La Estela de Luz
¬ José Antonio López Sosa martes 10, Ene 2012Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Me asombran sobremanera dos cosas: la primera el despilfarro y cinismo con que se construyó e inauguró en voz del presidente Calderón la Estela de Luz y la segunda, que haya aún voces acéfalas que lo defiendan.
Un monumento que costó más de mil millones de pesos al erario, una inservible torre de cuarzo pagada principalmente con recursos del petróleo mexicano, ese mismo que se supone nos pertenece a todos.
Si entendí bien el mensaje inaugural del presidente Calderón, en síntesis dijo que todos los mexicanos nos sentiríamos identificados y/o representados con la Estela de Luz, ¿de dónde saca ese discurso populista y patriotero?
Independientemente de lo abstracto de su arquitectura, del buen o mal gusto que haya existido en el arquitecto y el jurado, el escandaloso precio que nos costó es lo que le resta cualquier intención de unir a los mexicanos.
¿Qué hubiera hecho Felipe Calderón Hinojosa hace 12 años como militante panista frente a un hecho similar?
Estamos claros en que todo monumento tiene un precio, muchas veces alto. Sin embargo, la Estela de Luz fue un exceso.
No se trata de haber repartido los mil millones de pesos entre la gente, sabemos que una celebración de la talla del Bicentenario requería una memoria tangible, pero no con este exceso.
Para darnos una idea, la Estela de Luz costó al valor actual del peso mexicano aproximadamente la mitad de lo que costó la construcción de la Torre Mayor que está justo enfrente.
En otro orden de ideas, dos Estelas de Luz equivalen en gasto a lo que costó el edificio más alto de América Latina.
En moneda actual, la Estela de Luz costó la mitad de la inversión en el puente suspendido más alto del mundo, ese que se construyó en los límites de Sinaloa y Durango enclavado en la Sierra Madre Occidental.
Así podemos seguir haciendo comparativos y sintiendo impotencia por un gasto inútil, exagerado y sin escrúpulos de un gobierno que se autodenomina como democrático y transparente.
Finalmente, al principio de esta columna dije que de igual forma me asombra quien justifica esta terrible construcción, muchos de ellos panistas o incondicionales al presidente Calderón, con un proceso mental extraño que les permita estar de acuerdo con un abuso de esta naturaleza, con un radicalismo que ciega.
Lejos de sentir orgullo, como mexicano siento vergüenza cada que observo la Estela de Luz sobre Paseo de la Reforma.
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