Fracturas
Ramón Zurita Sahagún jueves 5, May 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El hartazgo de la ciudadanía, la prepotencia con que actuaron muchos de los gobernantes surgidos de sus filas y la quimera de un cambio, fueron factores determinantes para que la oposición derrotara en las urnas al partido que gobernó México por más de 80 años.
Sin embargo, un aspecto fundamental para esa debacle fueron las divisiones provocadas por un mal manejo de la sucesión, lo que derivó en rencillas internas y en la pérdida de Los Pinos.
Seis años después, la mesa estaba puesta para el regreso del PRI a Los Pinos, pero las ambiciones personales y nuevas fracturas les frenaron ese retorno, y hoy, dos sexenios después, el partido tricolor se encuentra en una nueva encrucijada.
Versiones esparcidas en lugares estratégicos hacen ver un nuevo enfrentamiento por la candidatura presidencial entre los dos principales contendientes, Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México y Manlio Fabio Beltrones, presidente del Senado de la República.
Mostrar lo contrario fue el motivo primordial de la comida celebrada el martes pasado en el principal comedero político, como una muestra de voluntad y de entendimiento entre los protagonistas de esas supuestas diferencias.
Peña Nieto y Beltrones Rivera fueron convocados por el dirigente nacional del partido, Humberto Moreira Valdés, considerado como una pieza del mexiquense y a la mesa los acompañó el pragmático Emilio Gamboa Patrón, ubicado, por ahora, como estratega de Beltrones.
El propósito se cumplió, mostrar cohesión ante los embates externos y limar asperezas, aunque en el fondo subsiste la duda de si el PRI irá con un candidato de unidad -definido con mucha antelación- o irá, de nueva cuenta, a las urnas para definirlo.
Hacerlo sería exponerse otra vez a los conflictos del pasado, donde los procesos electorales internos fueron parte esencial de las fisuras y fracturas que hundieron al partido.
Los experimentos celebrados hace 12 y seis años, de los que emergieron candidatos Francisco Labastida Ochoa y Roberto Madrazo Pintado, no son ilustrativos de la democracia que supuestamente practica el partido tricolor.
A finales de 1999, los priístas y ciudadanos que quisieran hacerlo concurrieron a las urnas para seleccionar a su candidato presidencial, de entre una baraja compuesta por el ex secretario de Gobernación, Agricultura, Energía y también ex gobernador de Sinaloa, Francisco Labastida Ochoa; el gobernador con licencia de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado; el ex secretario de Gobernación y de Educación Pública y ex gobernador de Puebla, Manuel Bartlett Díaz y el ex dirigente nacional del PRI y ex coordinador de los diputados del PRI en la LVI Legislatura, Humberto Roque Villanueva.
El modelo llamó la atención de la ciudadanía que acudió en buen número a las urnas, aunque no quedó satisfecha con el resultado, donde la maquinaria priísta avasalló a los contendientes a Labastida Ochoa, quien ya había sido ungido por el Presidente de la República en turno.
La competencia se esperaba reñida entre Labastida y Madrazo, pero no sucedió así en el terreno de los hechos, lo que decepcionó a muchos que optaron por irse por otras vías.
El resultado fue contundente, Labastida perdió por más de cinco puntos porcentuales la Presidencia de la República y su partido perdió los gobiernos del Distrito Federal, Jalisco, Guanajuato y Morelos, en una sola jornada electoral.
Seis años más tarde, el PRI se veía fortalecido, robustecido, con gran respaldo ciudadano, pero afloraron nuevamente las diferencias, el TUCOM (Todos Unidos Contra Madrazo), se formó como un frente en común compuesto varios gobernadores que querían impedir la inminente candidatura del dirigente nacional de su partido, Roberto Madrazo Pintado.
Los gobernadores de Tamaulipas, Tomás Yarrington; Nuevo León, José Natividad González Parás; Coahuila, Enrique Martínez y Martínez; Sonora, Eduardo (Robinson) Bours Castelo y Estado de México, Arturo Montiel Rojas, además del líder del Senado de la República, Enrique Jackson Ramírez, formaron el compacto grupo que se dio a la tarea de seleccionar un aspirante que compitiera contra Madrazo Pintado.
Montiel Rojas fue el beneficiado y la historia es sumamente conocida, ya que el gobernador mexiquense recibió un descontón descomunal con filtraciones de documentos sobre su escandalosa fortuna.
Con todo y ello, el PRI realizó su proceso interno, presentando un contendiente alterno en la persona de un oscuro personaje político, Everardo Moreno Cruz, quien fue apabullado en las urnas.
Sin embargo, ya los ánimos estaban exacerbados, quienes respaldaban la candidatura de Arturo Montiel se indignaron, en tanto otros personajes enfrentados con Madrazo Pintado movieron sus piezas para impedir el triunfo del tabasqueño.
El resultado es conocido, varios gobernadores del tricolor actuaron como “caballos de Troya”, otros más se cobraron agravios y el candidato tricolor fue relegado hasta el tercer lugar, con la consiguiente pérdida de las mayorías en el Senado de la República y la Cámara de Diputados, además de perder nuevamente los gobiernos del Distrito Federal, Jalisco, Guanajuato y Morelos.
Las lecciones están ahí y si las aprendieron o no los priístas se verá conforme avancen los tiempos electorales, por el momento la comida entre Peña Nieto y Beltrones Rivera pudo ser un buen avance y el entendimiento entre ambos, para formar un frente común y buscar el reingreso de su partido en Los Pinos.
MONDRAGÓN, EL SIBARITA
Ataviado con una camisa rosa que hacía juego con el sitio en que comía, el secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Manuel Mondragón, paseaba nervioso su pesada humanidad, saliendo y entrando del local zonarrosino.
Y es que mientras degustaba sus delicados platillos, una nueva marcha circulaba por Paseo de la Reforma, en detrimento de la población.
Eso sí, Mondragón se mantenía al tanto de los hechos, pero sin dejar de convivir con sus comensales y mostrando que esas son situaciones que no le preocupan ni quitan el sueño.