fuera, tendría motivos suficientes para recordar con respeto a los militares prusianos de mediados del siglo XIX para ser fundamentalmente renovadora, radicalmente prospectiva. Gracias a Otro von Bismarck, el laborismo alemán tuvo la importancia mundial que se le concede.
La revolución rooseveltiana tiene también sus orígenes en las leyes de Bismarck. Los Estados Unidos pudieron superar el Gran Crack de 1929 y crear las políticas públicas de pleno empleo keynesianas gracias a los basamentos prusianos de la ley. La Gran Depresión fue avasallada por la teoría del pleno empleo.
Desde mediados del siglo XIX se mitigaron las más flagrantes crueldades del capitalismo. El Reichstag adoptó un conjunto de leyes bajo la forma de seguros en previsión de accidentes, enfermedades laborales, ancianidad e invalidez, así como todo tipo de protecciones a madres solteras y a jefes de familia discapacitados.
Quienes en la actualidad condenan el Estado de bienestar se insertan a la cola de una gran tradición histórica, pues el debate acerca de su valor y legitimidad viene desarrollándose desde hace ciento cincuenta años. Lloyd George, en Inglaterra, promovió seguros oficiales de desempleo y protecciones a la sociedad desvalida.
Si es verdad que tanto en Gran Bretaña como en Alemania las medidas de promoción del bienestar venían a proteger a los afortunados contra futuras agresiones, salta a la vista que los privilegiados jamás se dieron cuenta de semejante necesidad. Arthur Cecil Pigou y Alfred Marshall sacaron de su cátedra de Cambridge el título de sus libros: La economía del bienestar.
En pocas palabras, el pleno empleo, la tutela jurídica social, la defensa del salario, la competitividad y la capacitación obrera en las mejores condiciones y la vigilancia sobre los precios. Una bazuca contra la teoría clásica. Esa economía y sus teóricos jamás fueron partidarios de la redistribución de la renta, como hasta la fecha los tecnócratas mexiquitas.
Desde entonces, todos los laureados con el Premio Nobel de Economía deben sus fundamentos a las teorías del Estado de bienestar, desde John Kenneth Galbraith hasta Paúl Krugman, y desde luego el caribeño Arthur Lewis, creador de la teoría del pleno empleo.
Una catarata de derechos sociales, dentro del imperialismo norteamericano y en todo país que se precie de avanzado tienen en Otto von Bismarck al obligado referente. Aunque en México los reaccionarios locales, expertos en explotación a mansalva le llamen despectivamente con el epíteto de populismo. Es todo un rollo.
El Estado de bienestar ha trascendido fronteras en todas latitudes, desde que las legislaciones obrera alemana y prusiana alentaron las luchas sindicales en el campo y la ciudad y abrieron la visión estrecha que del mundo tenían los tecnócratas clásicos de la mano invisible , del liberalismo económico y del libre mercado para regular las variables de la ciega oferta y la demanda. Eran simplemente pamplinas.
Y para colmo. A quienes puedan acusar al escribidor de parcial, hay que recordarles que el Canciller de Hierro fue uno de los colonialistas más furibundos. Solamente se dio el lujo de organizar el Congreso de Berlín en 1885, donde todas las potencias europeas se pusieron de acuerdo para repartirse las vastas riquezas de los territorios africanos.
Portugal, Holanda, Bélgica, Alemania, Inglaterra, España, y muchos más tuvieron su pedazo de pastel africano: tantalita, diamantes, oro, selvas, y grandes territorios para deshacerse de su población carcelaria en la Unión Sudafricana y en los archipiélagos de Australia y Oceanía. Bismarck andaba en todo.
Como se puede apreciar, las teorías populistas tan temidas tienen un origen esencialmente imperialista. De otra forma, si no hubiera sido para que supervivieran los imperios europeos, el Canciller de Hierro no las hubiera promovido.
Coincidentemente, el origen del populismo es el mismo que el del constitucionalismo social que de tanto orgullo nos llena cuando los jilgueros priístas lo justiprecian, aunque sus adalides y gobernantes hayan sido los más feroces enemigos de su adopción normativa, de su ejecución oportuna.
¡Lástima, Margarito! A veces llegan a enterarse de algunas cosas que preferirían no haber entendido, ni darse cuenta de que nunca se dieron cuenta, como decía el clásico.
