Cuauhtémoc, más negro que blanco
Armando Ríos Ruiz viernes 22, Abr 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Siempre he dicho que los morelenses tienen el peor tino para seleccionar a sus gobernadores. Hace muchos años viví en Cuernavaca, en tiempos en que Armando León Bejarano fue elegido como el primer mandatario local, para enseguida huir a Costa Rica, luego de haber dejado temblando las arcas del estado. Vi desfilar a una verdadera recua de pillos que no sabían gobernar, pero sí hartarse de llevarse hasta los teléfonos de sus oficinas.
No obstante y como sucede cuando creemos que ya lo vimos todo, aparece en el escenario político de ese estado un hombre que jamás acreditó el derecho a competir por la gubernatura y que de todos modos ganó, primero la presidencia municipal de la capital y después el máximo escalón: Cuauhtémoc Blanco. Un futbolista al que le han querido descubrir virtudes y sólo ha sabido mostrar vilezas.
Indiscutiblemente se trata de un extraordinario deportista en el arte de patear el balón. Pero de eso a gobernar, hay un tramo demasiado largo. Para esto se necesita una gran preparación. Por lo menos intuición para desempeñar un cargo público. Conocimientos y experiencia. De todo lo necesario carece. Por eso ha dedicado su paso por el gobierno, a jugar golf la mayor parte del tiempo, mientras su medio hermano y otros familiares, también auténticos desconocedores del tema, se encargan de los asuntos espinosos. ¡Imagínense nomás!
Desde que comenzó su gestión ha sido acusado de la comisión de diversos delitos. Sin embargo, no han prosperado porque, como todos los funcionarios delincuentes de Morena, ha encontrado bendiciones del que manda en el país, quien, por cierto, suele asumir actitudes de abogado reivindicador a favor de sus consentidos o de los miembros de Morena metidos en funciones delicadas.
Le basta decir que el acusado es inocente, para que las autoridades correspondientes tomen nota de su dictamen y actúen en consecuencia.
Por enésima vez, Cuauhtémoc Blanco fue acusado, ahora por la Fiscalía Anticorrupción de Morelos, misma que solicitó a la Cámara de Diputados el desafuero del que gobierna, por ejercicio ilícito de funciones, falsedad de documentos, fraude procesal, falsificación y enriquecimiento inexplicable. En diversas ocasiones se le ha señalado hasta de coludirse con el narco.
Se ha dicho inclusive, que su pleito con algunos criminales de Guerrero y Morelos que operan en la entidad que gobierna, se debe a su delirio por imponer al cártel de Tepito. Para esto sirve la preparación que alcanza un individuo alejado de los quehaceres políticos, que llega a ocupar cargos importantes.
En estos días se ha hablado de asuntos relacionados con tres carpetas de investigación relacionadas con denuncias en su contra, presentadas por el vicefiscal “A” Anticorrupción, Edgar Núñez Urquiza, ante el Congreso local. La de fraude procesal habla del viaje del gobernador a Brasil. Presentó un documento que no firmó, para ordenar que se autorizara al secretario general de Gobierno estatal que lo supliera.
“Respecto a la imputación por enriquecimiento ilícito, el funcionario aseguró que la indagatoria está relacionada con un desajuste entre lo que Blanco ha ganado como alcalde de Cuernavaca y después como gobernador, con el patrimonio que posee y el que presentó en sus declaraciones patrimoniales”.
Y el tercer caso, por ejercicio ilícito y falsificación de documentos, relacionado con las constancias de residencia que utilizó para competir por la Presidencia Municipal de Cuernavaca en el 2015 y para tratar de acreditar los cinco años de residencia que le exigía la ley para poder ser gobernador. Como se habló ampliamente en su momento.
Pero políticos como Blanco igual que otros señalados durante el presente sexenio, encontraron un santo al que no necesitan rezarle, para que los ayude con su frase mágica de “yo confío en él, para ser exonerados, pese a las evidencias que pesen en contra.