Las cifras alegres
¬ Luis Ángel García miércoles 23, Feb 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
El gobierno federal presentó las cifras de incidencia delictiva y para no perder la costumbre, manejó la numeralia a su antojo. Acomodaron los datos a su conveniencia, de tal suerte que, en la versión 4T, ya se controló el problema de la inseguridad. Somos un pueblo feliz, feliz, feliz, porque descendieron casi por arte de magia los homicidios dolosos, el secuestro, la violencia intrafamiliar, los feminicidios y otros delitos.
Pero los otros datos de la terca realidad demuestran que la seguridad es la gran asignatura pendiente de esta administración. A los datos duros, comparados como debe ser, mes contra mes, año contra año, difícilmente podrá demostrarse una mejoría. La percepción de inseguridad se incrementa cuando se ven noticias de cuerpos apilados afuera del Palacio de Gobierno de Zacatecas o en las carreteras de Veracruz o cadáveres tirados en las calles de Fresnillo y Pánfilo Nateras, cuando se asesinan turistas y mafiosos extranjeros en Cancún. O los jóvenes levantados en Sonora, el encuentro casi cotidiano de fosas clandestinas, los cinco universitarios arteramente ejecutados en la capital de Zacatecas al salir de un bar. La muerte de policías estatales y municipales, las agresiones y muerte de indígenas en Chiapas.
El asesinato de periodistas y defensores de derechos humanos, el desplazamiento de comunidades enteras en Michoacán y otros estados, familias que huyen de la violencia generada por el crimen organizado, quienes despojan de sus tierras a los pobladores. Es triste el papel que realizan las fuerzas armadas en el acompañamiento, por seis horas, de los desplazados, no para garantizar la seguridad de su retorno a sus comunidades, sino para que rescaten las pocas pertenencias que les dejaron los criminales en sus destruidas o quemadas casas.
Pueblos fantasma hay en Michoacán, Zacatecas, Oaxaca y Chiapas. Esa también es inseguridad.
Así que el gobierno no debe cantar victoria ni presentar cifras alegres, porque sólo maquillan la realidad. La verdad es que, en el acumulado, en este sexenio se han asesinado a casi 110 mil mexicanos, más que en ningún otro sexenio. Hay 95 mil desapariciones forzadas -en marzo presentará su informe y recomendación el Comité de Desapariciones Forzadas de la ONU, el cual adelantó que las desapariciones no son cosa del pasado, sino una práctica vigente en la que intervienen agentes del Estado en complicidad con la delincuencia organizada-, y es la sociedad civil, como los grupos Madres Buscadoras, quienes han encontrado a sus familiares en recorridos extenuantes por desiertos, sierras y montañas, sin más herramienta que sus manos, sin el apoyo oficial ni la tecnología que poseen algunos servicios forenses en los estados.
El crimen organizado ha desbordado a las autoridades, no sólo es el narcotráfico, sino la venta de armas, la trata de personas, el secuestro, la extorsión y el cobro de piso y la consecuente ola de violencia que generan sus masacres y ajuste de cuentas. Y ahora también la violencia política, la cual provoca homicidios, desapariciones y secuestros.
Pero brillantes burócratas ya encontraron una explicación a las masacres y regadero de cadáveres: “Son actos desesperados de grupos criminales ante el combate que realizan los gobiernos para aniquilarlos”. Nada más alejado de la realidad. Ante la falta de gobernabilidad y una fallida política pública de seguridad, las bandas se disputan cruentamente territorios y mercados.
Mientras en Colombia tienen narcotraficantes de cuarta generación, que no pelean, sino comercian entre ellos y buscan nuevas oportunidades en el lavado de dinero mediante consorcios globales, nosotros todavía padecemos a delincuentes de primera generación, silvestres, violentos, incultos que se enfrentan por territorios y mercado que defienden a sangre y fuego.
Así que las cifras alegres son un espejismo y por el bien de todos los mexicanos, esperemos no se las crea el propio gobierno. Las estadísticas deben servir para diseñar estrategias de inteligencia que permitan atacar la criminalidad con la fuerza del Estado y no pensar que con las becas a los ninis se acabarán los sicarios.