Prolongación aberrante
Armando Ríos Ruiz lunes 19, Abr 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Nadie en su sano juicio creería lo que el Presidente dice cada vez que se genera un atropello en el Congreso, para aprobar leyes abusivas y siempre orientadas a amenazar con la pérdida de la libertad de los ciudadanos. Por regla general suele decir que él nada tuvo que ver, cuando los mexicanos saben que es quien ordena a sus lacayos cumplir al pie de la letra sus caprichos.
La semana pasada ha sido la más fructífera para el gobierno y la peor para la ciudadanía en esa materia. Mediante un albazo, los senadores montoneros aprobaron prolongar hasta 2024 el encargo del presidente de la Suprema Corte, con la introducción de un transitorio a la Ley Orgánica del Poder Judicial, que la oposición —salvo los incondicionales—, no esperaba.
Para vergüenza, esa reforma fue aprobada además, por los senadores del PRI, hoy señalado como el peor partido que se haya conocido, después de la actuación de sus miembros a lo largo de decenas de años, que coronaron el sexenio pasado con una verdadera fiesta de saqueos, de actos de corrupción encabezada por el inútil, incompetente, ignorante presidente Enrique Peña Nieto.
Hubiéramos querido escuchar la voz del Presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, con un gesto contundente de amor a México. De patriota consumado. Incapaz de cometer semejante disparate, orientado a acorralar a los mexicanos para que sólo se dediquen a ver callados cómo hace el primer mandatario lo que le venga en gana, con un acento indiscutible a su dictadura.
Hubiéramos querido escucharlo decir que él no pidió una prolongación de su mandato. Que las reformas a las leyes no son para satisfacer ambiciones de los hombres. Que se sujetaría a cumplir con su quehacer como lo hicieron los anteriores. Que lo que aprobó el Senado es anticonstitucional.
Algunas voces se alzaron para pedirle que no acepte semejante aberración, que va en detrimento de su figura como jurista y que lo coloca como el consumador de la entrega del Poder Judicial al Presidente, para que de una vez comience la construcción de la dictadura sin ningún límite.
Ha permanecido callado, en clara aceptación de quedarse a realizar los sueños de su patrón, a poco más de un mes de los comicios más importantes de la historia, en los que muchos imaginan que contribuirá a avalar cualquier fraude ya ideado por los flamantes morenistas, ávidos de satisfacer los deseos de su jefe.
Pero todo iría más allá. Luego de ganar las elecciones, vendrían las reformas a la máxima ley, para permitir el empoderamiento que ningún mandatario mexicano haya tenido jamás, pese a que se trata del Presidente más caprichoso. Más mentiroso. Más ambicioso de poder.
¿Quién puede salvar a México? Únicamente los mexicanos conscientes de lo que ocurre cada día. No los simpatizantes denominados chairos, sin la menor capacidad siquiera para enterarse del acontecer de cada día. Dispuestos inclusive a no informarse, para no tener elementos que los conduzcan a juzgar al mandatario. Eso sería un pecado.
Los que hayan adquirido conciencia de lo que ocurre en México desde 2018 y estén decididos a ir a las urnas a impedir que las cosas continúen como hasta hoy, que por gracia de una persona se dilapida el dinero de los mexicanos. Se regala a gente inútil y se despilfarra como regalo a otros países de América, que forman parte del Foro de Sao Paulo.
Los que ya estén conscientes de que, de seguir como hasta hoy, más temprano que tarde seremos limosneros. Como ocurre en Venezuela, otrora el país más rico de América Latina, cuyos habitantes han salido de su país a dar lástima. En todas partes están con sus familias abarrotando las calles y estirando la mano para que la gente los ayude con su misericordia.
El Presidente declaró que está de acuerdo con la nueva condición de la Corte. ¿Cómo no iba a estarlo? También debe brincar de gusto con el padrón telefónico. Contribuirá con lo anterior. Pero amerita otra columna.