Las primeras sorpresas de campaña
Roberto Vizcaíno jueves 19, Ene 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Más allá de la reestructuración esperada del CEN del PRI, se dieron estos dos cambios
- La salida, el desplazamiento de Ricardo Aguilar advierte una purga política inesperada
- La recuperación de José Murat va a tener sin duda una reacción que podría ser muy crítica
Enrique Peña Nieto estuvo de nuevo ayer en la sede nacional del PRI. Y se apareció para estar al lado del dirigente formal del tricolor, del quintanarroense Pedro Joaquín Coldwell quien durante el medio día anunció a la nueva estructura de mando de este partido.
El largo y amplio salón de usos múltiples estuvo abarrotado de reporteros, columnistas, fotógrafos, camarógrafos y de políticos.
Y vinieron los nombres. Dieciocho en total. Varios, los más importantes, no fueron sorpresa. Ya los habíamos señalado aquí durante las semanas anteriores.
Lo verdaderamente sorpresivo fue dónde quedaron dos de esos nombres.
El primero de ellos, el de Ricardo Aguilar Castillo, provoca verdaderamente muchas reflexiones.
Y es que este mexiquense deja de ser el titular de Organización para ir a la secretaría regional para los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Durango y Coahuila.
¿¿¿???
¿Qué pasó ahí?
Mire, le explico: Ricardo Aguilar es, ¿era?, el personaje más cercano de Enrique Peña Nieto dentro de la cúpula del Revolucionario Institucional.
Fue colocado evidentemente por el ex gobernador mexiquense en esa secretaría desde poco antes de que llegara a la presidencia del PRI Humberto Moreira. La Secretaría de Organización es por demás importante no sólo porque desde esa posición se tiene el control de la enorme y muy compleja red territorial del PRI en el país -ahí se tiene el padrón de líderes estatales, municipales, seccionales y vecinales-, del tricolor en todo el territorio nacional, sino porque de pasarle algo al presidente del CEN del PRI y si el secretario general se hace a un lado, quien ocupa la dirigencia nacional del tricolor es el titular de esa dirigencia.
No pocos pensamos que si Humberto Moreira renunciaba, como finalmente ocurrió, y su secretaria general declinaba, como ocurrió, Ricardo Aguilar sería el dirigente nacional de este partido.
Eso no ocurrió, porque al final el acuerdo de las fuerzas reales optó por Pedro Joaquín Coldwell y Ricardo, que se había corrido a la secretaría general, regresó a la Secretaría de Organización, sólo para ser desplazado ahora, un par de meses después de la renuncia de Moreira.
No es la primera vez que Peña Nieto le da un golpe de este tamaño. Hace un año, luego de estar casi como puntero en la contienda interna por la gubernatura del estado, Ricardo Aguilar fue uno de los que se hizo a un lado para dejarle el camino libre a Eruviel Ávila, quien hoy es el sucesor de Peña Nieto en el Estado de México.
Ricardo fue enviado entonces al CEN del PRI, de donde ayer fue enviado a hacer talacha en el norte del país.
Mire, para dimensionar lo que hoy ocurre, le cuento la siguiente historia.
En julio de 2005 y luego de una campaña llena de amenazas, Enrique Peña Nieto gana la gubernatura y llega al cargo el 16 de septiembre. Entre su equipo, Ricardo Aguilar asume la titularidad de la Secretaría del Trabajo.
Seis meses después, en las elecciones a alcaldes y diputados locales, el PRI mexiquense -evidentemente ya bajo el control y la conducción de Peña Nieto-, pierde casi todo.
La historia dice que de 125 municipios el PRI entonces sólo obtuvo 55, los más chicos y aislados, los rurales, que en total sumaban 2.5 habitantes de una población sobre los 15 millones de mexiquenses.
Y de las 45 diputaciones locales sólo logró 19, lo cual dejó al PRI local como minoría frente a la suma de los 9 del PAN y 17 del PRD que representaban 26 frente a cualquier votación.
