El estilo panista
Ramón Zurita Sahagún lunes 25, Jul 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Los priístas en el poder tenían muy definido su modo de nominar candidatos a la Presidencia de la República: uno solo, el Ejecutivo federal en turno, seleccionando a su sucesor.
Con todo y lo vertical de la decisión, poca oposición interna había, ya que los priístas estaban conscientes de que hacerlo significaba el ostracismo político por seis años.
Sin embargo, se construyeron diversos movimientos opositores alentados por la candidatura de priístas resentidos que no consiguieron arrebatarles el poder.
Juan Andrew Almazán, Ezequiel Padilla, Miguel Henríquez Guzmán y Cuauhtémoc Cárdenas fueron los más notorios ex priístas que compitieron contra el protegido de Los Pinos.
Fueron los panistas con candidatos propios, los que después de 60 años de existencia lograron conquistar la Presidencia de la República, la que han conservado por dos administraciones continuas.
Ante la eventualidad de perpetuarse en el poder, los políticos panistas asoman un mayor interés por participar como aspirantes a la candidatura presidencial de su partido.
Sin ambages de ninguna clase, desde la administración pública, federal y estatal y las cámaras, los aspirantes alzaron la mano para autodesignarse prospectos.
Copiando lo que Vicente Fox Quesada realizó con éxito, el destape con antelación, los aspirantes panistas comenzaron a aparecer, hasta sumar el número de diez.
Fue el dirigente nacional de su partido, Gustavo E. Madero Muñoz, quien, al viejo estilo priísta, anunció la integración del selectivo con diez aspirantes, nueve con rostro y nombre y uno que, tal vez, era él mismo.
Siguiendo el estilo priísta recortó la lista a siete, borrando de un plumazo las aspiraciones del misterioso personaje (se cree que era la propuesta de él mismo, pero no prendió), y de los gobernadores de Morelos, Marco Adame Castillo y Guanajuato, Juan Manuel Oliva Ramírez.
De esa forma, el dirigente nacional panista se arrogó el derecho de ser él mismo quien depurara la lista, sin tocar, por supuesto, al favorito de Los Pinos.
Los siete ya quedaron en cinco (los secretarios de Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón y de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra) desistieron de su propósito, luego de comprobar que entre la militancia panista no representaban nada y menos ante la ciudadanía.
Con cinco aspirantes anotados todavía en la puja, los panistas no encuentran la estrategia para mover sus aspiraciones.
El estilo al que más se recurre es el usado por Felipe Calderón Hinojosa en sus aspiraciones presidenciales, el que es copiado en partes por algunos de los aspirantes.
Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel Miranda recurren al sobado recurso de presentarse como los hijos desobedientes, los que no acatan instrucciones y, supuestamente, buscan por la libre su postulación.
Igual que lo hizo en su momento Calderón Hinojosa, visitan los diferentes estados del país, buscan cercanía con los militantes del partido y confían en que esos métodos les den resultados, con todo y que la estrategia es similar y la lógica indica que los votos serán divididos entre los dos, si prospera.
Ernesto Cordero Arroyo usa también parte de la estrategia de Calderón Hinojosa, recurriendo al destape con respaldo de militantes y mediante eventos públicos de apoyo, donde legisladores, gobernadores y militantes de prosapia le manifiestan sus simpatías, aunque en parte su método es similar al que llevó al fracaso a Creel Miranda, de ser empujado desde el Ejecutivo.
Alonso Lujambio Irazábal también usa parte de la estrategia que le permitió a Felipe Calderón ganar la contienda interna. Recurre a representantes en diversos estados del país y el Distrito Federal, aunque sus operadores son de nivel ínfimo y distan mucho de los que Calderón tuvo en su momento en los diferentes estados, donde se incluían los gobernadores de Jalisco, Yucatán y Guanajuato, entre otros y personajes como Juan Camilo Mouriño en Campeche, aunado a las simpatías de funcionarios del gobierno federal como Josefina Vázquez Mota, Ana Teresa Aranda y Eduardo Sojo, entre otros.
El quinto sobreviviente de la poda panista, Emilio González Márquez, no es tomado demasiado en serio por los propios panistas, que ven en él una actitud locuaz de las muchas que ha tenido a lo largo de su gobierno y que basa su fortaleza en sus dichos que es el único de los cinco (tiene razón) en ganar una elección.
Por eso, habrá que mantenerse atentos para ver si la estrategia fraccionada de la usada por Felipe Calderón Hinojosa hace seis años suerte efectos o si surge alguien que la compacte y le resulte beneficiosa.
UNIDAD PRIÍSTA
Sin duda, la unidad de los militantes puede ser el arma eficaz de los priístas para recuperar la Presidencia de la República, por eso, sus continuos llamados para mantenerla en vísperas de los comicios del 2012.
Doce años de zancadillas, patadas bajo la mesa, traiciones y rompimientos, le rompieron a los tricolores su hegemonía de 80 años en el poder.
La próxima contienda servirá para mostrar si esos llamados a la unidad tuvieron efecto o si pudieron más las traiciones y las ambiciones personales.
Por lo pronto, una muestra de que los priístas quieren ir de la mano se dio en el pasado Consejo Político Nacional, al concluir con el estado de las finanzas, Beatriz Paredes se mostró inconforme, hizo una tarjeta que dobló, buscó a una asistente y se la envió a Manuel Aguilera, quien se la enseñó a Moreira y éste le dijo a Manuel que Estefan hiciera la aclaración, que desde las otras dirigencias se había abonado para saldar las deudas.
Estefan se sorprende por ello, pero nunca manda a aclarar nada del estado financiero, por lo que Moreira en su discurso improvisa, dirigiéndose a Beatriz Paredes sobre la aclaración de la liquidación de las deudas.
Satisfecha, Beatriz se sale rápido, terminando el mensaje del presidente del partido.