Me equivoqué con Porfirio Muñoz Ledo
Francisco Rodríguez viernes 19, Ago 2022Índice político
Francisco Rodríguez
Cierta tarde de mediados de la década de los 80 del siglo anterior recibí la llamada de mi amigo y colega Gonzalo Álvarez del Villar, quien me preguntaba qué sabía yo de la Corriente Democrática del PRI.
No lo vio Gonzalo, pero me quedé con “cara de what”.
Le respondí que no sabía.
Y amable, él contextualizó su interrogante inicial.
Palabras más o menos me dijo que el director general de su periódico —aquel memorable unomásuno—, don Manuel Becerra Acosta, había comido ese día con Porfirio Muñoz Ledo.
Que, en el convivio, el político había comentado con el editor del diario la creación de esa Corriente Democrática dentro de aquel PRI que se mantenía cerrado a opiniones que no fueran las del Presidente de la República en turno. Que sólo servía como brazo electoral de sus “superiores designios”.
El organismo que operaba los triunfos —el de todas, todas; el del carro completo— de los candidatos a los que el dedo presidencial señalara. Igual que como sucede ahora con Morena, el movimiento —para el acarreo— de Andrés Manuel López Obrador.
Y que Becerra Acosta le estaba encargando elaborar una nota sobre el tema.
Gonzalo siguió indagando con otros colegas.
Y este escribidor llamó por teléfono a Muñoz Ledo.
—Vente para la casa y aquí te platico —me dijo Porfirio—. Te voy a dar una información exclusiva.
Rápido llegué a su residencia en San Jerónimo.
Y ahí comenzó a escribirse la historia de la Corriente Democrática del PRI.
“Lave, exprima y tienda”
Vivaz, culto, preparado para ejercer las actividades políticas, el ya para entonces ex presidente del CEN del PRI y ex titular de las secretarías del Trabajo y de Educación Pública —entre otros cargos de alto nivel— me informó que, junto a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, entonces gobernador de Michoacán, y también con el economista e internacionalista Eugenio Anguiano Roch, habían invitado a varios priistas a integrarse.
El motivo inicial era impedir que el primer mandatario, Miguel de la Madrid Hurtado, decidiera su sucesión a favor de un tecnócrata educado y adoctrinado en Harvard o en cualquier otra escuela de la Ivy League. “Una sucesión, enfatizó, que le dé la espalda a los Estados Unidos”.
Y comenzó a recitarme algunos de los nombres. Sin algo en qué anotar, le pedí al anfitrión unas hojas de papel.
Me entregó un block con membrete de la SEP en el que escribí, entre varios más, los nombres de… … Ifigenia Martínez, Carlos Tello Macías, Rodolfo González Guevara, Ignacio Castillo Mena, Vicente Fuentes Díaz, Armando Labra Manjarrez, Roberto Robles Garnica, Beatriz Paredes Rangel, Fernando Gutiérrez Barrios, Janitzio Múgica Rodríguez Cabo, César Buenrostro, Francisco Javier Ovando Hernández, Leonel Durán Solís.
Al día siguiente escribí “la exclusiva”. Se publicó la mañana de un sábado.
En esa colaboración para el diario Ovaciones, —el célebre, el de Fernando González Parra—, bajo el título Balcón de la Política, este escribidor concluía que Muñoz Ledo pecaba de ingenuidad si creía que todos aquellos que se habían anotado permanecerían leales a ese proyecto democratizador del PRI.
Y que además, llevarlo a la concreción no sería tan fácil. Que, cándido, él pensaba que era tan fácil como aquel spot radiofónico del detergente: “Lave, exprima y tienda”.
Me equivoqué con Porfirio Muñoz Ledo.
Ostenta gran autoridad moral
Esta última frase sirvió como muletilla que el político me repetía cada ocasión en la cual nos encontrábamos. Y es que, aunque la sucesiónde De la Madrid no sólo no le dio la espalda a Estados Unidos sino que, prácticamente, se la entregó a George Herbert Walker Bush, a la sazón vicepresidente y candidato a suceder a Ronald Reagan en la Casa Blanca.
Y es que, como es bien sabido, el dedo presidencial señaló —en mala hora— a Carlos Salinas de Gortari.