Cuatro meses después, en julio de 2006, Peña Nieto vivió la segunda debacle: de 4 senadores que aplican para el Estado de México el PRI no logró ninguna porque 2 se las quedó el PRD y 2 el PAN.
Y de los 40 diputados federales que tiene el Edomex, 21 se los llevó el PRD y 12 el PAN para dejarse al PRI sólo 7.
En ese momento Peña Nieto sólo era un gobernador de papel. Si el PRD y el PAN se hubieran aliado, quizá lo habrían quitado.
Quizá por eso el 13 de septiembre de 2006 Peña Nieto le pidió a Ricardo Aguilar dejar la Secretaría del Trabajo e irse a dirigir al PRI estatal.
Los hechos indican que Aguilar Castillo trabajó desde entonces callado, pero efectivamente en la reconstrucción de la red y representación territorial del tricolor en el Estado de México.
Ese trabajo se vio en las elecciones de julio de 2009:
De 55 municipios logrados por el PRI en los comicios de 2006 de entre los 125 que existen en el Estado de México, en las elecciones del 5 de julio de 2009 pasó a gobernar 97, es decir retuvo las 55 y ganó 42 más, entre ellas las más pobladas y ricas.
Eso significó que, de gobernar a 2.5 millones de mexiquenses entre 2006 y 2009, el tricolor ahora tenga bajo su administración, dominio presupuestal y control político a alcaldías que en total suman más de 13.2 millones de habitantes.
Eso ocurrió además en lo legislativo, al pasar de 19 diputados locales a 40, y de 7 diputados federales a 39.
El triunfo del PRI en julio de 2009 fue no sólo un golpe brutal, directo, para el PRD y PAN, sino la plataforma sobre la que Peña Nieto consolidó su candidatura presidencial.
Eso también significaba la virtual candidatura de Aguilar Castillo a la gubernatura del Estado de México. Pero no fue así.
Hoy Aguilar Castillo es de nuevo desplazado de una posición relevante. ¿Qué hizo? ¿Cayó definitivamente del círculo interno del candidato presidencial priísta? ¿O es una jugada más de Peña Nieto que merece la lealtad a toda prueba de Aguilar Castillo?
Lo que haya sido, lo que se ve, es que el golpe de ahora es devastador para el de Jilotepec.
MURAT, ¿QUÉ APORTA?
La otra sorpresa anunciada fue la reincoporación al primer círculo del poder priísta del controvertido ex gobernador de Oaxaca, José Murat.
Este rescate no es menor. Murat actuó primero en aquel largo conflicto de la sección 22 del magisterio oaxaqueño y los integrantes de la APPO al lado de quienes estuvieron en contra el entonces gobernador priísta, Ulises Ruiz.
Luego, en las elecciones del año pasado, apoyó abiertamente a Gabino Cué quien le ganó al priísta Eviel Pérez Magaña.
Esto le valió que los diputados tricolores de ese estado interpusieran un recurso para exigir la expulsión de Murat, acto que fue revocado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Desde entonces se le trató como un apestado político. En el más reciente Consejo Político Nacional del PRI, Murat vivió primero la obstrucción de un par de agentes de seguridad que le impidieron llegar al presídium donde se encontraba Enrique Peña Nieto y la cúpula de este partido, y después sufrió el desprecio y el vacío del resto de quienes estaban a su lado. Incluso, el diputado José Ramón Martell, hoy vicecoordinador de la bancada del PRI en San Lázaro, lo increpó y le pidió irse de ese recinto.
Entonces se habló de que Murat estaba en conversaciones con la gente de Andrés Manuel López Obrador.
Ayer, Pedro Joaquín Coldwell lo rescata y le da una de las 18 posiciones relevantes del CEN del PRI.
¿Qué van a hacer los otros priístas de Oaxaca, del resto del país que consideran a José Murat simple y llanamente un traidor? ¿Por qué lo rescató el quintanarroense? ¿Por qué lo avala Peña Nieto?
Dos sorpresas que tendrán consecuencias.