Justicia y engaño
Freddy Sánchez jueves 30, May 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Cómo catalogar los programas sociales de la Cuarta Transformación casi al término de la administración presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
Un acto de justicia social o de propaganda electoral.
Una de las dos cosas o ambas a la vez.
Al respecto, dice un dicho: “Todo se ve de acuerdo con el cristal con que se mira”.
Y no puede ignorarse que las dos percepciones han permeado en el sentir de la población. Con unos absolutamente convencidos de que el gobierno de Morena llegó al poder para favorecer a los que menos tienen y sus críticos dando por hecho que se trata de algo distinto.
Una maniobra política con cargo al erario público para beneficio exclusivo del partido gobernante al conseguir con dinero ajeno la preferencia electoral a su favor de los que son beneficiarios de los programas sociales.
Y si no de todos, es de suponer que de una gran cantidad que a cambio de lo que reciben le darán su voto a cuanto aspirante electoral Morena haya postulado para las próximas elecciones.
En ese aspecto, algunos consideran que los apoyos institucionales hacia distintos sectores de la sociedad no necesariamente garantizan un voto seguro para Morena, en particular entre quienes pueden estar contentos con lo que reciben, pero también molestos con lo que perdieron.
La razón obedece a que la supresión de diversos fideicomisos, además de los problemas de carácter médico en materia de servicios hospitalarios y dotación de medicamentos, inevitablemente le han quitado partidarios al partido en el poder, a pesar de sus programas sociales.
Sobre este punto hay quienes recuerdan que las elecciones intermedias dejaron constancia de una baja en el ánimo electoral en apoyo a Morena, lo que se evidenció con la pérdida de la mitad de las alcaldías en la Ciudad de México y un número considerable de las principales ciudades del país, independientemente de lo sucedido en la Cámara de Diputados.
Así las cosas, es de creer que los programas sociales inequívocamente jugarán un papel preponderante en los comicios del 2 de junio, ya que una de las percepciones que se tiene de ellos es que representan un acto de justicia social.
De ahí que Morena se esmere no sólo en procurar que los beneficiarios le correspondan al gobierno electoralmente con su apoyo a cambio de lo que reciben, sino incitándolos a temer que de ganar la oposición los apoyos que les da el gobierno los pueden perder.
Algo que los opositores mismos se han encargado de negar categóricamente por considerar que en efecto se trata de un acto de justicia social lo que la 4T decidió otorgarle a un alto número de los habitantes de México.
Lo que no se dice es qué hacer para que los programas sociales continúen con un financiamiento a largo plazo que no provoque quebrantos en la economía del país y, sobre todo, que se les quite totalmente un afán de manipulación electoral, además de que su manejo sea transparente y comprobablemente ajeno a “manoseos” corruptos de dinero.
O sea, que estando de acuerdo en que los apoyos mencionados tienen una característica de justicia social innegable, lo que falta es trasladar su manejo a instancias ajenas al poder público o a cualquier grupo que pueda beneficiarse de algún modo, lo que obliga a crear una barrera infranqueable para todo intento de corrupción y manipulación electoral.
Eso evitará que los programas sociales creados para favorecer a la gente se vean al mismo tiempo como un doble acto de justicia y engaño.