Muchas razones, entre ellas su cocina, hay para visitar Iguala, cuna de la independencia nacional • I
Turismo lunes 8, Ago 2022De cinco estrellas
Victoria González Prado
[ Primera de dos partes ]
Iguala, Guerrero.— No había estado en esta ciudad de Guerrero, y debo decir que tampoco pasó por mi mente visitarla ni venir a la región del norte de la entidad. Iguala está en un valle rodeada por nueve montañas. Es la tercera localidad más importante del estado, después de Chilpancingo y Acapulco, y también la más poblada, muy bien comunicada en lo terrestre.
Su nombre oficial, dicen, es Iguala de la Independencia y, claro, es por la gran importancia histórica que ha tenido, pues aquí se firmó en febrero 24 de 1821 el plan para la consumación de la independencia de México, que unió a las fuerzas insurgentes y las realistas en el Ejército de las Tres Garantías: independencia, unión y religión.
En esa misma fecha el sastre y peluquero José Magdaleno Ocampo elaboró la bandera trigarante, de tres franjas diagonales de seda con colores blanco, verde y rojo, con sendas estrellas doradas.
Iguala también fue la primera capital del estado de Guerrero –27 de octubre de 1849– y su nombre está escrito en la estrofa IX del Himno Nacional, otro motivo más de orgullo para los igualtecos.
Actualmente se desarrolla el convenio denominado “Iguala, ponte guapa”, que consiste en pintar las fachadas de todas las casas y mantener siempre limpias las calles, y ya llena de orgullo a los igualtecos
Aunque pequeña, Iguala posee muchos atractivos que seguramente pronto se convertirán en extraordinarios productos turísticos. Hay tres centros joyeros, con más de 300 establecimientos que venden todo tipo de joyería, toda muy atractiva elaborada por hábiles artesanos, que son considerados las mejores de México. Hay joyería moderna y filigrana de oro rosa, amarillo, blanco y negro, y de plata de ley a precios que sorprenden por lo bajos y porque su calidad y presentación son superiores a la de los centros joyeros de Guadalajara y la Ciudad de México.
Allí platicamos con Saúl Escobar, del taller «Calacos», y Erick Lara Abarca, gerente de la joyería “Orovel’s”
A Iguala se le conoce también como “La ciudad tamarindera”, y es que aquí hay más de 32 árboles de tamarindo que fueron plantados hace más de 200 años y su fruto se convirtió en típico de la región.
Y si hablamos del clima, los amantes del calor se sentirán maravillados. ¿Qué les digo?, es más que cálido. La realidad es que el calor es para andar con ropa muy ligera y, por supuesto, bañado en bloqueador.
Durante el recorrido por la ciudad nos acompañaron Mónica Brito, directora de Turismo de Iguala, y Guillermo de la Cruz Isa, cronista de Iguala, quien paso a paso nos iba contando innumerables detalles de esa ciudad.
Empezaré al revés mi relato, quizá porque es lo que más me gusta: lo culinario, comer.
La cocina igualteca es deliciosa, tiene exquisitas especialidades y más vale que se las deguste poco a poco y sin excederse, por si acaso.
Si vienes a Iguala no dejes de probar la carne de puerco con salsa de chile y ciruela, los pichones asados, cochinita pibil, pozole verde o blanco en los tradicionales jueves pozoleros, las “picadas” con papa, y por favor no olvides ponerles salsa de guajes, bien picosa, o la famosa Robertina, hecha con chile serrano y aceite, y se las conoce también como “traumantina” porque si echas de más a tu platillo te traumará y te hará llorar. También hay las “enchiladas pobres”: tortillas dobladas con salsa de jitomate, sin relleno y encima queso rayado espolvoreado con aros de cebolla de adorno.
A los tacos de canasta, al pastor, a las gorditas y aun a las picadas se les pone encima un puño de semillas de calabaza tostadas, tradición de los igualteos. Y yo que las tenía enfrente les quitaba la cáscara para comerlas… Y también el famoso aporreado, que es huevo con cecina.
Para refrescarte hay, por supuesto, la tradicional agua de tamarindo, pero también horchata o agua de fresa con naranja, o mezcal para el desempance.
Llegamos a “La Finca Linaloe” cuyo cocinero y propietario, Francisco Román, nos explicó cómo preparar el pozole igualteco verde o blanco, acompañado de aguacate, manitas de cerdo en vinagre, chicharrón, chalupitas y tacos dorados.
También te recomendamos el restaurante “Di’ Vino” calificado como uno de los diez mejores de Iguala. Karla Angélica Álvarez, es propietaria y nos comentó que combina recetas de Yucatán, Veracruz y la Ciudad de México.
Otro atractivo es el asta que está en la cima del cerro Tehuehe; tiene 110 metros de altura –con todo y pararrayos– y pesa 145 toneladas y la bandera que se iza en ella mide 55 x 31.43 metros. Se usó por primera vez el 24 de febrero de 1998, durante la ceremonia encabezada por el entonces presidente Ernesto Zedillo.
Desde ese cerro la vista de Iguala es “InIGUALAble”.
Y sí, InIGUALAble, otro lema que a los igualtecos y a sus visitantes nos encanta. Ahí, en el cerro del Tehuehue donde ondea la gran bandera, también está “Alas de la nación”, obra en bronce del escultor Raúl Fombona, que conmemora el bicentenario del Plan de Iguala y la consumación de la Independencia nacional. Su diámetro es de más de siete metros, con doble vista, ideal para las hoy famosas selfies.
“La cuna de las banderas” llaman también a Iguala, y no por tener muchas ondeando al viento, sino por el museo donde se exhiben réplicas de las insignias utilizadas en la Nueva España, el estandarte de Miguel Hidalgo, la de José María Morelos, la del Ejército Trigarante, la del gobierno de Porfirio Díaz, la utilizada por Francisco I. Madero al trasladarse al Castillo de Chapultepec y la bandera actual, y la réplica de la campana que utilizó Miguel Hidalgo y Costilla para convocar al pueblo a la lucha por la independencia de México.
La sala cuenta con 17 ventanas, que permiten la iluminación natural durante el día, y en cada cristal están plasmadas las imágenes de insurgentes, entre ellos Josefa Ortíz de Domínguez, Juan Aldama, Leonora Vicario y Miguel Hidago y Costilla.
(Continuará)
“El ángel de la fama tiene sus alas hechas de papel… periódico”.
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