Crisis en Nuevo León
Ramón Zurita Sahagún martes 28, Feb 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Desde la comodidad de su departamento en St. Regis, en pleno Paseo de la Reforma, José Natividad González Parás, sigue paso a paso el desenvolvimiento de los acontecimientos en Nuevo León, estado que gobernó hasta 2009.
El priísta fue la piedra angular que permitió el rápido ascenso político de Rodrigo Medina de la Cruz, hasta llegar a convertirse en su sucesor en el gobierno estatal.
Menos de tres años han transcurrido desde la salida de González Parás y el de por sí violento y conflictivo estado se convirtió en terreno fértil para la delincuencia organizada.
La administración de Medina de la Cruz resultó frágil para la penetración de los grupos delincuenciales que actúan sin reparo alguno y que dejan constancia de ello, cuantas veces quieren.
El imberbe e inexperto gobernante no logra contener el embate de los cárteles, los que muestran su poderío y dominio, cuantas veces quieren y se burlan de las autoridades a placer.
Cierto es que la violencia no es privativa del actual gobierno estatal, ya que data desde el arribo del panista Fernando Canales Clariond y permeó las esferas sociales durante la administración de J. Natividad, pero también lo es que su presencia creció en el mandato de Medina de la Cruz, hasta límites incontrolables.
La violencia nuevoleonesa es tan grande que diversos grupos han manifestado su clamor por detener el baño de sangre, ya que parece no existir lugar seguro.
El escenario presentado en las cárceles de esa entidad, donde la fuga de una treintena de reos provocó la muerte de una cincuentena en el penal de Apodaca y otros hechos ocurridos en otro penal (Topo Chico), con la muerte de otras tres personas sujetas a proceso, aunado a los asesinatos y ejecuciones ocurridos en diversas poblaciones, evidenció el grado de penetración que tienen los grupos delincuenciales en Nuevo León.
Pero si descarnó la realidad de la violencia en la entidad, también lo hizo con el pobre papel que juega el gobernador Medina de la Cruz, a quien los ciudadanos responsabilizan en grado sumo.
Pasados los terribles sucesos ocurridos en las cárceles, Medina se muestra débil políticamente y sumamente frágil, sin los respaldos que tuvo dentro de los componentes del tejido social estatal y hasta fuera de esa entidad.
Son constantes las expresiones a favor del relevo del gobernador de Nuevo León y hasta sus antiguos aliados de los grupos empresariales lo ven con resquemor, ante el riesgo que corren sus inversiones y la población en general, incluidos sus empleados.
No es la primera ocasión en que las manifestaciones de repudio al gobernante son expresadas, ya que durante algún tiempo ciudadanos se manifestaron en céntricos lugares para exigir su dimisión.
El arropamiento que le dieron empresarios, políticos y grupos sociales al actual gobernador ha decrecido notoriamente, contrastando con la audacia de los grupos delincuenciales que también se manifiestan abiertamente.
Durante el primer informe de gobierno de Medina Cruz, el bloqueo por parte de los grupos criminales acuarteló a políticos y periodistas en la sede del sitio elegido para la lectura del mensaje político del gobernador, acto repetido en ocasiones varias, como una prueba real de su fuerza.
La realidad de Nuevo León es que existe un gobierno carente de fuerza, sin los grandes respaldos que tuvo al inicio y que amenaza con provocar una crisis mayor a la que enfrenta.
El arribo del general Javier del Real Magallanes, no remedia en nada la situación, si se toma en cuenta los fracasos de los militares en sus diversos cargos de secretarios de Seguridad Pública estatales.
Nuevo León da cuenta de ello, ya que la violencia se arraigó en el estado con la designación del también divisionario José Domingo Ramírez Garrido, quien fracasó rotundamente en su encargo, con todo y la experiencia que arrastraba como jefe policíaco en el Distrito Federal.
Para colmo de males, a medina de la Cruz le saltaron defensores oficiosos, quienes intentaron el reparto de culpabilidades y ahondaron la ya existente brecha entre el gobierno estatal y algunos grupos que los cobijaron en el pasado reciente.
Y es que Nuevo León es un estado estratégico para el PRI, partido en el que milita el gobernador, ya que a pesar de concentrarse en la entidad grupos poderosos de empresarios, los más de ellos sumamente empanizados, el partido tricolor mantiene la hegemonía, sin tomar en cuenta que el estado ya fue perdido en una ocasión.
La cercanía del proceso electoral federal mantendrá vivo el conflicto sobre la permanencia o no del actual gobernador, aunque de producirse conflictos de tamaño similar, lo más probable es que se agudicen las peticiones en su contra.
MANTO PROTECTOR
Las candidaturas al Congreso de la Unión buscan, además de privilegiar a los militantes distinguidos, otorgar un manto protector a los personajes que sufren de serios cuestionamientos dentro o fuera de sus respectivos partidos.
De esa forma, se les otorga la protección del fuero constitucional, el que se mantiene en discusión desde años recientes sobre la importancia de desaparecerlo, para que los diputados y senadores que son acusados ante la autoridad judicial respondan a esas denuncias.
El tema continúa en discusión, con todo y que existen algunas iniciativas presentadas por los propios legisladores que buscan una mejor forma de regular el debatido fuero o, de plano, desaparecerlo, para evitar que el manto de impunidad proteja a diputados y senadores que se escudan en él, para evitar responder de sus propios actos.
Conocer las listas de los tres principales partidos despejará la incógnita sobre el uso y abuso del fuero.