El gran reto
Ramón Zurita Sahagún lunes 21, Nov 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La amenaza se encuentra latente y no son pocos los que advierten sobre el grave riesgo que representa una nueva fractura del PRI.
Cuando parecía que el partido tricolor se perfilaba para festinar su regreso a la Presidencia de la República, aparecen una serie de detalles que presagian la posibilidad de una ruptura.
El primer candidato presidencial del PRI que perdió, Francisco Labastida y la dirigente nacional del partido en esa misma campaña, Dulce María Sauri, son algunos de los militantes de ese instituto que anticipan dicha posibilidad.
Y es que los priístas están imbuidos por el triunfo alcanzado en Michoacán, donde después de una década regresan al gobierno estatal, por lo que se preparan para dar el golpe definitivo que les permita regresar a gobernar el país.
Han sido dos largos sexenios los que los han mantenido fuera de Los Pinos, pero los dirigentes tricolores esperan que en esta ocasión sea la definitiva que los regrese al sitio en el que se mantuvieron durante 70 años.
La tarea no es sencilla y deberán mantenerse atentos, ante algunos acelerados que anticipan una victoria no alcanzada todavía.
Hace seis años, loa priístas fueron marcados favoritos para regresar a gobernar el país y su dirigente nacional, Roberto Madrazo Pintado, expresaba que tenían medio cuerpo dentro de Los Pinos.
El tiempo puso las cosas en su lugar y del entusiasmo inicial, pronto se cayó en el desánimo, cuando arreciaron los golpes bajos y arteros entre los propios militantes y dirigentes.
La creación del TUCOM (Todos Unidos Contra Madrazo), integrado por seis gobernadores, el líder senatorial, más otros mandatarios de menor perfil, el rompimiento entre los aliados Roberto Madrazo y su secretaria general Elba Esther Gordillo, el desconocimiento de la profesora como coordinadora de los diputados y otra serie de confrontaciones internas dejó como saldo un partido maltrecho que fue mandado hasta el tercer sitio en las preferencias ciudadanas.
Rebasando apenas el centenar de diputados (la quinta parte de los componentes de la Cámara de Diputados) y convirtiéndose en la segunda fuerza representada en el Senado de la República, los priístas iniciaron su recomposición.
Se dieron a la tarea de curar heridas, dejarlas cicatrizar y reordenar sus estructuras, lo que tuvo su recompensa en la actual Cámara de Diputados y en la recuperación de varios gobiernos estatales, de los que estuvieron alejados por cuando menos dos administraciones estatales como fueron los casos de Tlaxcala, Aguascalientes y Zacatecas.
Es cierto que perdieron, al mismo tiempo, tres entidades con mayor importancia que las recuperadas (Puebla, Sinaloa y Oaxaca), pero en una de ellas lo hicieron por la terquedad de sus gobernantes de no postular al militante mejor posicionado (Mario López) el que emigró a otro partido y ganó bajo esos colores.
En las otras dos entidades ganaron también ex militantes priístas, aunque aquí fue la obcecación de los gobernantes que postularon candidatos de bajo perfil, los que fueron vencidos fácilmente en las urnas.
Guerrero lo perdieron bajo el mismo método, ya que dejaron ir al candidato mejor posicionado, el que se arregló con otros partidos y fue amplio ganador sobre el postulado por el PRI. Michoacán se convirtió en el estado 20 que será gobernado por el PRI, cuando llegue el momento en que los ciudadanos vayan a las urnas para elegir al próximo Presidente de la República.
Y aunque los opositores al PRI gobernarán, para entonces, en conjunto, solamente doce entidades del país, estas corresponden a cuatro de las seis con mayor número de habitantes.
Es cierto que el posible candidato presidencial es Enrique Peña Nieto, quien gobernó la principal entidad –por mucho- en número de habitantes, el Estado de México y que concentran el poder en la tercera más poblada, Veracruz, también lo es que la segunda (Distrito Federal), la cuarta (Jalisco) la quinta (Guanajuato) y la sexta (Puebla), tienen gobiernos ajenos al PRI.
Los dos estados gobernados por el PRI concentran un total de 61 distritos electorales, mientras que los otros mantienen 77 distritos electorales federales, claro que en esas entidades gobierna el PAN en tres de ellas y el PRD en solamente una. Un elemento que deberá considerar el PRI, con respecto a los estados es la disposición de los gobernadores emanados de su partido que estén dispuestos a dejar de ser los caciques regionales y entrar en un proyecto nacional, con la consiguiente pérdida de poder.
Hace seis años ese fue uno de los retos no superados, ya que los gobernadores priístas analizaron la conveniencia de dejar que uno de los suyos asumiera el liderazgo en detrimento del propio, por lo que optaron por seguir con el poder propio para imponer su criterio, lo que repercutió sensiblemente en las urnas.
De esa forma, muchos de los gobernadores se dejaron seducir por el canto de la profesora Elba Esther Gordillo y pactaron con ella, para impedir que uno de sus correligionarios (Roberto Madrazo Pintado) ganara.
El resultado es ampliamente conocido, ya que la propia profesora se encargó de divulgarlo, mediante unas filtraciones de llamadas telefónicas en la que se ponía de manifiesto su intervención y en declaraciones posteriores sobre el pacto realizado con el candidato del PAN, el hoy presidente Felipe Calderón.
Hoy los riesgos de una fractura se encuentran latentes, sin que nadie parezca tomarlo en serio, ya que bajo los efectos de la euforia de tener al candidato mejor posicionado y de limar asperezas con una de las grandes destructoras de la fortaleza del partido (Elba Esther Gordillo) los priístas se sienten sublimados.