¿Qué esconde López?
¬ Francisco Reynoso jueves 17, Nov 2022Triple Erre
Francisco Reynoso
El presidente López se calentó. La marcha espectacular del domingo pasado para defender al INE, aunque muchos de los que participaron, diría que la mayoría, ignoraban cuál era el peligro que pendía sobre el máximo órgano electoral del país, encabritó al Presidente y va en pos del rescate de las calles.
Antes de que se apoltronara en los súper lujosos aposentos del Palacio Nacional, López Obrador era el rey de las calles, de las marchas, plantones y manifestaciones.
Ahora se ha vuelto un burócrata holgazán y fifí. Arrastra una fama poco envidiable de que no trabaja, de que después de la mañanera se regresa a sus habitaciones, se pone el pijama y se mete a la cama con Beatriz, a dormir. Y que al mediodía, si las reumas u otros achaques no se lo impiden, se va a jugar una cascarita de beisbol, aunque últimamente sólo como bateador designado, porque jugar en el cuadro, como segunda base o parador en corto, le resulta imposible porque ya no se puede agachar.
Así que el próximo día 27 quiere dar una muestra de lo que es arrastrar multitudes, aunque sean acarreadas.
A la marcha en defensa del INE, convocada por organizaciones de la sociedad civil, participaron alrededor de 650 mil personas. López querrá que lo acompañe el doble. O por lo menos un millón de hombres y mujeres de todas las edades, colores y condición social.
De esa tarea -de acarrear y juntar un millón de personas- se encargarán Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Mario Delgado, líder nacional de Morena; los 20 gobernadores del ala lopezobradorista y Pedro Haces y Alfonso Cepeda, líderes de los sindicatos obrero y magisterial más grandes de México.
Por supuesto que será difícil. Algunos, como la “corcholata” favorita, tiene para gastar lo que sea necesario. Finalmente, no sería un gasto sino una inversión. Pero otros acarreadores, como algunos gobernadores que andan con una mano adelante y otra atrás, como David Monreal de Zacatecas, pasarán penurias, a menos que Rogelio Ramírez de la O los saque del problema.
Pero todo este espectáculo de marchas callejeras, discusiones mediáticas, epítetos altisonantes: Cretinos, corruptazos, hipócritas -a López sólo le falta gritar a sus adversarios ¿hijos de la chingada!- algo está ocultado.
La Cuarta Transformación y el presidente López han hecho muy espesa esta última cortina de humo y no se alcanzan a ver indicios.
¿Qué oculta el Presidente? ¿De qué quiere distraer a los ciudadanos y a los medios de comunicación? ¿Que está pasando o qué desgracia está a punto de suceder?
López Obrador, todo mundo lo sabe, es un verdadero diablo. Sabe bien que el secuestro del INE que pretendía no se lograría nunca sin tener el control absoluto en las Cámaras del Congreso de la Unión.
Y tiene muy claro que eso del “plan B” es una mafufada que de ninguna manera le permitiría rasurar al consejo general del INE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ni tampoco desaparecer las candidaturas plurinominales de diputados y de lista nacional de senadores.
Entonces, ¿qué se trae entre manos López Obrador? ¿Qué se comió o se está comiendo?
Esas son las preguntas que se hacen los que conocen las malas entrañas del Presidente de México. Y que perciben un hedor nauseabundo en las alcobas del Palacio Nacional.
Porque si para algo es bueno López es para prender fuegos artificiales que distraigan la atención de la gente.
El caso Ayotzinapa se le está poniendo peliagudo a López. La verdadera verdad histórica que contó Alejandro Encinas y por la que metieron a la cárcel a Jesús Murillo, se está convirtiendo lenta, pero inexorablemente en una patraña. Y todo mundo se ha dado cuenta, principalmente los padres de los normalistas desaparecidos y organismos internacionales de investigación.
Y lo más peliagudo para López es que en la verdad verdadera de Encinas está metido hasta el cogote el Ejército; los soldados que tienen la sartén del poder por el mando en México.
¿Qué está tapando López?
El escándalo de corrupción que estalló entre el fiscal de la República, Alejandro Gertz, y Julio Scherer, ex consejero jurídico de López Obrador, acusándose ambos de extorsión, tráfico de influencias y asociación delictuosa, quedó sepultado en el silencio.
El lodazal que arrojó la “casa gris” de José Ramón López Beltrán y su esposa Carolyn Adams, por presuntos negocios turbios con contratistas de Pemex que es caso cerrado, al menos en la opinión pública.
Y de los escándalos de la nueva “estafa maestra” en Segalmex y los atracos descarados y tráfico de contratos en el Instituto Nacional para Devolver al Pueblo lo Robado ya nadie parece acordarse.
Y ¿qué pasó con los escándalos de Cuauhtémoc Blanco y Américo Villarreal, presuntos narcogobernadores morenos de Morelos y Tamaulipas? ¿Son agua pasada?
¿Qué tapa o quiere tapar López Obrador?
Es para pensar y echarse a temblar de miedo.
La verdad es la verdad
y no admite otros datos