A sacar el cobre
Armando Ríos Ruiz miércoles 7, Abr 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
En 2018, Morena puso en práctica la selección de candidatos sin importar su preparación, su experiencia, su forma de pensar. Incluyó en sus listas, inclusive a personas que tienen cuentas con la justicia y por ello habían huido del país y se encontraban en otros lugares, temerosos de que allá fueran buscados para traerlos a pagar por sus delitos.
Para el colmo del estado de Morelos, gobernado por la peor estofa de su clase política, resultó electo el futbolista Cuauhtémoc Blanco, un bravucón tepíteño que dizque gobierna desde la Ciudad de México o desde el campo de golf y que ha llenado sus oficinas con familiares, tan ignorantes como él, que cobran sueldos inmerecidos.
Esa actitud alborotó, tanto a los partidos como a miles y miles de personas que nada tienen que ver con el quehacer político. Los primeros desean ávidamente conseguir votos para evitar la cancelación de su registro y los segundos piensan que comenzarán a incursionar en una actividad que deja ganancias con sólo levantar la mano en las cámaras tan desacreditadas.
¿Qué importa México? ¡A los políticos y a un amplísimo sector de mexicanos, nada! Lo único que realmente interesa es encontrar gente que llene las cámaras por haber conseguido los votos suficientes. El sufragio de ese amplio sector es otorgado sin el mínimo razonamiento, a quienes se exhiben en pésimas películas, por el hecho de ser bien parecidos o por la fama.
Actores que en su quehacer dejaron todo qué desear, como el ex stripper Sergio Mayer, dueño de una ignorancia supina, que escribe deseo con “c”, por ejemplo y gran jardinero, por aquello de que no hace más que regarla, dejaron la actuación, en donde un gran conocedor le dijo que se dedicara a lo que fuera, menos a esa actividad, por su falta absoluta de calidad.
Hizo caso, pero para mal de México. Su incursión en la política lo transformó en diputado federal solamente para cobrar. No para aportar soluciones. Otras personas que jamás habían intentado ser por lo menos representantes de su calle, se convirtieron de la noche a la mañana, en representantes populares, en donde su quehacer consiste en levantar la mano a favor de Morena.
Pero esto ocurre mientras los verdaderos militantes, los que llevan años en espera de ser tomados en cuenta, se quedan con las ganas, porque, por el hecho de contar con alguna fama, cualquier tipo les toma la delantera.
Un caso para la contienda que se avecina y que debería avergonzar al partido que lo postula, por la ligereza a la hora de la selección, es el de Alfredo Adame, un actor de telenovelas que tampoco ha trascendido como tal. Candidato a diputado federal por el Partido Redes Sociales Progresistas. Convencido de que se convertiría en cobrador por levantamiento de mano.
De 40 millones de pesos para su campaña, se quedaría con 25, seguro de que ganaría de todas formas la elección, ya que el organismo político que lo representaría no permitiría que perdiera y a toda costa lo llevaría a la curul a obedecer a ciegas las órdenes de su coordinador.
No es el primero. Seguramente, la contienda ya está plagada de esta caterva de contendientes, no descubiertos gracias a su discreción. Ha ocurrido siempre. Hace años, cuando el PRI comenzaba a perder su hegemonía, un candidato a diputado federal de Guerrero decidió gastar parte de lo que recibió para la campaña, en el café de Sanborns de la Costera Miguel Alemán de Acapulco. Asistía diariamente, seguro de que de todas formas perdería.
El día de los resultados, un amigo fue a buscarlo y le dio la noticia: “¡ganaste!” “¡Ya eres diputado!” Respondió: “¡no vaciles güey!”. No lo creyó hasta que decidió averiguarlo por su cuenta y recibió la felicitación de los encargados del partido en esa entidad.
Un tuitero señaló: “a eso vienen los ‘artistas’ a la política, a sacar el cobre”.