Las dudas de AMLO
Ramón Zurita Sahagún martes 4, Oct 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Captar nuevos simpatizantes y recuperar los perdidos en seis años de altibajos, es una de las principales tareas de Andrés Manuel López Obrador, para realizar un nuevo intento por la Presidencia de la República.
Los números que presenta el tabasqueño suenan demasiado alegres para muchos escépticos que consideran que una elección interna de la izquierda no la ganaría.
Y es que desde que perdió la Presidencia de la República (él dice que se la robaron), López Obrador entró en una dinámica de visitar cada uno de los más de 2 mil 500 municipios que hay en el país y lo cumplió.
En ese lapso formó más de 37 mil comités seccionales de su movimiento y afilió a más de 4 millones de personas, aunque se desconoce si todavía se mantienen leales a su persona y a su movimiento o tienen validez esas cifras.
Con esos números, obtener la candidatura de la izquierda sería labor sencilla, ya que nadie le compite en esos términos, con todo y el notorio crecimiento de Marcelo Ebrard Casaubón.
Sin embargo, algo que también deberá tomar en cuenta AMLO es que nunca segundas partes electorales fueron satisfactorias para quienes lo intentaron, cuando menos en el ámbito de la Presidencia de la República.
El caso más significativo de ello es Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien en 1988 obtuvo una abundante votación y la duda sobre si le habían escamoteado la victoria; seis años más tarde (94) se fue al tercer lugar y cuando repitió en el 2000, los sufragios obtenidos fueron significativamente menores.
Todavía seis años después (2006), Cárdenas Solórzano pretendió contender por la candidatura de la izquierda, pero ya el propio AMLO lo había desplazado por mucho entre las simpatías del electorado de los partidos ubicados dentro de la llamada izquierda.
Es cierto que López Obrador es un caso distinto, pues es un personaje que provoca sentimientos contradictorios entre los ciudadanos, ya que los hay apasionados por su figura y quienes lo rechazan en forma contundente y hasta le fabrican campañas negras.
Con él no hay medias tintas, o lo respaldan o le rehúyen, situación que no se presenta con los demás aspirantes de su partido o de los otros.
El fenómeno provocado hace seis años en torno a su figura se encuentra sumamente distante y existen severas dudas que su movimiento los pueda generar para obtener una copiosa votación, en caso de ser candidato presidencial.
Otra duda que se mueve alrededor de la figura del tabasqueño es si le bastará con el apoyo del Partido del Trabajo y del Movimiento Ciudadano, para construir una candidatura presidencial, si es que el sistema de encuestas realizadas por la izquierda no le favorece.
Renovación no parece ser una palabra útil para la estrategia de López Obrador, ya que su discurso se presenta similar al de la elección pasada, donde sus adversarios aprovecharon varios de sus dislates.
Tampoco, dentro de la estructura de su proyecto, se aprecian figuras nuevas, frescas que permitan atraer a nuevos simpatizantes o provocar respaldos parecidos a los de hace seis años.
Es cierto que dentro de esa estructura se cuentan personajes de reconocida trayectoria y de índole intelectual, pero también lo es que muchos de ellos no dicen nada a los jóvenes electores.
Si de algo puede ufanarse el tabasqueño es de su constancia, ya que se mantienen a su lado, disciplinados, los mismos personajes del pasado que formaron parte de la estructura priísta que tanto critica o que tuvieron singular importancia en los regímenes considerados como autoritarios, durante las administraciones del partido tricolor.
En un mundo dominado por los jóvenes y donde éstos son los más reacios para concurrir a las urnas, poco o nada les dicen los nombres de personajes como Carlos Tello y David Ibarra, secretarios de Programación y Presupuesto y de Hacienda en la etapa de gobierno de José López Portillo, es decir de hace más de 30 años. Tampoco el de Enrique González Pedrero, gobernador de Tabasco hace 30 años o de intelectuales como Rolando Cordera y José María Pérez Gay, cuyo esplendor fue en la administración sexenal de Carlos Salinas de Gortari, el villano favorito de AMLO.
Víctor Flores Olea es otro de los integrantes del Consejo Consultivo de Morena, sucesor de González Pedrero en la dirección de Ciencias Políticas de la UNAM, ex embajador de México en la UNESCO y en la ONU, como también lo fue José Eduardo Navarrete, distinguido internacionalista y representante de México ante el Reino Unido, Venezuela y antecesor de Patricia Espinosa en Alemania.
Nada nuevo parece traer el tabasqueño dentro de su nueva intentona por la Presidencia de la República, se repiten nombres, discursos y estrategias, por lo que tendrá que innovar pronto para poder ganarle la candidatura de las izquierdas al jefe de gobierno del Distrito Federal y emparejar los momios con el partido y candidato que le aventaja en la carrera por la Presidencia de la República.
ALEJANDRA BARRALES
Si hay un político(a) que muestra su afán de superación es la presidenta de la ALDF, Alejandra Barrales Magdaleno, quien busca aprovechar a lo máximo los tiempos libres para prepararse para los retos del futuro.
Barrales, que inició su carrera política como líder sindical de las aeromozas o sobrecargos, culminó la licenciatura y después realizó una maestría en administración pública, por lo que el pasado viernes celebró el acontecimiento.
Barrales Magdaleno es uno de los prospectos del PRD para la jefatura de gobierno del Distrito Federal.
BLAKE-DUARTE
Dos semanas después de que 35 cadáveres fueron arrojados en la principal zona turística de su estado, el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se reunió con el secretario de Gobernación, J. Francisco Blake, para desarrollar estrategias comunes entre el gobierno federal y el del estado.