David contra Goliat
Armando Ríos Ruiz viernes 14, Jul 2023Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
No es tan pequeño David. Hace apenas un par de semanas aspiraba a jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Pero las cosas dieron un vuelco inesperado y cambió de idea súbitamente. Ahora quiere ser Presidente de México, envuelto en efectivas posibilidades y seguramente tiene alguna estrategia para evitar el fraude que seguramente ya está aderezado en la cocina de Morena.
Desde el principio de esta administración, el Presidente acondicionó en Palacio Nacional, en donde vive y despacha, un teatro al que asisten pésimos actores que se disfrazan de periodistas, a quienes les preparan preguntas a modo para su lucimiento. De vez en cuando permiten entrar a algunos que lo son de verdad, para dar la apariencia de respeto a la libertad de expresión.
Han caído en la cuenta de que no ha sido buena idea, porque lo meten en grandes aprietos, debido a las preguntas seriamente comprometedoras para las cuales, las respuestas se han traducido en una retahíla de denuestos acompañados de rabia evidente a quienes las formulan y a los medios que representan, como acaba de ocurrir el miércoles, cuando el reportero Ernesto Ledesma, de Rompeviento TV, lo cuestionó sobre Guerrero y Chiapas.
Fue imposible para el monarca de Palacio Nacional ocultar su desacuerdo envuelto en rabia, cuando lo cuestionó acerca de un delincuente con pretensiones de ser alcalde en un municipio asentado en la región de la Tierra Caliente, del estado de Guerrero. Pretendió callarlo, pero el muchachito resultó respondón y, lejos de comportarse como al principio, allá por 2018, cuando lograba intimidar, lo enfrentó con valor y decisión visibles: “Cuando tiene discrepancia con algún medio dice que hay politiquería o hay una discrepancia”. La situación se hizo viral.
Esto sólo puede ser traducido como la pérdida de respeto que ha logrado ganar a pulso, a causa de su insistencia en pretender erigirse en el único que tiene la razón, inclusive sobre las leyes, a pesar de sus visibles fallas intelectuales a la hora de dictar órdenes, como aquello de: ¡No me vengan con que la ley es la ley! Que denuncia su condición autoritaria y, desde luego, su falta de inteligencia.
Pero comenzamos hablando de David. O de quien emula aquel pasaje bíblico que todos los humanos conocemos. O del enfrentamiento de un gigante filisteo de nombre Goliat, quien tronó contra el pequeño de la tribu de Judá: “¡ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo!” Ignoraba que lo decía a un hombre con una gracia insospechada, investido del espíritu de Yahveh.
Cualquiera puede imaginar que el David de nuestra visión está concentrado en un político que tiene género femenino. O en la senadora Xóchitl Gálvez, quien antes de dos semanas apenas daba de qué hablar, por su aspiración a un cargo menor, mientras que los preocupados mexicanos no avizoraban a un solo aspirante a la Presidencia, como digno rival de Morena.
Todo mundo hablaba de la dejadez. De la falta de preocupación. De la falta de seriedad. De compromiso. De responsabilidad de la oposición. Xóchitl capitalizó inteligentemente, el rechazo del Presidente de aceptarla en una mañanera, en una clara muestra del miedo al enfrentamiento con una mujer combativa. Pero además, inteligente.
La decisión de la senadora vino a resolver a los partidos aliancistas un dilema muy serio. No encontraban a nadie competitivo porque no existe. Dos semanas apenas, han servido para demostrar que la señora ha sido capaz de encender el ánimo en los corazones incrédulos y abatidos. La decisión más perspicaz y honesta, sería que otros aspirantes decidieran declinaran a su favor.
La supuestamente pequeña David, ha logrado erigirse en la verdadera gigante, frente al también supuesto Goliat, que no representa más que a un insignificante político que no merecería siquiera la presidencia municipal de su pueblo, Tepetitán. Las respuestas llenas de enjundia de Xóchitl, cada vez que recibe sus insultos, se tornan en golpes precisos en donde más duele.