Desconcierto veracruzano
Ramón Zurita Sahagún viernes 23, Sep 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Javier Duarte de Ochoa parece ser el más sorprendido por el clima de descomposición social que se vive en Veracruz, estado que pretende gobernar, sin encontrar la fórmula para hacerlo.
El desconcierto es mayúsculo, ya que la situación política, financiera y de seguridad es peor de lo que imaginaba.
Nada parece salirle bien al joven, pero inexperto político que ganó los comicios el 4 de julio del año pasado y asumió el gobierno estatal apenas el 1 de diciembre, es decir, nueve meses de gestión y peor no podía estar el estado.
La violencia parece imparable y cada vez más las explosiones de la misma son un gran reto para un gobierno que no encuentra la manera de combatirla.
Muertos por doquier, enfrentamientos en la calle, secuestros, robos, asaltos y fugas de reos de las cárceles, muestran un panorama terrible y caótico para una entidad que es un paseo frecuente de turistas y para los propios habitantes que viven presa del pánico.
Si a eso se le agrega algunas expresiones de intolerancia de las autoridades, como fue la aprehensión de un par de tuiteros que difundieron información falsa y crearon mayor alarma de la que ya hay, se verá que el clima en ese aspecto es sumamente terrorífico, casi dictatorial y persecutorio.
Pero a ello se le puede aumentar la situación de casi quiebra financiera de la entidad, donde algunas medidas adoptadas por el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, pero avaladas por el entonces secretario de Finanzas, Javier Duarte, no rindieron las expectativas esperadas.
Como si ello fuese poco, la aparición de constantes fenómenos naturales como lluvias, tormentas tropicales y hasta huracanes, provocan constantes inundaciones y dejan una serie de damnificados que requieren del auxilio gubernamental, se verá que Duarte de Ochoa no tiene reposo.
A eso hay que añadirle que las condiciones electorales que privaron en la campaña del hoy gobernador eran adversas, por lo que se requirió de jalar fuerzas aliadas de otros lados, se verá que la composición de su equipo de trabajo no es de lo más óptimo.
Y es que Gerardo Buganza Salmerón en la Secretaría de Gobierno y Tomás Ruiz González en la de Finanzas, son compromisos contraídos hasta que sean promovidos como candidatos a cargos de elección popular el año próximo.
El procurador de Justicia, Reynaldo Escobar Pérez, es también parte de la herencia política que le dejaron a Duarte de Ochoa.
Pero lo que parece más terrible, es que el propio gobernador no parece ajustarse a lo que es su labor como gobernante y muestra falta de madurez en algunas cuestiones.
A propósito del macabro rito de tirarle 35 cadáveres en la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río, el gobernante lamentó el hecho, pero dijo en descargo de conciencia que se trataba de delincuentes, sin pruebas de ello.
Eso motivó que sus secretarios de Gobierno y procurador de Justicia, realizaran también declaraciones temerarias o se espantaran con el macabro acto.
El primero declaraba que no conocía la identidad de los muertos, siete horas después de que se habían hecho públicas algunas identificaciones. El segundo peor todavía, justificaba el acontecimiento, diciendo que se trataba de un enfrentamiento entre grupos de la delincuencia, pero que la población no corría riesgo alguno y que la violencia ya se había presentado en la zona sur, en la zona norte y ahora atacaba esa parte de la zona conurbada, cuando una semana antes, un enfrentamiento en la zona de restaurantes dejó seis muertos y antes de ello, habían ocurrido otros hechos de sangre.
Por eso, que nadie se llame sorprendido si en las próximas semanas el clima de violencia que se vive en Veracruz se incrementa notablemente, dadas las condiciones de asombro y desconcierto de las autoridades.
Mientras la administración que encabeza Javier Duarte de Ochoa da grandes muestras de no saber por dónde atacar, ni como contrarrestar el rápido crecimiento de la delincuencia y mucho menos cuenta con los argumentos suficientes para explicar lo que sucede en la entidad.
Son muchos los ciudadanos que han preferido abandonar la entidad, trasladándose a otros estados (Puebla, Hidalgo, Distrito Federal), donde las condiciones de seguridad sean mejores.
Pero si la zona turística de Veracruz-Boca del Río es un grave riesgo, la Cuenca del Papaloapan, el área de la Mixtequilla y los límites del estado con Tamaulipas, constituyen un grave riesgo para quienes circulan por esas carreteras.
Veracruz vive bajo un clima de terror y violencia que anticipa que en poco tiempo podría desplazar a Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y Guerrero, como uno de los estados con mayores índices de criminalidad.
El aviso ya está hecho por parte de la delincuencia y compete a las autoridades evitar un nuevo foco infestado del crimen organizado.
DESISTIMIENTO DE EMILIO
Pocas posibilidades de ser candidato presidencial tenía Emilio González Márquez. Tal vez él y algunos pocos panistas conservadores lo llegaron a creer, pero finalmente llegó el análisis frío y le mostró la realidad.
Por eso, después de tanto jaloneo, el gobernador de Jalisco dio un paso atrás y anunció su desistimiento de participar en la contienda interna de su partido.
Eso sí, el mandatario estatal se puede dar el lujo de decir que sobrevivió a las declinaciones del secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón; de Sedesol, Heriberto Félix Guerra, y de Educación Pública, Alonso Lujambio Irazábal.
Con ello, la contienda interna del PAN se reduce a tres aspirantes, los legisladores con licencia Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel Miranda y el ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo, por lo que ahora la labor del dirigente nacional, Gustavo E. Madero, se enfocará a buscar cuál de ellos se baja de la competencia y quedan finalmente dos.