Beatriz va por el millón
Francisco Rodríguez viernes 25, May 2012Índice político
Francisco Rodríguez
Sabe la priísta Beatriz Paredes Rangel que su causa electoral no llegará a buen puerto. Imposible para ella y para el PRI remontar la enorme ventaja que el candidato “de las izquierdas” Miguel Ángel Mancera Espinosa mantiene sobre el antes “invencible” organismo tricolor.
Y en esa conciencia, la ex mandataria tlaxcalteca -que gobernó su entidad en tres distintas ocasiones: la propia; una vez más con un títere que le apadrinó el PRD, y otra con un ahijado del PAN- ya ha diseñado su futuro.
Así las cosas, se propaga en los círculos del partido que antes fuera Revolucionario y hoy ya ni siquiera es Institucional que la también ex secretaria de la Reforma Agraria y ex lideresa cenecista ha platicado ya con el candidato presidencial, Enrique Peña Nieto con quien ha llegado a un acuerdo:
De no ganar -cual sucederá-, ha pedido se le dé un puesto en el gabinete presidencial que, comicios de por medio, encabece el mexiquense Peña Nieto.
Y ese puesto demandado es ni más ni menos que ¡la Secretaría de Relaciones Exteriores!
Experiencia diplomática dice tener Beatriz Paredes, puesto que ya fue embajadora de México en Cuba.
Cuentan que, en principio, Peña aceptó cumplirle su deseo a la tlaxcalteca, pero le impuso una condición: que consiguiera un millón y medio de votos de los ciudadanos de la capital nacional para su causa. Millón y medio. Ni uno más, pero eso sí, tampoco ni uno menos.
Fue entonces cuando el deseo de doña Beatriz se comenzó a difuminar.
Porque, como están las cosas, cual las pintan las encuestas, la cifra que el mexiquense le exigen a la tlaxcalteca es muy difícil de alcanzar.
Hace seis años, por ejemplo, cuando Paredes también contendió por la misma posición frente a Ebrard y Sodi, apenas si consiguió superar la barrera del millón de votos.
Las condiciones actuales la favorecen todavía menos. La hegemonía de las izquierdas en el DF se ha acentuado, merced a una obra de gobierno que no supera ninguna de las entidades de la República y, mucho menos, la fallida administración federal, pero también porque su candidato, Mancera, trae sobre sí la aureola -un tanto cuanto discutible- de haber sido uno de los factótum del clima de seguridad que, en comparación con otras ciudades del territorio nacional, se vive en el Distrito Federal.
No favorece a Paredes en su intento de alcanzar el millón y medio de votos que “sus jefes” le demandan, el hecho de que la aspirante panista al cargo, Isabel Miranda, finque su campaña electoral en un constante golpeteo en contra de ella.
Todo indicaría que los asesores del PAN y la propia candidata albiceleste compiten ya no por el cargo, sino sólo por ocupar el segundo lugar que, de cualquier forma, estaría muy lejos de quien se alzará con el triunfo.
Y esos golpes serán apenas los primeros.
La controversial personalidad de la señorita Paredes se presta a convertirla en blanco de señalamientos. Se presenta, por ejemplo, cual liberal o ha llegado a decir, incluso, que ella es la verdadera candidata de izquierda… pero cualquiera le podría recordar que ello es sólo una pose.
En la LI Legislatura, por ejemplo, se oponía fieramente a las reformas que el lopezportillismo incluyó en cuestiones agrarias… y fue la primera en subir a defender el dictamen aprobatorio.
Más recientemente, encabezando ella al PRI, los gobiernos estatales emanados de ese organismo aprobaron leyes antiabortistas, algunas de ellas con severos castigos penales a las mujeres, debido a un oscuro pacto entre la Iglesia católica, Felipe Calderón y la propia Paredes.
De cómo ella se ha opuesto al PRI, apoyando sucesivamente al PRD y al PAN en su entidad natal, nadie quiere acordarse.
Pero, en cualquier momento no faltará alguien, dentro del mismo PRI, que se lo reclame.
Difícil pues que alcance el millón y medio de votos. Si acaso un milloncito. Ya no le alcanzaría, pues, para ser canciller. ¿Serán suficientes esos votos para una embajada? ¿La de México en Brasil, por ejemplo? Un exilio verdaderamente dorado.
Índice flamígero: Faltan 211 días para que concluya el que sin duda es el peor sexenio de la historia.