Nuevos liderazgos
Ramón Zurita Sahagún lunes 30, Jul 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Los resultados electorales del pasado 1 de julio muestran la necesidad de construir nuevos liderazgos, especialmente dentro de una izquierda que mostró que cuando se mantiene unida es capaz de ganar elecciones.
Tres fueron las entidades ganadas por los candidatos presentados por los partidos de izquierda, los que establecieron alianzas alrededor de figuras bien posicionadas y a punto estuvieron de conseguir una cuarta entidad, donde fallaron los amarres entre los partidos.
Curiosamente con un candidato bien posicionado y que enseñó un gran crecimiento, conforme avanzaba la campaña electoral la mezquindad de los liderazgos del principal partido de la izquierda (PRD) privaron al candidato propuesto por Movimiento Ciudadano y Partido del Trabajo de la posibilidad de triunfo.
Siendo Jalisco un estado poco trabajado por la izquierda, resultó sorprendente que el candidato propuesto por dos partidos con mínima presencia como son el MC y el PT alcanzara rangos de preferencia electoral por encima del 30 por ciento y pusiera en jaque al favorito postulado por el PRI.
Enrique Alfaro Ramírez despertó gran simpatía entre el electorado que aportó una gran cantidad de votos para un partido acostumbrado a no llegar a los dos dígitos de porcentaje en cuanta elección se presenta en ese estado y puso a temblar a la bien aceitada maquinaria priísta.
Sin embargo, los dirigentes de la izquierda le escamotearon la candidatura principal que era del PRD, ya que su nominación no era grata para quienes mantienen el control del partido.
La derrota del candidato de los dos partidos de izquierda y el cúmulo de sufragios obtenidos en las urnas debe servir de ejemplo para promover la unidad de los partidos de izquierda en esa entidad. Alfaro Ramírez puede constituirse en el líder que la izquierda necesita en esa entidad y posicionar a unos partidos que pocas opciones de triunfo han mostrado en los años que tiene compitiendo por los cargos de elección popular. Los otros liderazgos que asomaron tras los comicios del primero de julio dentro de la izquierda, se presentaron en el Distrito Federal, Tabasco y Morelos.
Miguel Ángel Mancera Espinosa fue una gran revelación como candidato, aunque en su favor operó toda la estructura de la izquierda que se mantuvo unida en torno a candidatos comunes.
Pero lo esencial es en el caso de Mancera Espinosa es que jamás intentó sobresalir por encima de los liderazgos instalados en la capital del país y que fueron artífices de jalar el voto a su favor.
Claro que también operaron en su favor, el que la capital del país se mantiene como reducto de la izquierda desde 1997 y que los partidos antagónicos presentarán candidatas sumamente devaluadas. Es decir, la izquierda salió como amplia favorita para refrendar la victoria en las urnas y la displicencia con que manejaron los otros partidos, dejó abierto el espacio por el que el ex procurador de Justicia del Distrito Federal pudo colarse, sin muchos problemas.
Ahora tocará a Mancera Espinosa determinar su propio crecimiento y el liderazgo que pretende instalar dentro de los partidos de izquierda en la entidad que habrá de gobernar.
Lo primero que tendrá que definir Mancera Espinosa para sumir ese liderazgo es si pretende militar en alguno de los tres partidos, ya que hasta el momento se mantiene como un político independiente.
Arturo Núñez Jiménez mostró en Tabasco que en cuanta elección constitucional se presenta, gana sin demasiados problemas. Y no es cuestión de militar en determinado partido político, sino de construir una buena imagen política y mantenerse dentro del mismo parámetro. El hoy gobernador electo de Tabasco militó largos años en el PRI y postulado por ese partido ganó una diputación federal de mayoría.
Nueve años más tarde, ya como militante de la izquierda, ganó el Senado de la República, con una votación histórica, lo mismo que consiguió ahora que ganó el gobierno estatal.
Núñez Jiménez destronó los 83 años de gobiernos emanados del PRI y sus ancestros y mostró que cuenta con un liderazgo propio dentro de su estado, el que deberá concretar en beneficio de los partidos de izquierda.
Es cierto que en Tabasco, Andrés Manuel López Obrador proyecta una sombra confortable, pero también lo es que ningún otro de los candidatos propuestos por la izquierda, incluido el propio AMLO, consiguió ganar la gema de la corona que resulta ser el gobierno estatal.
Graco Ramírez Garrido Abreu consiguió algo que parecía inimaginable, el triunfo en los comicios estatales en Morelos, una entidad en la que arrancó como favorito el PRI y que tenía 12 años de gobiernos panistas.
Sin embargo, la buena gestión realizada como diputado federal y senador, así como encabezar movimientos sociales en el estado, dejaron bien posicionado a Graco, quien antes tuvo que cumplir con el requisito de vecindad en la entidad, para los que no son oriundos de la entidad.
Ramírez Garrido es de los tres ganadores de gobierno estatal, el único con una larga militancia dentro de la izquierda, ya que desde 1979 ha representado a esos partidos en el Congreso de la Unión, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores.
Él si pertenece a una de las corrientes (tribus) que se disputan el control del PRD –los llamados Chuchos- y luchó contra la resistencia de algunos grupos locales que pretendían no dejarlo pasar en su intentona por el gobierno estatal.
Sin embargo, logró vencer su resistencia y aunque se produjeron algunas deserciones, al final privó la unidad y logró ganar el gobierno estatal, con la ventaja suficiente para mostrar claridad en las preferencias ciudadanas.
Ahora corresponderá a cada uno de ellos definir la estrategia que seguirá, en el caso de los gobernantes, para mantener a su partido cohesionado y al derrotado crecer su figura, para competir en otra ocasión con mayores posibilidades de triunfo.