El nuevo PAN
Ramón Zurita Sahagún viernes 6, May 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Durante décadas, el PAN fue un partido reservado y su manejo era discreto y discrecional, sin que la gente ajena a los mandos conociera las diferencias que siempre han existido.
Crisis ha tenido varias, muchas de ellas provocaron escisiones importantes que hoy mantienen en la oposición algunos de esos personajes marginados por sí solos o por decisiones cupulares.
Las diferencias al interior del partido provocaron que en 1976 ni siquiera presentaran candidato a la Presidencia de la República y que 12 años después se diera una gran purga de militantes de prosapia, entre ellos un ex secretario general y dos ex candidatos presidenciales.
José González Torres, Pablo Emilio Madero, Jesús González Schmall, Bernardo Bátiz, son nombres de panistas de arraigo que salieron en medio de la diatriba que generó la llegada de los llamados “Bárbaros del Norte”.
Sin embargo, esos personajes altaneros y provocadores se convirtieron en la nueva generación panista que trajo consigo empresarios y aventureros políticos que comenzaron a ganar elecciones y que inyectaban cantidades fuertes de dinero a las campañas.
La doctrina y los principios pasaron a segundo término, ya que se hizo inminente la conquista del poder, para ejercerlo como tal, sin cortapisas de ninguna clase.
Surgieron entonces aspirantes de todos tamaños y la lucha por el poder se volvió ríspida, con algo que no se veía hasta entonces, la ventilación de los asuntos de partido en tribunas públicas.
Advenedizos y aventureros, respaldados por los hombres del dinero se enfrentaron con el panismo tradicional por los espacios del partido y la llegada del partido al poder presidencial lo convirtió en un ente atractivo para jóvenes, académicos y otro tipo de personajes que vieron en ese organismo político la posibilidad de hacer carrera pública.
De esa forma, el PAN, que pareció durante décadas como un partido anquilosado se nutrió de sangre fresca y atractiva para los electores, desplazando los caducos personajes teóricos y buenos para debate.
Atrás quedó la etapa de magníficos tribunos, abogados casi todos, que ganaban los debates, pero perdían las votaciones.
Comprobaron que no era lo mismo criticar a los gobiernos opositores que ser ellos mismos gobiernos, con ejemplos sumamente nefastos de administraciones rechazadas por la ciudadanía.
Por ello, ocurrió la alternancia en algunos estados, en los que una ciudadanía harta de los gobiernos priístas optó por darle el triunfo al PAN, aunque después prefirió regresar a lo ya conocido.
Chihuahua, Nuevo León, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí y Tlaxcala, son algunos de esos ejemplos, aunque en el caso de la última entidad probó primero con PRD, eligió después al PAN, para regresar a los gobiernos de extracción priísta, sin olvidar que los tres gobernantes, el del PRD, PAN y PRD, militaron en este último partido.
Hoy, cercanos los comicios del 2012 y en los momentos de definiciones, el PAN cuenta, por vez primera, con un abanico grande prospectos para competir por la candidatura presidencial.
Los hay de todo, los de ingreso reciente, los de militancia, los arribistas y los que tienen una gran experiencia de gobierno y legislativa.
No hay entre ellos un personaje con el carisma de Vicente Fox Quesada, ni con la militancia y linaje de Felipe Calderón Hinojosa.
Hay, eso sí, una serie de tecnócratas que se combinan con los escasos prospectos políticos que pugnan por la nominación de su partido.
Según el reciente descarte realizado por la dirigencia nacional del partido que encabeza Gustavo E. Madero Muñoz, son siete los personajes que el partido considerada capacitado y con la fuerza suficiente para competir por la candidatura presidencial de su partido.
Dos congresistas, Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel Miranda, coordinadora de los diputados federales ella, ex coordinador de los senadores él.
Su coincidencia es que ninguno de los dos trae la bendición papal, aunque son los que se ubican en el mejor posicionamiento externo, pero son los de carrera más consistente dentro de la administración pública y los cargos de representación popular. Santiago perdió la elección al gobierno del Distrito federal, pero fungió como secretario de Gobernación por casi cinco años y Josefina pasó por las secretarías de Desarrollo Social y de Educación Pública.
Los cuatro secretarios son de reciente militancia dentro del partido, ya que Alonso Lujambio, secretario de Educación Pública, a pesar de pertenecer a una familia de prosapia dentro de Acción Nacional se cuidó de registrar su militancia, para poder ocupar cargos dentro de organismos como el IFAI y el IFE.
Javier Lozano, secretario del Trabajo, arrastra un pasado priísta, que es una pesada piedra que se le enreda con las complicaciones de su gestión. Su militancia no excede los cinco años y ocurrió en función de su amistad con el presidente Calderón, al haber compartido aulas.
Heriberto Félíx Guerra, secretario de Desarrollo Social, a pesar de ser yerno de “Maquío”, Manuel de Jesús Clouthier, se mantuvo al margen del Partido Acción Nacional, trabajando incluso en una administración estatal priísta (Sinaloa), hasta que se decidió postularlo al gobierno estatal, bajo esas siglas, luego compitió por el Senado de la República, perdiendo en ambas ocasiones.
Ernesto Cordero, secretario de Hacienda, tiene una militancia un poco más larga, ya que compartió aulas con el presidente Calderón, durante la maestría y compartió con él en el liderazgo del partido y otras acciones más.
Finalmente, el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, es tal vez el de mayor militancia dentro del partido y el de mayor edad y cuenta con una sólida carrera que lo ha llevado a ser alcalde, dirigente de partido y gobernador.
Al margen de éstos, que son considerados como los aspirantes oficiales del partido, se encuentra Manuel Espino, recién expulsado del partido y quien impugna la decisión y reitera sus intenciones de continuar su militancia y disputar la candidatura presidencial de ese partido.