Campanas al vuelo
Alberto Vieyra G. jueves 28, Abr 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¡Aleluya, aleluya, aleluya…! ¿Ya la libramos, ya salvamos todos el pellejo? ¿El mundo ya salió de la pesadilla por la pandemia que ha dejado en el mundo más de 6 millones de muertos, 700 mil de ellos en México? ¿Es momento de bajar la guardia y creerle a un mentirosillo de siete suelas llamado Hugo López-Gatell quien el martes, en su calidad de subsecretario de la salud, ya echó las campanas a vuelo al declarar el fin del uso del cubrebocas, de sanitizantes y del semáforo epidemiológico? ¿Usted le cree a ese mitómano, quien por cierto esta demandado penalmente ante la Fiscalía General de la República por la mortandad que ubica a México como la cuarta nación en el mundo de decesos por el coronavirus?
Lo que usted y yo sabemos, y por supuesto que es creíble es que la Organización Mundial de la Salud no ha declarado el fin de la pandemia, tampoco la Organización Panamericana de la Salud, es decir que la emergencia sanitaria sigue en todo el mundo, pero como usted puede ver en México ya somos otra vez felices. Ya podemos echar las campanas a vuelo, darle vuelo a la hilacha en antros, fiestas, tertulias; pues como dice el dicho “el muerto al pozo y el vivo al gozo”.
Oficialmente, el gobierno habla de 324 mil muertos a causa del coronavirus, pero la aritmética que el propio Hugo López-Gatell empleó al principio era que había que dividir por ocho, luego que por siete, después que siempre no y de un Cantinflas no pasó; pero de acuerdo con el Registro Civil y el Inegi, México acumuló casi 700 muertes por Covid-19. Sí, son los muertos de AMLO, quien junto con el zar contra el coronavirus creó todo un mar de confusiones entre la gente, pues unas veces decían que “el uso del cubrebocas no era obligatorio, que no servía de nada, que no pasa nada, que pueden salir a restaurantes, abrácense, que no panda el cúnico y que el Presidente de la República no es fuente de contaminación” y que la mamá del muerto.
Lo cierto es que ambos politicastros mitómanos se contaminaron del coronavirus hasta en dos ocasiones porque su rebeldía no les permitió deformar su rostro, como si estuvieran tan chulos, usando un cubrebocas. AMLO tuvo que usarlo a regañadientes en la Casa Blanca cuando le fue a hacer la campaña electoral a Donald Trump y durante algunos vuelos comerciales, pero oficialmente nunca se declaró obligatorio el uso del cubrebocas. Todos esos puntos nos hablan de una monumental negligencia criminal que algún día será ventilada ante la justicia azteca o internacional, pues estamos ante una nueva forma de genocidio.
Fíjese que Europa todavía está en aprietos y continúa haciendo pruebas anti-Covid, las que por cierto no se hicieron en México y de haberse declarando obligatorio el uso del cubrebocas, se habrían evitado muchos miles de muertos.
Ahora mi respetuosa suplica a mis tres lectores y radioescuchas es que no olvidemos la conciencia que adquirimos ante la macabra peste. Sobre todo en espacios cerrados, siga usando su mascarilla, aunque no nos guste. En espacios abiertos, durante esta temporada de calor no será tan fácil que nos ponga en jaque el coronavirus, pero en términos generales no le crea a López-Gatell, que irremediablemente irá a prisión el día en que se le acabe el manto protector del “Dios” sexenal.