Acecha el “fantasma” de una recesión
Luis Muñoz martes 3, Ene 2023Segunda vuelta
Luis Muñoz
Inicia 2023 y el panorama económico no pinta nada bien para México, la región latinoamericana y, en general, para el mundo, acechado por el fantasma de una recesión.
Cuando los bancos centrales de todo el mundo aumentan simultáneamente las tasas de interés para responder a la inflación, el mundo podría estar avanzando poco a poco hacia una recesión mundial y una serie de crisis financieras en los mercados emergentes y las economías en desarrollo, que les podrían causar daños duraderos, según expertos del Banco Mundial.
México, inmerso en esta vorágine, podría tener un repunte de su Producto Interno Bruto de 3%, cifra que parece optimista pues duplica las expectativas de organismos como la OCDE y el FMI.
No obstante, se está recuperando de una pandemia que ha tenido un profundo impacto económico y social. Los trabajadores informales, las mujeres y los jóvenes se han visto especialmente afectados, lo que ha agravado retos sociales preexistentes.
Visto por especialistas desde el exterior, el sólido marco de política macroeconómica de México ha salvaguardado la estabilidad macroeconómica; sin embargo, las perspectivas de expansión a medio plazo se han debilitado y el ritmo de crecimiento en las dos últimas décadas ha sido bajo.
La pobreza y la desigualdad entre regiones todavía son elevadas. Factores como la informalidad, la exclusión financiera o la corrupción han obstaculizado el desarrollo de la productividad; las bajas tasas de participación femenina y una inversión débil desde 2015 también han afectado a las perspectivas de crecimiento a medio plazo.
¿En América Latina cuál es la situación?
En la región latinoamericana también se aproxima un duro frenazo económico, según el informe Perspectivas de la Economía Mundial del FMI, que reafirma la tendencia descendente que marcaría el camino de gran parte de las economías, refirió la BBC News. Se había dicho que en 2022 la región crecería 3,5% y apenas 1,7% este 2023, en medio de una elevadísima inflación, un veloz aumento de las tasas de interés que busca atenuar el incremento de los precios, las monedas debilitadas frente al dólar y flujos de capitales que emigran hacia tierras más seguras en busca de mayor rentabilidad.
Mientras el aumento en el precio de algunas materias primas en los mercados internacionales le ha dado un respiro a varias economías latinoamericanas -actuando como “un colchón” para amortiguar la crisis- también ha encarecido los costos de otros productos importados.
El problema es que si hasta ahora las cosas han estado difíciles, con niveles de inflación no vistos en décadas y con las heridas que dejó la pandemia aún expuestas, el panorama futuro parece ser muy desafiante.
A nivel global, apenas arrancando 2023, advierten que hay “nubarrones en el horizonte”.
Un análisis del Real Instituto Elcano destaca que las asambleas anuales del FMI y el BM celebradas en Washington han constatado que la desaceleración económica mundial se intensificará en 2023. La inflación será todavía persistente, lo que obligará a una contracción monetaria más intensa, sobre todo en Estados Unidos, que podría seguir fortaleciendo el dólar y causar problemas a muchas economías emergentes y en desarrollo, como la de México.
La realidad es que el entorno se ve enormemente incierto y volátil en un contexto en que la guerra en Ucrania y la rivalidad geopolítica dificultan la cooperación internacional.
Si el presidente de la Fed, Jerome Powell, decía en septiembre en las reuniones de Jackson Hole que bajar la inflación iba a ser doloroso, ahora se afirma que lo peor para la economía global está por venir.
Más allá de la difícil coyuntura macroeconómica, la sensación general ha sido que el mundo se enfrenta a lo que el historiador económico británico y profesor de la Universidad de Columbia, Adam Tooze, ha bautizado como “policrisis”, que no es otra cosa que la acumulación temporal de crisis que provoca secuelas como el crecimiento y cronificación de la pobreza, que son críticas en sí mismas.
Cuanto los expertos advierten que “lo peor está por venir”, nadie duda ya que la economía mundial se está desacelerando. Los estímulos monetarios y fiscales a los que dio lugar la pandemia en 2020 y 2021, unidos a los shocks de oferta por la restructuración de las cadenas de suministro y el aumento del precio de la energía, han recalentado la economía global sacando al genio de la inflación de su lámpara por primera vez en 4 décadas, lo que ha obligado a la política monetaria a volverse mucho más contractiva, con el consiguiente efecto negativo sobre el crédito, el crecimiento y el empleo.