El estilo de gobernar
Ramón Zurita Sahagún jueves 17, Nov 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Son varias las coincidencias que guardan entre si los gobernadores de Oaxaca, Sinaloa y Veracruz, pero la principal es que ninguno respondió a las expectativas ciudadanas, cuando menos en su primer año de ejercicio.
Los tres rinden su informe la misma fecha, los tres se formaron en el mismo partido político (PRI), aunque el primero y el segundo dejaron de ser priístas.
Gabino Cué, Mario López y Javier Duarte, guardan similitud en haber despertado esperanzas en una ciudadanía ávida de respuestas a la problemática que enfrentan y en no conseguirlo.
Los tres iniciarán un nuevo período, con muchos pasivos, tratando de revertir los malos resultados ofrecidos durante la sexta parte del período que gobernarán, si es que terminan con sus administraciones.
Los reclamos sociales se dejan escuchar por parte de un pueblo desesperanzado que advierte que las promesas de campaña, fueron eso, simplemente promesas, con el propósito de obtener el voto necesario para ganar en las urnas.
Un año transcurrido (Cué y Duarte lo cumplen el primero de diciembre y López el 31 de diciembre), sin dar respuesta a los reclamos ciudadanos dio como resultado la dilapidación del bono democrático otorgado por los electores.
De ahí que la decepción sea enorme entre los mismos que advertían un golpe de timón, un cambio radical entre el estilo de gobernar de los anteriores mandatarios y el de las figuras frescas resultantes de las alianzas entre derecha e izquierda, como fue el caso de los gobernadores de Oaxaca y Sinaloa, respectivamente y de un joven tecnócrata, especialista en finanzas.
El resultado no ha sido el esperado, ya que los tres gobernadores se encuentran sumidos en un profundo hoyo del que parece difícil salir.
No todo es producto de la supuesta bancarrota en que les dejaron las entidades que hoy gobiernan, sino más bien de la falta de aptitudes mostradas por los nuevos gobernantes.
Es cierto que Ulises Ruiz está ubicado como el peor gobernador de Oaxaca en varias décadas, incluso superando a José N. Murat y que las auditorías revelan faltantes por todos lados y que se busca fincarle responsabilidad jurídica por diversos ilícitos, pero también lo es que no todo el tiempo puede estar dedicado un gobierno estatal a ese asunto.
Siguen sin resolverse los problemas sociales y como muestra de ello es que mientras el gobernador Cué rendía su informe de gobierno, los maestros mantenían un bloque en la capital estatal, como muestra de poder.
La alianza electoral con las APPO devino en la otorgación de un mayor poder a estas agrupaciones, mientras el gobierno se encuentra pasmado ante la inacción de la administración de Gabino Cué.
El gobernador se advierte preocupado, sin encontrar el estilo con el que pueda gobernar y durante la lectura de su informe de gobierno se le vio nervioso y sudoroso.
Pero si en Oaxaca hay desesperación ante los pocos resultados de la gestión de Gabino Cué, en Sinaloa las cosas son más patéticas, ya que Mario López llegó también con el respaldo de una alianza conformada por izquierda y derecha que le entregó la candidatura que su partido (PRI) le negó.
Mario se desempeñaba como senador de la bancada priísta, partido que abandonó cuando la postulación de ese organismo en Sinaloa correspondió a Jesús Vizcarra.
En las urnas se demostró quien tenía el respaldo ciudadano y cobijado por la izquierda y la derecha, unida a priístas resentidos y en alianza con dos ex gobernadores tricolores, Malova, como se le conoce, se impuso, sin grandes problemas, a su adversario del partido tricolor.
Y es aquí donde se muestra lo caro que son esas alianzas, ya que Malova debió formar su gabinete con el pago de cuotas a sus aliados e instalar en posiciones de privilegio a los hijos de los ex gobernadores priístas que le allanaron el camino.
El estado se encuentra copado por la violencia, la que se comprometió a desterrar, sin que esta ceda, con mayores índices de delitos que en el sexenio anterior de Jesús Aguilar.
López no honra su palabra de hacer de Sinaloa el mejor lugar para vivir, por lo que los ciudadanos cuestionan que su gobierno sea de “cuates”, sellado por el tutelaje de quienes lo guiaron a la posición que hoy ocupa.
No hubo alternancia, sino simple cambio de nombres, dicen los quejosos, que consideran que la espiral de violencia sube y que el gobernador muestra una actitud de frívolo, opaco, inepto y desastroso en su administración.
Veracruz no está mejor que los dos estados mencionados arriba. El gobierno de Javier Duarte se nota extraviado, sin saber cuál es el rumbo correcto de su gestión pública.
Elegido como sucesor de Fidel Herrera por sus amplios conocimientos en materia de finanzas públicas, Duarte parece no atinarle a ningún rubro.
La violencia le estalló en plena cara y no supo cómo actuar, el estado se encuentra casi en bancarrota y la renegociación de la deuda parece ser el camino adecuado, aunque habrá que conocer los términos en que realizó.
Los muertos aparecen sembrados por todo el estado y ni siquiera el establecimiento del Programa Veracruz Seguro intimidó a la delincuencia organizada.
El gobernador de Veracruz dio bandazos durante varios meses, aunque parece ser que busca enderezar el rumbo de su administración, luego de que los primeros doce meses fueron de gran decepción.
Eso sí, Duarte fue arropado por los gobernadores de Tabasco, Quintana Roo, Nuevo León, Chihuahua, San Luis Potosí, Hidalgo, Tamaulipas, Zacatecas, Campeche, todos de extracción priísta
Cué aceptó errores de su administración, Duarte anunció su lucha contra la pobreza y López dio a conocer que se eliminaba el pago de la tenencia, con vistas al segundo año de gobierno.