La credibilidad
Freddy Sánchez martes 16, Ene 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
—“Te juro por Dios que yo no fui”
—“No debes jurar en nombre de Dios en vano”.
Esas expresiones de uso ocasional entre creyentes parecieran utilizarse cada que alguien pide darle crédito a sus afirmaciones sobre una honestidad intachable en su conducta y otro no se lo cree.
Sobre todo tratándose de suspicacias en torno a supuestas irregularidades en el ejercicio del poder público.
Como sucedió con los hijos de Marta Sahagún y ahora los de Andrés Manuel, objeto de señalamientos por aparentes negocios de la corrupción en relación con acciones institucionales.
Meras insinuaciones calumniosas o fundadas imputaciones al respecto, en ambos casos hay quienes creen en la honestidad sin mancha de los presuntos implicados en manejos turbios para enriquecerse y quienes no dudan ni siquiera un poco que sean culpables.
La cuestión es que una es la aseveración a favor o en contra de los mencionados y otra diferente que se tengan o no suficientes pruebas para inculparlos formalmente con la intención de meterlos a la cárcel.
Lo que fue distinto con el llamado “hermano incómodo” de Carlos Salinas de Gortari, que en tiempos de Ernesto Zedillo de los dichos se pasaron a las indagatorias conducentes hasta que Raúl terminó preso y permaneció en el reclusorio varios años para sorpresa de propios y extraños.
Nada qué ver con la ex esposa de Enrique Peña, conocida artísticamente como “Gaviota”, a quien se le endilgó la sospecha de recibir beneficios de un proveedor del gobierno del Estado de México, a efecto de adquirir una residencia a la que se bautizó como “la casa blanca” y supuestamente habría sido parte de un “pago de favores”.
El caso alcanzó niveles de un escándalo nacional que a decir de algunos le costó al PRI volver a dejar la presidencia como si hubiera sido “la gota que derramó el vaso”, en relación con el rechazo social por la corrupción e inseguridad antes del arribo al poder de la 4T.
Pero, lo que tiene que ver con la ex primera dama sencillamente no fue más allá de una y mil murmuraciones de corrupción en su contra y al mismo tiempo de afanes por minimizar o desmentir los decires de la gente y sus réplicas en los círculos del quehacer político.
Algo por supuesto alentado por los adversarios del régimen en turno para restarle votantes al priismo como parte de la estrategia para echarlo nuevamente del poder ejecutivo.
En tiempos electorales suelen decirse muchas mentiras a propósito de intereses electorales en juego.
Palabras más palabras menos que Andrés Manuel externó en defensa de sus hijos, una vez que Carlos Loret de Mola dio a conocer una investigación periodística en la que otra vez el apellido López Beltrán apareció en supuestos tráficos de influencias para obtener jugosos contratos de gobierno. Ahora con la construcción del Tren Maya.
En el mismo tenor, Claudia Sheinbaum avaló la rectitud de los hijos del primer matrimonio de Andrés Manuel, aseverando que el periodista que difunde las grabaciones que ponen en entredicho la reputación de uno de los hijos de AMLO, carece de calidad moral.
Y ante la aparente falta de indagatorias sobre presuntos manejos irregulares para favorecer a la familia presidencial, es de señalar que al igual que con los hijos de Fox y “Gaviota”, en torno a lo que se dice para afirmar o negar actos de corrupción respecto a los personajes involucrados en el presente sexenio algo es fundamental: la credibilidad.