El hermano Pablo
Ramón Zurita Sahagún viernes 28, Oct 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Pablo Salazar Mendiguchía fue el primer candidato opositor avalado por todos los partidos ajenos al PRI que ganó un gobierno estatal.
Su triunfo se produjo a escasas semanas de la victoria de Vicente Fox Quesada, por lo que se considera que fue parte de esa ola ciudadana renovadora que permitió arrebatar al partido tricolor los principales espacios de elección popular.
Siendo él mismo militante del Revolucionario Institucional, Pablo reivindicó el dicho que señala que para la que cuña apriete debe ser del mismo palo.
Proveniente del Senado de la República al que llegó respaldado por el PRI, Salazar se acogió al respaldo de la gran alianza opositora y venció, no por mucha diferencia al que era su compañero de fórmula en el Senado, Sami David David.
El triunfo de Pablo arropado por ocho partidos políticos lo convirtió en un gobernador fuerte que arribaba al poder como parte de los nuevos vientos democráticos que soplaban en el país.
Fue tal la euforia provocada por su triunfo que los votantes olvidaron que Pablo participaba como pastor de una iglesia evangélica, situación conocida ampliamente que, posteriormente, fue negada por el ya gobernador y atribuida a uno de sus familiares.
Ya instalado en el poder, Pablo se comportó como un señor de horca y cuchillo, revanchista en extremo, llegando a una serie de situaciones extralimitantes de sus funciones.
Una de esas es precisamente por la que le fue declarado el auto de formal prisión.
Detenido desde hace unos meses, el ex gobernador acumula delitos que lo mantienen recluido en una prisión del estado que alguna vez gobernó y donde mantiene agravios con políticos, empresarios y ciudadanos comunes.
El 19 de octubre agentes de la Procuraduría local pusieron bajo arresto a Salazar Mendiguchía, después de que el Ministerio Público reunió las pruebas que lo señalan por ordenar la fabricación de averiguaciones previas en agravio del abogado Florencio Madariaga Granados.
En los argumentos del juez sobresale que el procesado, en su carácter de gobernador, desarrolló una conducta antijurídica y culpable.
Ello, al ordenar al entonces procurador del estado Mariano Herrán Salvati que se investigara y que se le atribuyeran conductas ilícitas a Madariaga Granados, a pesar de carecer de pruebas aptas y suficientes que acreditaran su responsabilidad en los delitos que le imputaban.
Asimismo, se agregó en el boletín de prensa, se demostró que el ilícito se ejecutó de manera dolosa, lo que llevó a las autoridades a determinar que en calidad de gobernador se excedió en el ejercicio de sus funciones que su cargo le confería.
Antes de ello, Salazar Mendiguchía fue arrestado y puesto a disposición de las autoridades por otros delitos, entre ellos el apoderamiento de dinero proveniente del pago de seguros contratados por el gobierno estatal.
Solamente fue que llegara a la cárcel el ex gobernador para que en cascada se le acumularan acusaciones y se le fincaran responsabilidades por varios delitos.
Y es que en Chiapas los agravios no parecen olvidarse y el rencor se acumula y guarda por mucho tiempo, hasta que llega la oportunidad de cobrar esas viejas afrentas.
Desde el gobierno estatal, pablo Salazar persiguió y encarceló a personajes de la administración anterior, principalmente del interinato encabezado por Roberto Albores Guillén.
El entonces gobernador fue denunciado en ocasiones varias por el poco respeto a la libertad de expresión, aunque hay que reconocerle su destreza para navegar en dos aguas.
Ese talento le permitió cercanía con el presidente Vicente Fox y con el abanderado presidencial de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
Al término de su gobierno, Pablo se trasladó al Distrito Federal, a la búsqueda de una nueva oportunidad política.
Se considera a sí mismo como el candidato natural para el Senado, para los comicios del 2012, por lo que se trasladó a Chiapas nuevamente, para mostrarse públicamente, sin saber que al poco tiempo sería arrestado y trasladado al penal más importante de esa entidad.
Con lo que no contaba el ex senador y ex gobernador es que el siguiente gobernador, el mismo que Pablo impulsó para ser candidato de la izquierda, ya que como él mismo militaba en el PRI, mantenía viejos agravios en su contra.
El distanciamiento entre Pablo Salazar y Juan José Sabines se hizo evidente desde el inicio de la administración del segundo, por lo que decidió bajar el perfil y buscar otros horizontes.
No lo consiguió, ya que le fueron acumulando expedientes, para, en el momento preciso, actuar en su contra.
Hoy los planes de Pablo de regresar a la contienda política por la vía de un cargo de elección popular se advierten como casi imposibles, ya que está sometido a un juicio que se antoja largo.
BELISARIO DOMÍNGUEZ
Finalmente la presea Belisario Domínguez le fue entregada a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, por parte del Senado de la República.
El antiguo Senado de la República recobró sus glorias pasadas con la ceremonia, a la que acudió el Ejecutivo federal, quien debió escuchar las críticas del galardonado contra su política de seguridad.
Cuauhtémoc Cárdenas demandó el regreso de las fuerzas armadas a los cuarteles, para evitar que sigan expuestos a riesgos derivados de la lucha contra el crimen organizado, lo que es considerado como una tarea de civiles.
El perredista recordó que a pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno federal la inseguridad aumenta en el país, dejando como saldo, en los últimos cinco años, más de 50 mil muertos en condiciones de violencia.
“La delincuencia organizada ha establecido presencia en territorios cada vez más extensos, extorsionando a productores, poniendo en riesgo la actividad económica y alterando gravemente la convivencia social”, expuso.