Leyes no escritas
Alberto Vieyra G. martes 24, May 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Durante las siete décadas que duró el sistema político priista imperaron reglas de oro no escritas o si usted quiere leyes de oro no escritas, que hicieron que la sucesión presidencial estuviese libre de barbarie con excepción del asesinato de Colosio en 1994.
Una ley de oro no escrita en el sistema político mexicano era que, mediante el dedazo, el Presidente de la República en turno designaba en el quinto año de su gobierno al nuevo tlatoani sexenal. En ese momento, el Presidente de la República transmitía automáticamente gran parte de su poder político al nuevo ungido. El priismo se iba automáticamente a la cargada, es decir que la bufalada se cuadraba ante el nuevo candidato presidencial, arropado por los llamados tres sectores del PRI: el popular, el obrero y el campesino. Esa ley de oro no escrita permitía que no hubiese ingobernabilidad en el país.
Desde propiamente el “destape”, el nuevo Dios sexenal recibía peticiones, reclamos y propuestas de toda índole, mientras que él se concretaba a hacer sus consabidas promesas de campaña electoral, muchas de las cuales quedaban en eso: promesas, como hoy van quedando en la era no priista.
En alguna etapa de la campaña electoral, el candidato priista solía taparle el ojo al macho rompiendo con quien le daba vida a “la democracia perfecta”, calificada así por el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.
¿Por qué hago historia?
Mire usted. A menos de cumplir tres años cobrando como Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador haría trizas esa ley de oro no escrita que permitía la gobernabilidad en el país, pues ante su manifiesta incapacidad para conducir el gran poder político de México cometió el monumental error político de destapar a sus corcholatas, en primerísimo lugar para desviar la atención de los problemas torales de la República, manteniendo a los mexicanos ocupados en cuestiones frívolas de futurismo político y ese error garrafal está llevando al país a la total ingobernabilidad.
Esa infame ingobernabilidad la vemos en la incontenible carnicería que vive la patria mexicana, a cargo de las mafias criminales a las que se les protege “porque también son seres humanos” y porque la principal estrategia amlista para contener la criminalidad en México es “abrazos y no balazos”.
Pero, además en la era AMLO México vive una catástrofe de salud pública con más de 600 mil muertos por el infame tratamiento de la pandemia del coronavirus, más de 120 mil asesinatos dolosos en lo que va de la era AMLO, los feminicidios que han sentado sus reales, el incremento escandaloso de las desapariciones forzadas a razón de 25 en promedio diariamente, amén de la catástrofe económica con una imparable inflación que rasguña el 8% en el último año, la catástrofe educativa y en fin que en la era AMLO la nación azteca vive la catástrofe de catástrofes. Y como es lógico, el Presidente de la República recurrió a los destapes presidenciales anticipados, evidenciando con ello el resquebrajamiento en las filas morenistas y la incontenible ingobernabilidad en la nación azteca, en la que el Estado es incapaz de garantizar las vidas y los bienes de todos los mexicanos.
La oposición no morenista vela armas y ante la catástrofe de catástrofes que incluye también la destrucción de las instituciones y del Estado de Derecho, la próxima contienda presidencial de 2024 no será apta para cardíacos ni tampoco para los no curados de espanto. Para entonces, México será rehén de las mafias criminales y la ingobernabilidad. ¡Aguas con el México bronco!