El declive de los votos
Ramón Zurita Sahagún martes 13, Mar 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Durante muchos años, Beatriz Paredes Rangel se forjó una leyenda de imbatible, así lo hacían saber sus operadores que la ilusionaron con la presidencia nacional del PRI.
Traía detrás de sí dos diputaciones federales de mayoría, una gubernatura, la dirigencia nacional de uno de los tres sectores del partido, el liderazgo de su bancada en la Cámara de Diputados y una larga experiencia política.
Hace diez años, sus propagandistas decían que Beatriz no sabía perder, aunque después de la elección interna del PRI, el mito se desvaneció y se inició el declive de la tlaxcalteca.
Desde entonces, Beatriz va de tumbo en tumbo, vendiendo una imagen distante de la que representa para el elector. Primero, perdió la elección interna, ante Roberto Madrazo Pintado, luego contendió por el gobierno del Distrito Federal y fue relegada hasta el tercer lugar por los electores capitalinos.
Es cierto que la elección interna por la presidencia del PRI fue sumamente sucia, pero por parte de los dos bandos, aunque las acusaciones se centraron en el grupo del tabasqueño, pero los de Beatriz contribuyeron en gran parte a esa suciedad.
Luego de dos derrotas consecutivas, Beatriz se preparó para intentar otra vez el liderazgo partidista y lo consiguió, al vencer en forma abrumadora a Enrique Jackson.
Con el control del partido, la tlaxcalteca buscó mantener los dos cargos más importantes dentro de su partido, la presidencia del CEN y el liderazgo cameral, lo que no alcanzó, ya que la oposición fue numerosa y prefirió abstenerse de participar en la disputa.
Durante su período como dirigente nacional de su partido, mantuvo un liderazgo a nivel nacional, con la exclusión del Distrito Federal, para evitar el crecimiento de alguien que pudiera disputarle la posibilidad de competir por la nominación.
Lo consiguió y hoy nuevamente es candidata de su partido al gobierno capitalino, donde los distintos sondeos y encuestas la ubican muy lejana del favorito, pero eso sí, ascendido un lugar en las preferencias del elector.
De acuerdo a las cifras expuestas, hasta el momento, Paredes Rangel se sitúa en el rango superior a los 20 puntos porcentuales, pero debajo de los 30 y distante de los cuarenta y tantos que lleva el candidato de la izquierda, Miguel Ángel Mancera.
Beatriz rebasa a la abanderada del PAN Isabel Miranda, aunque juntando las preferencias de las dos mujeres, no les bastaría para superar al ex procurador de Justicia del Distrito Federal.
Bajo esas apreciaciones, Beatriz compite por el Distrito Federal esperando ocurra un “milagro” y que el fenómeno Peña Nieto le favorezca para poder obtener la victoria en las urnas.
Ella no es la única que recurre a esa táctica, ya que son varios los estados, donde los candidatos seleccionados por el PRI no levantan el ánimo de los electores y sus abanderados esperan que suceda el “milagro” que les permita derrotar a sus adversarios mejor posicionados.
Guanajuato es uno de los estados donde el PRI se encuentra lejano de un escenario optimista, principalmente por contar con un candidato a gobernador reciclado de los tiempos gloriosos.
Juan Ignacio Torres Landa ostenta un apellido legendario en la entidad, con un amplio reconocimiento a la gestión gubernamental de su padre Juan José Torres Landa, ocurrida en los años sesenta.
Pocos son los electores que lo recuerdan, como se comprobó hace 12 años cuando Juani intentó por primera vez ser gobernador del estado.
Guanajuato es una de las entidades en las que difícilmente el PRI puede obtener algo más allá de la votación histórica de los últimos 20 años.
En esa entidad se realizarán elecciones concurrentes, donde además de gobernador se votará por alcaldes, Congreso local, así como de Presidente de la República, diputados y senadores.
Tabasco vive momentos de complicaciones, donde los priístas no encuentran el hilo conductor que los saque del atolladero en que se encuentran.
La candidatura de Jesús Alí de la Torre no fue considerada como la mejor opción por los militantes de su partido, aunque finalmente acataron las indicaciones de que sería su abanderado.
Sin embargo, van de torpeza en torpeza y a cada momento se suman errores que provocan el hastío en los seguidores de este partido.
Hay maledicentes que señalan que los errores son calculados y que la intención es la de bajar al candidato al gobierno estatal, toda vez que las autoridades electorales anunciaron que, por errores de procedimiento, se tendrá que reponer el acto en que Alí de la Torre fue investido como candidato.
Morelos no se encuentra demasiado distante de ser considerado como otro fracaso para el PRI.
La selección de Amado Orihuela no cayó bien en algunos círculos, donde se esperaba otra nominación, la del alcalde con licencia de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós.
Los ánimos se exaltaron, hasta el grado de que el aspirante desplazado se levantó en pie de guerra, porque ni siquiera entró en la fórmula senatorial. Fueron largas negociaciones, en las que se cedió la dirigencia nacional del partido y el primer lugar en la lista para el Congreso local al prospecto desechado.
Con todo y ello, los seguidores del ex alcalde no quedaron conformes y hoy se duda que el PRI pueda recuperar esa entidad perdida desde hace 12 años.
Para consuelo de los priístas, en Jalisco van, hasta el momento, en caballo de hacienda y en Yucatán nadie parece preocuparles para que el estado siga pintado de tricolor.
Chiapas marcha viento en popa, aunque el candidato que les permita recuperar el territorio no milite en su partido, competirá bajo el cobijo de sus siglas. Con ese panorama, habrá que esperar que aún perdiendo en esos estados se genere el suficiente número de sufragios para el triunfo de su candidato presidencial.