El mandatario y el atentado
Armando Ríos Ruiz miércoles 21, Dic 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
La postura que el Presidente ha adoptado ante el atentado que sufrió el comunicador Ciro Gómez Leyva, la semana pasada, primero con un supuesto sentimiento de preocupación que debe haber ensayado previamente y luego con acusaciones graves al mismo agraviado y a sus “adversarios”, que sólo a una persona afectada visiblemente de sus facultades mentales se le ocurren, raya en la demencia. En el desequilibrio.
No es el único que ha elucubrado al respecto, de manera parecida. Muchos que lo adoran se le adelantaron. Pero basta conocer versiones de expertos, sobre la trayectoria de los disparos, para desechar semejante idea: “Estos iban directamente a la cabeza del periodista”. Nadie en sus cinco sentidos sería capaz de hacer una simulación de intento de su propio asesinato, con personas diestras en manejo de armas y con una puntería que evidencia esa destreza, como para no pensar que una bala pudiera atravesar el blindaje de la camioneta en que viaja.
No basta con saber que había protección y que el vidrio aguantaría la fuerza de la bala. Siempre que se arriesga la vida, más con conocimiento de causa, existe el temor obvio de que la prueba pudiese fallar.
Lo que el mandatario dice es realmente incongruente. Manifestó que el ataque a balazos contra Ciro, cuando se dirigía a su domicilio, pudo haber sido para desestabilizar al país. ¿Qué tendría que ver el intento o la factible muerte con desestabilizar al país? Tal conjetura parece esconder la aceptación de una culpa tácita, de sentirse responsable por adelantado, pero con la idea de que hay que expresarla para expulsarla. Para decir: “nosotros no fuimos”.
Y de paso, para responsabilizar a otros, como ya es más que sabido por todos los mexicanos. Inclusive circula por las redes sociales un mensaje que emula actitudes del Ejecutivo. Alguien se levantó temprano, como él. Habló mal de los de siempre y repartió culpas a diestro y siniestro.
Lo hemos repetido hasta el cansancio. Organizaciones internacionales como la ONU y otras periodísticas, de diferentes partes del mundo han solicitado al mandatario dejar de hostigar desde sus aburridas conferencias matutinas a los periodistas mexicanos. Se ha insistido que tal conducta ha incidido en el asesinato de muchos de ellos, sin que hasta hoy se conozca a los responsables de una muerte siquiera. Sin embargo, no se ha desestabilizado el país.
Alguien dirá que Ciro es más conocido que quienes han perdido la vida a manos de los criminales. No obstante, resulta imposible que esa acción pudiera debilitar al Presidente, quien, por cierto, cada vez que puede presume su estabilidad que se basa en millones de convencidos a su favor.
En el Parlamento Europeo se aprobó una resolución condenatoria al gobierno de México, con datos así (del informe anual de Reporteros Sin Fronteras, que cifra en 11 los periodistas muertos en el país en 2022), con un fin politiquero“, expuso el mandatario. Siempre es la víctima, cuando diariamente, desde su púlpito mañanero afila esa guadaña perniciosa contra el pasado, contra algunos ex presidentes. Contra los periodistas que lo critican.
El mismo Ciro Gómez Leyva, a quien el Presidente llamó “vocero del conservadurismo”, señaló que sólo le falta afirmar que el autor de su atentado fue Claudio X. González, Loret de Mola o Genaro García Luna. No habló de su cliente preferido, Felipe Calderón, porque se encuentra en España. Aunque bien pudo haber ordenado ese intento de desequilibrio gubernamental desde allá.
Después del atentado, había ofrecido su respaldo a Ciro. Pero tal vez reflexionó y decidió volver a arremeter en su contra. Luego de su última embestida, el periodista le contestó: “Ofrece AMLO apoyo y luego te escupe”.
Tampoco es desconocida esta actitud. Más de uno que lo ha conocido durante toda su vida, ha expresado que utiliza a sus mismos amigos y los desecha cuando ya no le sirven. Lo hemos visto en la práctica. ¿Pero qué haría si se tratara de un enemigo, como los periodistas, a quienes condena sin misericordia?