AMLO sigue en la escalada
Roberto Vizcaíno viernes 27, Jul 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- “¡No es cierto, no es cierto!… y no digo mentiras… No estoy pensando en conflicto poselectoral”, decía
- De nada sirve hoy recordarles a sus seguidores todo lo que intervino en este proceso
- Finalmente lo logró… hoy la elección presidencial está en duda, para los suyos
A pesar de todo el esfuerzo y conocimiento desplegado para que todo saliera bien; de los miles y miles de millones de pesos gastados para crear un sistema limpio, creíble, confiable; de que se echó a andar la maquinaria ciudadana más grande y más capacitada en el mundo en materia electoral, al final un solo personaje le dio el tiro de gracia al que todavía algunos consideran el proceso electoral más limpio y concurrido en México.
Y es que hoy, a 26 días de las elecciones presidenciales del 1 de julio, se puede decir que Andrés Manuel López Obrador finalmente logró ensuciar este proceso, ponerlo en duda y sembrar en un buen segmento de la sociedad la idea de que hubo fraude, de que hubo compra de votos, de que se rebasaron topes de campaña y envenenar la convivencia entre muchos mexicanos.
A partir de la noche misma del domingo 1 de julio, el tabasqueño inició una escalada que comenzó primero con el señalamiento de irregularidades, luego con el supuesto uso de tarjetas-monedero de Soriana y de Monex para la compra de votos, luego con la afirmación de que 5 millones de mexicanos fueron corrompidos para votar por Enrique Peña Nieto y anoche ya habla de que podría haber presidente interino.
Ya ahora dejó atrás lo de la “presidencia legítima”, para ir por el camino de la sustitución del Presidente… quizá para que el Congreso o la Suprema Corte o quien sea el poder que pudiera designar al interino, decida nombrarlo a él y que así se le haga finalmente cumplir con su ambición.
De nada sirvió que él mismo haya señalado que su segunda campaña presidencial giraba en torno al amor, y de que le haya declarado a Ricardo Rocha que ahora sí veía “remota la posibilidad de un fraude, porque a diferencia del 2006 ahora hay un movimiento organizado que vigilará las casillas el 1 de julio”.
Eso lo afirmó López Obrador apenas el 28 de junio según lo consignó en su portada El Universal, es decir ¡3 días antes del día de la elección!
En esa entrevista, que se desplegó en un par de planas en interiores, el tabasqueño indicó también que esta sería “una elección extraordinaria, histórica”, y le declaró toda su confianza al IFE.
“Tu mismo has dicho que las condiciones ahora son diferentes a las del 2006”, le dijo Ricardo.
“Sí”, respondió AMLO.
“Has dicho que confías en el IFE actual. (que) Compartes la opinión de que es imposible la realización de un fraude electoral”, le comentó luego Rocha.
“Sí, porque es remota la posibilidad del fraude. A diferencia de 2006 tenemos más organización”, indicó el tabasqueño.
“A propósito de Morena y de la noche del 1 de julio y del amanecer del 2 de julio, hay muchas voces públicas y privadas que aseguran que en caso de perder por cualquier margen, tú ya tienes preparada una operación de protesta y de conflicto postelectoral, desde el 2 de julio en adelante…”, prosiguió Rocha.
“¡No es cierto, no es cierto!… y no digo mentiras… No estoy pensando en conflicto postelectoral”, le respondió López Obrador.
Hoy ni López Obrador ni sus seguidores recuerdan esta entrevista que tiene menos de un mes de haber aparecido en uno de los diarios más grandes y más leídos de México.
En cambio el tabasqueño ha logrado sembrar dudas en no pocos mexicanos a pesar de que el IFE explicó días antes de las elecciones que:
1) No existe posibilidad alguna de que las urnas estén siendo llenadas por nadie, porque las urnas se arman en la mañana misma de la elección. Allí, en el domicilio de su instalación, frente a los representantes de todos los partidos políticos, los ciudadanos responsables de la casilla, despliegan y preparan las urnas que recibirán los votos de sus vecinos.
2) Todas las boletas electorales (más de 248 millones) han llegado a los 300 distritos del Instituto Federal Electoral. En todos los casos están resguardadas por el Ejército mexicano.
