¿Por qué Dios castiga a México?
Armando Ríos Ruiz lunes 25, Jul 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Parece broma, pero es en serio, y al decirlo aparece la persona no cuerda. Que delira. Que no está del todo en sus cabales. La única que no se da cuenta justa de los estragos que causa el llamado crimen organizado y la estrategia ridícula de abrazos, no balazos que lo alienta. Que le da alas. Es una burla a la inteligencia de los mexicanos que, temerosos, advierten el diario avance de la delincuencia, que se apodera libremente, cada día, de este noble territorio.
Es inconcebible que el único que no se dé cuenta, sea el creador de semejante desatino. Mientras, los habitantes conscientes de México, repudian cada vez más la hora en que alguien así se convirtió en Presidente. Las redes sociales han dado cuenta de ese terrible desánimo. Han circulado reclamos que se refieren a los miles de millones de habitantes del planeta. De multitud de países que existen y de situaciones por el estilo y de que, para desgracia del país
y de sus habitantes, el actual Presidente tuviera que nacer precisamente aquí.
¿Qué karma paga México, para recibir semejante castigo? ¿O tal vez somos los mexicanos los que hemos fallado en algo importante que desconocemos, ligado a esas potencias que aseguran existen y que cobran muy caro los errores? Y en todo caso ¿Cuánto tiempo más habremos de aguantar para que el cobro sea suficiente y quedar fuera del alcance de dichas energías?
Mientras no llega la señal divina de ¡alto!, el Presidente se regodea en sus cotidianos dislates. En sus abrumadoras mentiras repetitivas, desgastantes, que atosigan y que se usan como arma letal que embrutece más y más a los embrujados convencidos de contar hoy con el mejor presidente del mundo. Mientras, afuera, está ese mundo que también lo señala.
Las matemáticas sencillas y ciertas instituciones, mencionan que hasta hoy, hay en México poco más de 124 mil homicidios dolosos y feminicidios. Aún faltan por acumularse muchos miles, porque aún faltan dos años y medio de lo mismo. El Inegi señala que en el pasado, con Felipe Calderón, motivo de su odio inocultable, murieron 122 mil mexicanos y con Peña Nieto más de 156 mil.
Apuesto doble contra sencillo, que el número de muertos rebasará a ambos sexenios y que al terminar el presente, México ya no estará controlado al 30 por ciento por el crimen organizado, sino por más de 50, de continuar las cosas sin cambio, como amenazan. Con la estrategia más ridícula y vergonzosa que alguien haya discurrido: la de “abrazos, no balazos”.
Entonces, a ver quién para los embates del crimen. Entonces a ver quién es el campeón de campeones capaz de reparar la maquinaria que mueve a México, que ya está bastante averiada y que quedará dispuesta para una cirugía científicamente mayor. Nada fácil de volverla a un ritmo más uniforme.
Para variar, el Presidente tiene otros datos. Afirmó que su estrategia funciona, frente a la estela escarlata que tiñe al país entero y al olor a cadáver que flota en el ambiente. Aseguró que parar la violencia le ha costado a su administración y que de lunes a viernes se atiende la inseguridad en una reunión matutina con su gabinete.
Pues con razón. La inseguridad se atiende en los campos en donde se genera. No reunido con su gabinete. Pero también dijo que por honestidad intelectual no cambiará su estrategia. Que alguien me haga el favor de decirme a qué se refiere con la honestidad intelectual. No sólo eso. También dijo que si no funcionara, ya la hubiera cambiado. ¿Qué es lo que sólo él ve?
Tal vez en cualquier momento, México reciba el apoyo de Estados Unidos en eso de obligarlo a atender en serio el crimen, que crece cada día desmesuradamente, si es que se decide a pararlo porque también allá les afecta de múltiples maneras. Así como tomó la decisión de conminarlo a capturar de una buena vez por todas, a Rafael Caro Quintero. Sobre este tema, se sabe que las autoridades vecinas le habían requerido su captura en 13 ocasiones.