La UNAM, capaz de difundir conocimiento, ciencia, arte y cultura en todas las vertientes
¬ AAPAUNAM jueves 13, Oct 2016AAPAUNAM INFORMA
Jorge Delfín Sánchez
Debemos estar orgullosos de que hace 106 años se cristalizara un proyecto largamente anhelado por el ilustre Justo Sierra. Recordamos como el 22 de septiembre de 1910, se reunieron en la Ciudad de México un grupo de intelectuales para poner en marcha un nuevo proyecto educativo que es la Universidad Nacional. En concepto de la académica Lourdes Chehaibar Náder, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, el maestro Justo Sierra planteó su concepción de lo que debería ser este espacio de conocimiento, formando una personalidad real a fuerza de solidaridad con el propósito de adquirir los medios de nacionalizar la ciencia, de mexicanizar el saber.
Entender a nuestra Universidad requiere remontarnos a diciembre de 1867, cuando el presidente Benito Juárez establece la Ley de Instrucción Pública. Es un momento clave porque con esa norma y del brazo de Gabino Barreda –quien fuera director de la Escuela Nacional Preparatoria–, sienta las bases de lo que es nuestro sistema educativo. Sabemos cómo la Universidad colonial había sido suprimida por los liberales y reinstalada por los conservadores a lo largo del siglo XIX.
Lo que hace Juárez con la Ley de 1867 no es establecer ni crear una Universidad, sino establecer escuelas nacionales, entre las que pueden mencionarse la de instrucción Secundaria, la de Estudios Preparatorianos, la de Jurisprudencia, la de Medicina, Cirugía y Farmacia, la Normal de Profesores, la de Artes y Oficios y otras más. Ellas constituyen la base de nuestra Universidad. Es así como surge una nueva etapa de la educación pública, laica y gratuita.
Se trata de conceptos consistentes con esta mirada juarista para separar la iglesia del Estado. Esto no cayó bien a los círculos eclesiásticos, conservadores ni entre quienes pensaban que esta actividad debería estar fuera de las tareas estatales. Juárez estaba convencido de tal medida y eso marca una diferencia en nuestro país, situación que avanza hasta la Secretaria de Instrucción Pública de Justo Sierra y la SEP de Vasconcelos.
Justo Sierra aparece en el escenario propugnando por la creación de una nueva Universidad para todos. Desde esa época, planteó la libertad profesional de enseñanza y de formación. Para él, este centro de conocimiento debería estar subvencionado por el Estado, pero gozar de apertura académica y ser autónomo en el sentido académico para trabajar con plena libertad y dar cabida a todas las opiniones. Por su parte, José Vasconcelos da a esta casa de estudios su escudo y lema y desde la Secretaria de Educación Pública articula la vocación de servicio de la Universidad y aún más, la enriquece de manera decisiva con la Ley de la Autonomía de 1929 y se incorpora una de las funciones sustantivas como es la investigación mediante la cual se evoluciona y beneficia a la humanidad.
Es así, como a través de la historia, la UNAM ha fortalecido el pensamiento universal en todas las áreas del conocimiento.
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