Ningún aliciente para la prensa
Armando Ríos Ruiz miércoles 23, Feb 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
La prensa mexicana ya puede apostar a que jamás tendrá el respaldo de las autoridades que deberían idear defensas en a su favor, para evitar que los periodistas mueran por mandato de políticos acusados en los medios, de los ilícitos que cometen en su desempeño y de la delincuencia que actúa en su contra cuando es aludida, o cuando otros le pagan para acallar las voces que publican diversas fechorías.
Desde antes de iniciar el presente sexenio, aún en campaña, el Presidente inició un pleito rabioso contra cualquiera que le hiciera preguntas incómodas. Las entrevistas terminaban en un disgusto gigantesco y las exhibiciones de intransigencia por su parte, comenzaron a menudear. Quedaba claro que dichos conflictos perdurarían, no a lo largo de la administración presente, sino de la vida misma de un mandatario intolerante cien por ciento.
Inventó su propia prensa con jóvenes que jamás han escrito una línea y que no pertenecen a empresa periodística alguna, a quienes les asignaron sueldos por hacer preguntas pre-elaboradas por el mismo vocero, que hasta hoy han mostrado un sentimiento amoroso para el que contesta, por su nulo contenido periodístico y más que nada, para exhibir respuestas lucidoras.
Las preguntas cómodas se notan inmediatamente. Los gestos del mismo mandatario delatan que le agradan. Ha destinado a veces, una hora para contestar el tema sugerido por quien formula un cuestionamiento.
Esa es para él, la prensa que vale la pena. La que no vale nada, más que para agradar a su amo y señor. La que se pone a su servicio y le aplaude hasta porque sonríe. La que publica lindezas de su actuar, aún se trate de las peores noticias que todos los días reparte, como las medidas adoptadas para acabar con el crimen, que lejos de servir, alientan a los criminales a adoptar quehaceres, también para asistir mejor al que manda en este país.
Los asesinatos en México de periodistas, que nos colocan en el primer lugar mundial de muertes, en ese rubro, han motivado que diversas asociaciones periodísticas reclamen a México, a sus autoridades encabezadas por el primer mandatario, su falta de congruencia con la profesión y que de hecho, permite que esos crímenes se extiendan a todo el territorio nacional.
En enero, cuando se habían sumado otros tres asesinatos de periodistas a la lista (en total sumaron cinco), hubo reclamos, tanto en el país, como en otros. Surgieron voces de Estados Unidos, de Inglaterra, de América Latina, etc. Para pedir un alto a esos crímenes. El Presidente se comprometió, pero de los dientes hacia afuera, a poner un remedio. A unos cuantos días, hoy ya no se acuerda o debe estar arrepentido de comprometerse a semejante tarea.
A raíz de las investigaciones publicadas por Loret de Mola, su odio a la prensa seria se recrudeció y aumentó. Continuará lanzando denuestos en contra, por todos lados. No parará un instante. Aun cuando esa actitud le ha reportado reveses sonoros y aun cuando esta tendencia se ve a la alza.
La señal de que todo seguirá igual, está en su declaración de que sus amigos le han pedido que no hable más de los medios de comunicación. “pero no lo hará porque es un asunto político peligroso”. ¿Para quién?
Señal, insisto, de que no habrá cambio de actitud. Como no lo ha habido en su proclama de que la 4T es el cambio que nadie, en más de tres años, ha visto. Durante los cuales hemos involucionado en todos los quehaceres de la gobernanza. Durante los cuales se ha acentuado una regresión que ya superábamos y que paró de tajo, para volvernos al pasado.
En la misma ocasión manifestó que los enemigos quisieran que “la gente pensara que somos iguales… Si los hijos de Andrés Manuel son iguales que los hijos de otros Presidentes, (quieren) igualarnos y no, no somos iguales, nosotros venimos de una lucha y tenemos ideales y principios”. ¿Cómo, un periodista serio sería capaz de aplaudir semejantes locuras?