Unidad, el reto de la oposición
¬ Augusto Corro martes 16, May 2023Punto por punto
Augusto Corro
En los diferentes escenarios políticos es intensa la actividad rumbo a la elección presidencial de 2024.
Las “corcholatas” morenistas ya saben que los fines de semana deben aprovecharse para realizar sus campañas políticas.
En el Partido Acción Nacional (PAN) también aprovechan cualquier oportunidad para que se conozcan sus aspirantes que participen en la contienda electoral.
La organización azul, integrante de la alianza partidista Va por México, será la encargada de enfrentar a los morenistas.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ya tiene la responsabilidad en las elecciones en Coahuila y Estado de México (Edomex).
También en la llamada “sociedad civil” (los seguidores del empresario Claudio X. González) empiezan a mostrar sus inquietudes.
Las “corcholatas” morenistas se mueven con tanto empeño que ya parece que se encuentran en franca competencia electoral.
Sólo que, oficialmente, a la candidata o candidato guinda lo designarán las encuestas que se efectuarán una vez definidas las fechas de arranque de la campaña.
Mientras, Claudia Sheinbaum viaja al interior del país para hablar sobre su estilo de gobernar. Se trata de reuniones políticas para que la conozcan.
En las mismas circunstancias están el Marcelo Ebrard, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE); y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
La cuarta “corcholata”, Ricardo Monreal, la lleva más tranquila, aunque también aprovecha todas las oportunidades para que lo conozcan.
En la alianza Va por México aún no encuentran la fórmula para designar a su representante.
En el presente, dos son los aspirantes con más reflectores: el diputado Santiago Creel Miranda y la senadora Lilly Téllez.
Ambos carecen del suficiente poder para enfrentar al partido oficial. Creel es un político con un pésimo pasado, desde que trabajo bajo las órdenes del presidente Vicente Fox.
Téllez es una precandidata que no tiene la menor idea de lo que quiere. Por ejemplo, siempre que puede se dice militante de la derecha. Más bien pregona su aprobación a la estrecha derecha, a Vox, el partido español que poco a poco regresa los años de la Santa Inquisición.
El diputado Creel Miranda tiene la aprobación del dirigente de su partido, Marko Cortés, pero su situación todavía no se define. En Acción Nacional militan políticos con mejores credenciales que las exhibidas por el ex secretario de Gobernación foxista.
El asunto tiene interés porque no falta quien le sugiera al líder panista que abra el partido a la “sociedad civil”, es decir a los empresarios encabezados por Claudio X. González.
Otro de los aliancistas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se encuentra controlado por el diputado y exgobernador de Campeche, Alejandro Moreno (a) “Alito”.
El dirigente tiene en sus manos el poder suficiente para estar al frente del instituto político y hacer lo que le conviene.
Las autoridades electorales le autorizaron continuar como líder del PRI hasta el próximo año.
El ex gobernador podrá designar a los aspirantes priistas a cargos de elección popular, como diputados, senadores y gobernadores.
No aparece en el horizonte nada que obstaculice su condición de dictador priista. El mismo “Alito” quiere participar como precandidato a la contienda electoral presidencial.
En el Partido de la Revolución Democrática (PRD) la situación no puede estar peor. El propio ex gobernador Silvano Aureoles Conejo es rechazado por los militantes de su partido en Michoacán.
No quieren saber nada del Aureoles Conejo, a pesar de que el dirigente del sol azteca, Jesús Zambrano, lo propuso como aspirante a las presidenciales de 2024.
“Chucho” Zambrano debería preocuparse más por mantener el registro de su partido que se encuentra en vías de extinción.
En el Partido Verde también se encuentran inquietos. Piensan que el chiapaneco Manuel Velasco podría ser un aspirante a las presidenciables.
En Movimiento Ciudadano (MC), el partido de Dante Delgado, rechazaron unirse a cualquier partido para participar en la contienda electoral.
En síntesis, la unidad partidista no favorece a la oposición y el tiempo sigue su marcha.
¿Usted qué opina amable lector?