Calderón: ¿Es o se hizo tonto con García Luna?
Francisco Rodríguez lunes 23, Ene 2023Índice político
Francisco Rodríguez
- Carlos Olmos Tomasini, recluido. ¿Y los otros?
Hace algunos sexenios al escritorio de quien entonces traía la banda presidencial cruzada al pecho llegó una tarjeta en la que los servicios de inteligencia del Estado escuetamente le informaban que, en esos momentos, estaban embarcando en un aeropuerto de Alemania a seis finos corceles que un narcotraficante del norte del país mandaba a traer para regalarlos a quien entonces despachaba en la principal oficina de Lomas de Sotelo, su secretario de la Defensa Nacional.
El entonces Presidente de la República llamó a su asesor de más confianza en materia de seguridad. Y le preguntó ¿qué hacer? No quería enfrentarse con el titular de la Sedena, pues tal implicaba una especie de desafío a las fuerzas armadas. Pero tampoco quería dejar pasar en blanco ese delicado asunto.
El consejero resolvió el conflicto con una sugerencia. Enviar una tarjeta a todos los secretarios del despacho presidencial en la que sólo estuviese escrita una leyenda: “Tarde o temprano los Presidentes se enteran de todo”.
Y sí. A veces cuando ya es muy tarde, pero siempre les hacen saber hasta aquello en lo que ni siquiera quieren creer.
Viene a cuento esta anécdota de la vida real por el caso del espurio ex presidente Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, quien en distintas declaraciones a los medios ha fingido demencia y ha negado el haber estado enterado de las muchas actividades ilícitas —secuestros, robos, sociedad con el crimen organizado por lo que ahora se le juzga en Brooklyn, NY, etc.— que su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, llevaba a cabo mientras ejercía el cargo.
Claro que estaba enterado.
Claro que, como aquel otro ex titular del Ejecutivo Federal, temía desafiarlo.
O es posible, también, que se haya hecho tonto porque participaba de las “ganancias” que su más cercano colaborador, mano derecha, confidente, amigo, cuatacho de borracheras, le acercaba.
Porque tonto, tonto no es.
Vivo, muy vivo, hasta como para robarse una elección presidencial, en cambio, sí que lo es.
Chantaje a Calderón
Sin más ayuda que su prodigiosa memoria, Gramsci redactó, desde oscuras e infames mazmorras, las 2 mil 848 páginas que integran su libro Cuadernos de la cárcel, en el que reconoció el carácter esencialmente revolucionario de algunos pensadores del Medievo, adelantados a su tiempo.
Llegó a establecer que “el Estado tiene el monopolio legítimo de la violencia”. Claro, jamás imaginó que en el futuro pudiera haber un poder político que se mantuviera mediante el uso exclusivo de la fuerza, “pues los valores de la seguridad, sostenía, deben emanar del conjunto de la sociedad”.
Mucho menos se imaginó que el monopolio legítimo de la violencia, ante el vacío de autoridad, iba a caer en control despiadado de un neofascismo cruel, represivo, intolerante, abusivo, cibernético-empresarial y de descerebrados policías de titanio —así le llamaban en sus columnas políticas quienes ahora no saben cómo desdecirse—, cual Genaro García Luna.
¡Nos espiaban a todos!
Calderón lo sabía, pues a él mismo lo espiaban.
¿Les tendría miedo?
¿Por eso no actuaba en contra del magnate salinista y de su propio amigo, confidente y secretario del despacho presidencial?
Vicente Fox fue el “inventor” de García Luna
En 2010 publiqué que fue Vicente Fox quien puso a la Iglesia en manos de Lutero. Así como suena. Encargó la encomienda de la seguridad al policía menos confiable, al que es capaz de vender a su familiar más entrañable por unos centavos o por un cargamento de polendas. Habilitó para esa tarea, nada menos que a Genaro García Luna, de recuerdos muy frescos, todos deleznables.
¿Y sabe usted qué fue lo primero que hizo García Luna —a quien sabe si con sorna, o sin ella, motejan El Policía de Titanio?—, pues desaparecer a la Policía Judicial Federal ¡por corrupta!
¿Cómo? ¿Por corrupta? Sí los últimos cuatro años, desde 1996 hasta el 2001, cuando García Luna fundó la AFI, la Judicial estaba en manos de militares.
Nadie se atrevió entonces a desvirtuar las argucias de quien por ese entonces todavía tartamudeaba como metralleta —en el sexenio de Calderón tomó clases de dicción y fue atendido por especialistas en ortolalia— al señalar corrupción en las filas de las fuerzas armadas. Ni la misma Defensa Nacional hizo siquiera un guiño.
