¿Es posible la convivencia entre judíos y palestinos?
¬ Mauro Benites G. martes 22, Jun 2021Municiones
Mauro Benites G.
Con el triunfo del primer ministro israelí, Naftali Bennett, llega la pequeña, muy pequeña pero esperanzadora posibilidad de llegar a un acuerdo de vivir en armonía entre palestinos y judíos, la cual no se logró en el periodo administrativo de Benjamin Netanyahu. Esta armonía de convivencia es posible, ya que la paz entre estos primos hermanos ha sido imposible desde la misma fundación del Estado Judío en mayo de 1948 por imposición de la Gran Bretaña, resultado del “Tratado Balfourd”.
La convivencia entre árabes y judíos puede ser posible aplicando el respeto a los derechos humanos, como lo narra nuestra amiga escritora Elena Fabian, ejemplo; dos puertos marítimos en Israel. “Hoy en día, la moderna ciudad de Tel Aviv y la antigua Yafo, están nuevamente unidas en una municipalidad. Esta última, era ya conocida en tiempos bíblicos; en el reinado de Salomón, Yafo era un puerto importante y servía de arribo para ir a Jerusalén. Bajo el dominio de Los Macabeos, una vez que los griegos fueron subyugados, se convirtió en el puerto principal del que Palestina se valía para enviar sus productos a otros países.
En la época de los romanos, una pequeña comunidad judía aún existía allí, contribuyendo al progreso de Yafo. Bajo el mando de los turcos comenzó a declinar lo que había sido puerto tan conocido, y su desdichada población incluía sólo unas cuantas familias judías. En 1840, Yafo era habitada solamente por árabes, que ascenderían a 4,000 almas, pero en ese mismo año comenzaron a regresar a ella algunos judíos. La ciudad empezó a agrandarse a finales del siglo XIX y a principios del XX, debido al impacto del sionismo, ya que el puerto servía de entrada a la inmigración judía. No obstante que grandes colonias judías fueron fundadas en sus alrededores, siempre fue una ciudad fundamentalmente árabe; sin embargo, su prosperidad se debió al rápido desarrollo de la vecina Tel Aviv.
En la guerra de independencia, Yafo era una plaza fuerte árabe y se libraron violentas batallas en la frontera entre ambas ciudades durante muchos meses. Por fin, en mayo de 1948, las fuerzas israelíes lograron entrar a las calles de Yafo y apoderarse de la población. Viven allí ahora, unos cuantos miles de cristianos y musulmanes, al igual que en muchos otros poblados de Israel, pero la mayoría de sus habitantes son judíos, muchos de ellos recién llegados al país.
En realidad, si bien están adyacentes las dos ciudades, es como si se diera un paso de un siglo a otro: Tel Aviv, con sus anchas avenidas trazadas por hileras de frondosos árboles y nuevos edificios de yeso amarillento pavoneando su modernidad, en contraste a Yafo, con sus tortuosas veredas serpenteando de acá para allá, amarillento sus mezquitas, torre turca y la piedra gris de sus casas que emite un nimbo de otros tiempos.
El puerto de Yafo, de importancia marítima a través de las distintas dominaciones, y arribo de innumerables peregrinos a Tierra Santa, es hoy, de mínima significación, ya que desde 1936, Tel Aviv tiene su propio puerto. En ese año, al iniciarse los desórdenes, cuando los árabes declararon una huelga y cerraron los muelles de Yafo, poniendo en peligro la vida económica de Tel Aviv, el concejo de esta ciudad empezó fatigosas negociaciones con las autoridades mandatarias británicas, quienes finalmente permitieron erigir un embarcadero en Tel Aviv. Desde la cima del cerro próximo, donde se yergue un monasterio franciscano, se domina una vista panorámica que abarca la vieja Yafo y su puerto, Tel Aviv extendida tierra adentro, y la costa mediterránea que ondula hasta perderse en lo infinito. Cerca de la cumbre del cerro, un precioso jardín público ha tomado el sitio de arruinadas e insalubres construcciones que albergaban toda clase de vicios. Aunque los tiempos modernos han infiltrado a Yafo, por medio de distintos proyectos cívicos, gran parte de la ciudad no ha sido tocada, para así poder retener su encanto especial. Tel Aviv y Yafo, enlazadas hoy en armoniosa unión, son evidencia viva de la afortunada mezcla del pasado y el presente”. El amable lector verá que con voluntad y respeto a los derechos humanos es posible la convivencia entre árabes y judíos, lo deseamos fervientemente.