Deberemos acostumbrarnos a ser más respetuosos con el Estado de bienestar, las legislaciones obreras y populares, el constitucionalismo social y el afamado y siempre vituperado populismo. Nada es porque sí. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Por cuestiones de “cierre” de edición, en este espacio se aplaudió ayer —y se calificó de “histórica”— la votación senatorial para negar al muchachito verde que mal gobierna Chiapas la licencia para ausentarse de su encargo en la llamada Cámara Alta. Horas después, merced a negociaciones políticas, se repuso la votación y, para desgracia de los chiapanecos, Manuel Velasco Coello regresó al Palacio de Gobierno en Tuxtla Gutiérrez. + + + ¿Cuál “oposición” mostraron ayer priístas y panistas cuando los verdes se sumaron a la mayoría morenista en la Cámara de Diputados? + + + No dejen crecer el problema —artificial, manipulado a todas luces— de la UNAM. Puede incendiar toda la pradera. + + + Desde Torreón, Coahuila, escribe don Miguel Ramírez: “ Faltan poco menos de tres meses para que termine el gobierno de Peña Nieto. ¡Qué diferente se ve su final comparado con su principio!. En su inicio, la gente que lo maneja empezó a mover toneladas de dinero para tratar de posicionarlo, por lo que llamó a algunos medios extranjeros para que lo entrevistaran. Creyeron que todo iba a ser miel sobre hojuelas, pero al conocer las primeras entrevistas —en una de ellas su título fue ‘¿Ninel Conde en la Presidencia de Mexico?’—, de inmediato se comunicaron con ellos para pedir que se suprimieran algunas partes. Lo siguientes es lo que se eliminó y ya se considera información clasificada. (P) – ¿Qué opina del Must Carry y el Must Offer que señala la Reforma a las Telecomunicaciones?( EPN).- Los dos son necesarios pero faltó el Mustang de la Ford. (P) – ¿Se subiría en La Bestia? (EPN) – Imposible, no puedo subirme en mí mismo (P) – ¿Es usted homofóbico? (EPN) – Para nada, uno de mis mejores amigos es Putin. (P) – ¿Es verdad que su mentor político es Carlos Salinas? (EPN) – Eso es falso, mi guía es Don Hermenegildo Torres, fundador del PUP. (P) – ¿Con cuál de las clasificaciones por él establecidas se siente identificado? (EPN) – Casi con todas, pero la que me queda como anillo al dedo es la del P Esférico. (P) – ¿Qué lugar jamás visitaría? (EPN) – La librería Ghandi. (P) – ¿Es verdad que no ha leído ni un solo libro? (EPN) – La lectura de libros la he sustituido por la lectura de revistas. (P) – Dígame sus nombres. (EPN) – TVNotas y TVNovelas.( P) – ¿Cuál sería el peor insulto que usted recibiría? (EPN) – Que me cantaran ‘despeinada, jajajajajaja, despeinada jajajajajaja’. (P) – Entonces, ¿qué canción le gustaría oír? (EPN) . Esa que dice ‘ya tengo yo la casita / que tanto te prometí’. (P) – Me dicen que su problema en la próstata ha ido disminuyendo, pero que los fines de mes se le ve muy excitado. ¿A qué se debe esto? (EPN) – Es que tengo cita con el urólogo y él tiene los dedos muy gruesos. (P) – ¿Qué deben hacer en la Ciudad de México para combatir la contaminación ambiental? (EPN) – Deben convertirla en una ciudad bien escrita. (P) – ¡¡¡¿¿¿Una ciudad bien escrita???!!! (EPN) – Sí, una ciudad sin taxis. (P) – Su antecesor en la presidencia declaró que uno de sus mayores deseos fue que los productores de la película “Adiós a Las Vegas” le hubieran dado el papel principal, ya que se siente idéntico a ese personaje. No se le pudo complacer y se le otorgó a Nicolas Cage. De ser artista, ¿qué película le hubiera gustado filmar? (EPN) – Junto con Jim Carrey ‘Una pareja de idiotas’. (P) – ¿Pertenece a una ONG? (EPN) – A la Sociedad Protectora de Animales .(P) – ¿Por qué motivos? (EPN) – Por razones familiares. (P) – Pasando a asuntos triviales, ¿cuál considera usted que sea el mayor inconveniente que tienen los ciempiés? (EPN) – El gasto tan grande que tienen que hacer en calzado.’ Se dijo que con las primeras respuestas los periodistas sólo arqueaban las cejas, pero que al término de sus entrevistas quedaron tirados en el suelo, víctimas de un ataque de risa que no pudieron evitar.”
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