Enemigo de la verdad
¬ Augusto Corro jueves 23, Ago 2018Punto por punto
Augusto Corro
Más de 300 periódicos de Estados Unidos se manifestaron en contra de los ataques constantes de que son objeto por parte de Donald Trump.
Desde su llegada al poder, el presidente Trump no pierde la oportunidad de agredir verbalmente a los periodistas y a los medios que representan. En los rotativos, editoriales, artículos y columnas, lo comunicadores les dijeron a sus lectores, a la sociedad en general, y al propio Trump, que no son enemigos de nadie.
Los medios respondieron así a una llamada que hizo The Boston Globe para responder a los constantes insultos del presidente estadounidense que volvió a llamar a la prensa “enemigo del pueblo”.
Los ataques a la libertad de expresión podría provocar la violencia contra los representantes de los medios. Ya en algunos mítines los comunicadores son sometidos a insultos y gritos de los “trumpistas”.
El periodista Jorge Ramos, de Univisión, dijo que el problema de Trump con la prensa es muy sencillo: no le gusta que le digan la verdad, y “como no le gusta el mensaje, se ha lanzado contra el mensajero”. El presidente, que no encuentra salida a un sinnúmero de conflictos, es un mentiroso empedernido, que no acepta que le señalen sus errores y fallas.
En sus primeros 558 días de su gobierno, Trump mintió 4,229 veces. En esa condición de mentiroso, el mandatario se vuelve presa fácil de las críticas periodísticas, que lo ubican como “Pinocho”.
Nadie sabe cuándo terminará el enfrentamiento entre el mandatario y los periodistas. Ante un tipo necio e irreflexivo las manifestaciones de repudio no le hacen ningún efecto positivo. Por lo tanto, la guerra continuará. La prensa demanda, pues, que el mandatario deje de atacarla. No lo hará. Es un tipo pagado de sí mismo que no escucha razones. Nunca entenderá que los periodistas no son el enemigo. Allá él.
VIACRUCIS MIGRATORIO
Los miles de niños migrantes que entraron a Estados Unidos sin sus padres se encuentran bajo riesgo de tráfico y abuso.
Hablamos de los menores que entraron solos al mencionado país y fueron detenidos por las autoridades fronterizas.
Autoridades estadounidenses dijeron que la administración del presidente Trump agravó, con su política migratoria de “Tolerancia Cero”, la condición de incertidumbre que viven los pequeños en el vecino país.
Ninguna agencia federal se hace responsable de asegurar que no se abuse de los niños ni se utilicen para tráfico humano, una vez que el gobierno los coloca con tutores a quienes ni conocen, según informó el Senado.
También en EU hay otro problema: más de 2 mil niños fueron separados de sus padres como parte de la política de Trump, de tomar medidas severas contra los inmigrantes que entraron al país sin documentos.
El mundo entero conoció el drama de miles de madres a quienes les quitaron a sus hijos, en medio de impotencia, desesperación e ira, para enviarlos a albergues improvisados a padecer todo tipo de carencias.
El conflicto migratorio es mundial y no será con la “Tolerancia Cero” de Trump como se solucionará. Se trata de un mal crónico que los gobiernos no intentan entrarle de lleno a resolverlo y lo dejan para que crezca, incontenible.
LA LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA
Nos toca vivir años difíciles en México. Delincuencia, impunidad y corrupción se juntaron para desestabilizar la paz y la inseguridad.
Las causas que nos colocaron en esta situación empezaron a forjarse con la participación indolente de las autoridades de todos los niveles.
La administración de la justicia en nuestro país se convirtió de mala en desastrosa. Ahora se piensa dos veces o más si se va a solicitar ayuda a las autoridades, debido a su capacidad de corrupción.
Los niveles de impunidad rebasaron todo. En la mayoría de crímenes, los responsables nunca son encarcelados. O los castigan con penas ligeras.
¿Quién va a exigir justicia contra un criminal que sólo estará en prisión algunos días para luego salir a vengarse?
En caso de quedar presos, en las cárceles, que son verdaderas escuelas del crimen, tendrán la oportunidad de mejorar sus conductas delictivas. Los familiares de las víctimas son quienes reciben el impacto directo del infortunio. Asesinan o secuestran a sus seres queridos y nadie les presta ayuda.
En el caso de los miles de desaparecidos son sus propios parientes quienes se organizan en las búsquedas en la mayoría de los casos, infructuosas.
Vivimos, pues, años difíciles muy lejos de la seguridad y la paz.