INE: 30 años de credibilidad y confianza ciudadana
Jorge Luis Galicia Palacios lunes 5, Abr 2021Como veo, doy
Jorge Luis Galicia Palacios
- “Desaparecerlo” es un exceso y de alto costo para los avances democráticos
En lugar de buscar la eliminación del INE, los partidos políticos y sus dirigentes mejor deben velar por el cumplimiento con las normas que en materia electoral el árbitro de los procesos electorales procura hacer que se respeten. ¿Acaso no será mejor tener un INE más fuerte que regresar a los tiempos donde el Ejecutivo era juez y parte en las elecciones?
Lo anterior viene a colación ya que en los últimos días surgió un debate público de pros y contras contra el árbitro electoral del proceso electoral 2021, el proceso más grande que se haya presentado hasta ahora en la historia política de nuestro país, donde estarán en juego más de 21 mil cargos, entre ellos se elegirán a15 gobernadores, además de la renovación de la Cámara de Diputados federal, y elección de diputados locales, presidentes municipales, síndicos y concejales.
Resulta que a unos días del arranque formal del proceso electoral, que inició ayer, el INE, por decisión mayoritaria de sus consejeros, decidió sancionar a algunos prospectos a candidatos por el error cometido de no haber presentado sus respectivos informes de gastos realizados durante las etapas de precampaña. Esa decisión del órgano electoral fue suficiente para que algunas voces de dirigentes partidistas o desde el legislativo y los propios actores sancionados salieran con mensajes a la opinión pública de solicitar la desaparición del árbitro electoral y hasta piden enjuiciar políticamente a su presidente, solo porque desde el INE se les recordó que hay reglas y estás se deben cumplir.
La petición de “desaparecerlo”, así se ve, es como querer retrasar las manecillas del reloj en un espacio de treinta años, y pretender regresar a los tiempos donde no existía un árbitro neutral que vigilará y diera cuenta del sano desarrollo de la participación ciudadana, aquellos donde en cada elección surgía un tufo de control gubernamental a los procesos electorales.
No hay que olvidar que, en octubre de 1990, una de las principales motivaciones del surgimiento del entonces Instituto Federal Electoral, actualmente INE, fue que los ciudadanos mexicanos ya no creían en los procesos electorales que se organizaban desde la Secretaría de Gobernación, ya que parecían eventos más de control político que de representación o participación democrática, por lo que entre los principales aplausos hacia el nuevo organismo fue que el manejo del padrón electoral se alejara de las manos del gobierno y éstos se resguardaran única y exclusivamente con fines electorales y de participación ciudadana e incluso que las credenciales de elector sirvieran como documentos de identificación oficial, pero nada más.
En ese contexto, resulta por demás extraña la petición que en estos tiempos han planteado algunos dirigentes partidistas y más extraño aún que esas voces sean secundadas desde el poder legislativo, cuando lo que México necesita es garantizar el libre sufragio para fortalecer nuestro de por sí incipiente sistema democrático, donde el cumplimiento de las reglas de juego sea parte de la cultura política de los aspirantes a algún cargo de elección, eso es lo que la mayoría debe pedir y no querer cancelar aspiraciones y luchas que otras generaciones de mexicanos iniciaron y han ganado.
LAS CARTAS HABLAN.- A treinta años de distancia de la creación del organismo electoral, hoy INE, se puede decir que el balance de su trabajo en general ha sido positivo y para quienes consideran que el árbitro ha cometido errores, pues la solución es tan simple como someter al organismo a una revisión práctica y de carácter legal, para corregir posibles fallas, para fortalecerlo como vigilante, para garantizar al ciudadano su participación en las urnas, pero “desaparecerlo” nos parece un exceso y de alto costo para los avances democráticos que en los últimos años se han dado en la vida política del país.
Es cierto, durante el funcionamiento de los primeros seis años el IFE operó bajo la coordinación, como cabeza directriz, de la Secretaría de Gobernación, pero con el tiempo el organismo siguió evolucionando con resultados cada vez más eficaces, transparentes y de mayor credibilidad sin que eso quiera decir que funciona en la perfección, pero sí ha alcanzado la confianza ciudadana en la mayoría de sus actos, sobre todo porque goza de autonomía e independencia frente al poder ejecutivo y los partidos políticos, y eso es un avance.
COMO VEO DOY.- Es cierto, hay mucho por hacer, por corregir, por legislar, por ejemplo el tema de las reelecciones sin que los legisladores se separen de su cargo requiere de un debate y análisis serio, es decir falta que las leyes secundarias de las modificaciones constitucionales de 2014 en materia política se confeccionen en tiempo y forma en el legislativo.
En fin, hay que revisar posibles ambigüedades de las reglas vigentes en materia electoral, pero si un malestar tiene la ciudadanía en las cuestiones políticas es ver como a los partidos políticos casi se les tolera todo, como la falta de transparencia en sus gastos, las campañas adelantadas y la indiscriminada promoción, entonces si algún tema hay para debatir y analizar en cuestiones electorales en el legislativo, ahí tienen tela de donde cortar y no andar con ocurrencias que en nada abonan a la democracia, como eso de querer desaparecer al INE, y hasta ahí porque como veo doy.