Tal no fue una derrota para la Corriente Democrática, para entonces ya diezmada –Gutiérrez Barrios y Paredes Rangel, entre otros, abandonaron el proyecto—, sino una suerte de aliciente, pues el partido tricolor terminó por abrirse a otros movimientos emergentes dentro de sus filas.
Muñoz Ledo es un adelantado a su tiempo.
Contestatario, marca línea.
Hoy lo hace. Publicó hace unos días un “Llamado a restaurar la República” en el que, con toda autoridad moral, se suma a la creencia generalizada de que el actual Presidente de la República mantiene lazos con el crimen organizado. Concretamente, con los cárteles del narcotráfico.
Así, subraya que con los militares nuevamente en las calles, hay una suerte de “guerra interna pactada por el gobierno con el crimen” y que hay que forjar una “unidad combatiente por la paz”.
Y aunque la respuesta de AMLO fue visceral, pues arguyó —no que haya argumentado, simplemente arguyó— que esas afirmaciones son “corrientes y muy vulgares”, retando a que si tienen pruebas, que las presenten, y asegurando que son acusaciones “completamente falsas”, en los hechos los actos presidenciales confirman la sospecha.
Me equivoqué con Porfirio.
Sus luchas son valientes. Él sí argumenta sus dichos. Tiene la autoridad moral —repito— para hacerlo. Hay de personajes a personajes. Y también, en la política, personitas.
Indicios
Este otro PRI, el actual, el de Alejandro Moreno Cárdenas, está bajo fuego nada amistoso de la (mal) llamada 4T. Y aunque su jefe máximo repita y repita que en su corazón no guarda rencores y que su fuerte no es la venganza y que bla, bla, bla… El hecho es que, a partir del rechazo de los diputados priístas, panistas y perredistas a la “ley Bartlett” en materia de electricidad, el campechano se mantiene en la mira del señor López Obrador. Audios grabados ilegalmente, filtración de sus conversaciones en las redes sociales, escándalos estallados por la folclórica gobernadora Layda Sansores, denuncias penales ante la Fiscalía de Alejandro Gertz Manero, y ahora solicitud de juicio de procedencia para despojarlo del fuero constitucional presentada por el cómico bailarín Renato Sales Heredia —nada sacó de su padre, Renato Sales Gasque— para que la domesticada, dócil e indigna mayoría morenista en la Cámara de Diputados la procese vía fast track, forman parte del tendido de cama que desde Palacio Nacional le han preparado. Moreno, empero, ha obtenido el apoyo de los dirigentes del PAN, Marko Cortés, y del PRD, Jesús Zambrano, lo que ha servido incluso para fortalecer a la Alianza electoral que ha evolucionado a Coalición para gobernar juntos y, por mientras para combatir al hiperpresidencialismo. Andrés Manuel López Obrador, involuntariamente, se ha convertido en el mayor factor de cohesión de las oposiciones partidistas. * * * A ver, a ver, ¿cómo está eso de que un miembro del Poder Legislativo acudió al titular del Poder Ejecutivo para pedir el apoyo del jefe máximo para encabezar la mesa directiva de la Cámara de Senadores? En efecto, José Narro Céspedes fue a Palacio Nacional a pedir la bendición del ocupante —con todo y tropas— del mismísimo Primer Magistrado. Totalmente fuera de lugar, ¿no cree usted? * * * A propósito de la Cámara alta, con gran boato —organizado por ella misma— se despidió del máximo cargo directivo del órgano legislativo la señora Olga Sánchez Codero. Tal vez para hacerse notar, tras su intrascendente paso por el cargo que a ella sí le dieron en Palacio Nacional. * * * Hago constar que recibí una llamada de un muy irritado Enrique Vargas del Villar para reclamar lo que él considera una falsedad. Que en Huixquilucan cobran a los usuarios por brindarles ¡agua caliente! Defiende al ayuntamiento que encabeza su señora esposa, dice, porque como coordinador de la bancada blanquiazul en el Congreso del Estado de México, él se encarga de ver todos los asuntos de los alcaldes panistas en la entidad y no porque la alcaldesa, Romina Contreras Carrasco, sea su cónyuge. * * * Por hoy es todo. Le agradezco la lectura de estos párrafos y, como siempre, deseo que usted disfrute de ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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