El riesgo de perder todo
Carlos Ramos Padilla lunes 19, Feb 2024Se comenta sólo con…
Carlos Ramos Padilla
Sin duda alguna, los sismos político/sociales están cuarteando a Palacio Nacional. Al cierre de sexenio, el propio mandatario evalúa que la historia no le favorecerá. Sus decisiones faraónicas, sus desplantes, sus improvisaciones, incultura y arrebatos lo están hundiendo. El país va mal y sus simplistas y pegajosas frases quedaron como un repertorio de malos chistes.
“Lo que diga mi dedito”, “rayito de esperanza”, “feliz, feliz, feliz” y otras tantas bravatas como “cállate chachalaca” muestran a un activista sarcástico que deja atrás los valores reales de un Ejecutivo federal para representar a un merolico sin proyecto.
Sus propuestas en las persistentes campañas electorales muestran sus fracasos. “Primero los pobres” y es a quien más daño ha hecho, los ha multiplicado y les ha arrebatado derechos fundamentales a la salud, a la educación, a la nutrición y al trabajo.
Se intenta presentar como un líder progresista y ha sido el más conservador de los últimos tiempos, incluso rendido ante un Ejército brutalmente beneficiado. Se dijo el hombre que combatiría a la corrupción y está rodeado de fuertes sospechas de malversaciones, incluidos los argumentos de su cercanía con el crimen organizado.
Ayotzinapa y los huachicoleros serán dos clavos muy profundos en su incapacidad y contubernio. Sus obras faraónicas innecesarias lo arrojarán al descrédito permanente.
Arruinó al aeropuerto de Texcoco, acusando una corrupción, que nunca probó, para construir un hangar que dijo sería el más importante del mundo y el AIFA es un barril de pérdidas impresionante, al igual que la aerolínea Mexicana. Dos Bocas en contraoferta a las energías nuevas que utiliza el mundo y en una zona de alto impacto de huracanes. El Tren Maya el ecocidio más evidente amparado por un partido político, el Verde, que se sirven a sí mismo y no a la Nación. “Otis” en Acapulco y el menosprecio por los afectados que considera promotores de una “emboscada para dañarle en su pulcra imagen. Unas conferencias tempraneras que nada aportan a la nación, más que odio y desprecio por aquellos que no lo adulan.
Todo esto se pronosticaba desde su llegada a la jefatura de Gobierno de la capital, violando los requisitos de residencia y, luego, ante sus fracasos electorales, autonombrándose “presidente legítimo”. Secuestrar pozos petroleros o reventar a la ciudad con el bloqueo/plantón de Reforma son fotografías de su belicosidad.
Sabe AMLO que está a punto de perderlo todo, es un riesgo que ante su soberbia no tenía calculado. Está enojado, nervioso y ni jugar beisbol lo tranquiliza, por cierto un deporte que quiso imponer y que tampoco le salió, lo poncharon.
Andará pues errante, como su hermano Evo Morales, y protegido por dictadores como el cubano o el venezolano. Y Cuba “el paraíso para vivir” podría ser su próxima parada.