3) El cuidado y el conteo de las boletas ya vivió dos de cuatro tramos de control: a la salida de la imprenta de Talleres Gráficos de México, una Comisión del IFE vigiló que las boletas con los nombres correctos de los candidatos, fueran dirigidas a los distritos correspondientes, cuidando la calidad de su impresión, los emblemas, colores, buen estado físico, etcétera. Un segundo tramo de control, ocurrió en los primeros días de junio, cuando las boletas llegaron a los distritos. Allí, los consejeros ciudadanos –aprobados por todos los partidos políticos– hicieron un nuevo sellado y un nuevo recuento de cada block y de cada boleta. Como es natural, en una operación de 248 millones de documentos, fueron detectados errores, duplicados, boletas en mal estado o que no correspondían al municipio y distrito del caso. Todo esto, lo ejecuta y lo informa el propio IFE, al público y a los partidos políticos. En total, el cúmulo de errores que ya fueron totalmente corregidos, representa el 0.13 del total de las boletas.
4) Por su parte, circular boletas falsas o marcarlas antes del día de la jornada electoral, es un ejercicio inútil, pues las únicas boletas que van a contar realmente, son las boletas que resguardan los Presidentes de las Casillas y que en el reverso, serán firmadas una por una, por los representantes de los partidos políticos el día mismo de la elección (artículo 259 del Código Electoral). Esas boletas –resguardadas por el IFE, por el Ejército, por los ciudadanos insaculados y por los partidos políticos- serán las únicas boletas válidas a la hora del cómputo en las casillas.
Hoy, para muchos de sus seguidores y otros que se han dejado arrastrar por los argumentos de AMLO, nada de estos 4 puntos es válido ni racionalmente aceptable.
De nada sirve que se les recuerde que estos comicios fueron vigilados por 696 observadores experimentados provenientes de 69 países, es decir, que no tienen ningún compromiso con ninguno de los contendientes. No cuenta que estos observadores hayan reportado que no hubo el fraude que ahora López Obrador denuncia.
Para los seguidores del tabasqueño no cuenta tampoco que el primero de julio, además de la elección presidencial hayan jugado otros 2,127 candidatos quienes compitieron por 500 diputaciones federales; por 128 senadurías; por la Jefatura de Gobierno del DF; por 16 delegaciones; por 66 asientos en la Asamblea de Representantes y por 6 gubernaturas; por 580 diputaciones locales y por 895 alcaldías.
Todos ellos fueron electos en las mismas mesas, en urnas contiguas a las 143 mil 151 casillas presidenciales por los mismos electores y sancionados y vigilados por los mismos representantes y las mismas autoridades que en total sumaron más de 2 millones de ciudadanos como usted o yo.
En total a esas mesas y urnas acudieron 50 millones 323 mil 153 votantes de los cuales ahora López Obrador afirma que unos 5 millones de los 19 millones 226 mil 784 que votaron por Enrique Peña Nieto lo hicieron luego de venderse al PRI.
Los 15 millones 896 mil 999 que lo hicieron por él, evidentemente fueron los buenos mexicanos que no se dejaron corromper por el mexiquense y su partido.
López Obrador no ha calificado los 12 millones 786 mil 647 votos que obtuvo la panista Josefina Vázquez Mota, lo que hace suponer que considera que esos tampoco fueron comprados.
De igual forma no ha cuestionado el millón 150 mil 662 sufragios ganados por el nuevoaliancista Gabriel Quadri.
En el olvido ha quedado la afirmación del gobernador electo de Tabasco, el perredista Arturo Núñez Jiménez quien afirmó que es “imposible” demostrar que se compraron votos como afirma AMLO ni que el jefe de gobierno del Distrito Federal, Márcelo Ebrard haya asegurado que en la ciudad de México no hubo compra de votos.
Hoy pese a esto y mucho más, para un importante segmento de los mexicanos la verdad es que hubo fraude a través de la compra masiva de votos.
Este segmento es el que no aceptará la calificación oficial que haga el Trife de la elección presidencial.
Alimentados en su incredulidad, en sus dudas todos los días con nuevas acusaciones vertidas por López Obrador, asumirán con recelo, suspicacia, sospecha todo lo que la autoridad diga.
En esto estamos los mexicanos: unos arrastrados por López Obrador y otros, los más, hartos de que el de Macuspana siga con su cantaleta del fraude y de que cuestione a cuanta autoridad hay en el país.
El calificativo de lastre señalado por el editorial del diario “El País”, se queda corto al hablar de lo que representa este cuate.