Pero la verdad monda y lironda fue que los militares ¡también se corrompieron!
Para Calderón, García Luna era lo máximo
Cuando el espurio Felipe Calderón aún ocupaba militarmente Los Pinos, publiqué aquí también lo siguiente:
Felipe de Jesús Calderón Hinojosa declaró la guerra al narcotráfico, y todavía nadie se explica para qué, si no fue para atender las órdene$ de los gabachos, dictadas a través de su corre ve y dile Jeffrey Davidow, compinche de varios golpes de Estado en Latinoamérica, y varias maletas de millones de dólares, que compartió con García Luna, a quien le creó una Secretaría del Despacho, luego de que éste desapareciera la AFI de su propia creación… ¡por corrupta!
Calderón sacó al Ejército de los cuarteles y le puso en charola de plata el regreso a la primera línea de mando de la estabilidad y la gobernanza nacionales, también sin idea de qué se trataba eso. A lo tonto, pues.
Ellos sabían de fajinas, de asalto en despoblado, de disparar al contrario sin preguntar, de logísticas fantasiosas de quema de estupefacientes, de cobro de comisiones en el Plan DN-III-E… y párele de contar.
Después de las órdenes del Comandante Supremo del Ejército, el espurio Calderón, y al ver los gabachos que nadie oponía resistencia a esos despropósitos nacionales, los jefes del Pentágono en Washington tomaron el mundo por montera y se fueron de frente, hasta lograr su actual ambición: integrar la seguridad del país al criterio de quienes cuidan la seguridad interior de Estados Unidos. Y háganle como quieran.
Desde que se militarizó la seguridad pública, todo ha ido peor
Lo que es un hecho es que, desde 1996, cuando se militarizó a la Judicial, cuando los gobernadores dejaron en manos de ancianos generales ya jubilados del Ejército los mandos policiacos de sus respectivas entidades, la seguridad ciudadana comenzó a sufrir las de Caín.
Hoy, todas las ideas que supuestamente se producen en el seno de la fantochada de las 6 de la mañana en Palacio Nacional —la que dicen que siempre encabeza Andrés Manuel López Obrador como preludio a su matiné— se generan en el extranjero por gerifaltes de los que no conocemos ni el rostro ni el nombre. Casi todas se redactan en las oficinas laterales de genios de la Embajada gabacha.
Y esas ideas son las que dieron cobertura al actuar de García Luna y de su pandilla.
El Ejército hacía como que cuidaba y protegía a los ciudadanos en las entidades de la República.
Y desde la capital nacional, en la Secretaría de Seguridad Pública García Luna, quien para Calderón era lo máximo, secuestraba, robaba, dirigía montajes y, claro, brindaba protección a grupos delincuenciales a cambio de muchos millones de dólares.
¿Sabía de todo ello el espurio Calderón?
¿O se hacía tonto?
Concluyo que sí sabía y que, por miedo a lo que desde hoy comience a surgir del juicio a García Luna, en Brooklyn, fue que cobardemente huyó a España.
¿O usted qué cree?
Indicios
En contra de mi costumbre de escribir bien o mal de los jefes de prensa —algunos de los cuales se vuelven multimillonarios usando el nombre de periodistas a quienes dicen “controlar”—, no sin pena le informo que, desde finales de diciembre de 2022, el publirrelacionista Carlos Olmos Tomasini está internado en el Reclusorio Oriente de CDMX, acusado de diversos delitos relacionados con el empleo de millonarios recursos públicos en tanto ocupó el cargo de comunicador de la Secretaría de Salud del fallido gobierno del espurio Felipe Calderón, tal y como aquí le platiqué el 24 de junio de 2013, bajo el título “SSA: Publicidad enfermiza”. Ligado a los medios de comunicación desde 1979, cuando este escribidor lo presentó con distintos colegas y políticos, su defensa la asumió el director de un diario de reciente creación al frente del equipo jurídico del propio cotidiano. En la causa penal también deberían aparecer quienes fueron voceros de Calderón en Los Pinos, Maximiliano Cortázar, Alejandra Sota y, entre otros, un empresario que vende publicidad exterior en los laterales de autobuses urbanos. * * * De excelente factura el documental “La revolución del dinero” que el equipo de @adnopinion transmitió el sábado a través de la señal de adn40. Una petición: retransmítanlo varias veces más y en distintos horarios, pues las teleaudiencias deben conocer todo lo que ahí se revela y que prácticamente hasta hoy a muchos nos era desconocido. ¡Felicidades! * * * Y por hoy es todo. Agradezco su lectura de este texto y, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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