Plebeyos y potentados
Alberto Vieyra G. lunes 1, Mar 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Ocurrieron dos encuentros políticos con mucho simbolismo para el presente y el futuro de México.
Por un lado, Joseph Biden y Justin Trudeau, los meros, meros petateros de Estados Unidos y Canadá se reunieron en una videoconferencia para pasarse el chicle. Y por el otro lado, Andrés Manuel López Obrador y el presidente argentino Alberto Fernández, éste con cubrebocas del proletariado y el mandatario azteca sin él, de manera presencial y frente a frente.
Biden, marcaría su raya con México cuando aseguró que “el mejor amigo de Estados Unidos se llama Canadá”. El simbólico mensaje de Biden fue “te lo digo Juan, para que los entienda Pedro” o “te lo dijo a ti, mi hijo, pa´que lo entiendas tú, mi nuera”.
¿En qué lugar del corazón de Biden y de los norteamericanos se encuentra México y AMLO, quien cada vez más ve para Sudamérica, Rusia y China, y no para Norteamérica? ¿Deveras, deveras Estados Unidos tiene amigos o solamente socios comerciales? ¿Pues no que México es el principal socio comercial de Estados Unidos? Bueno, era porque en 2020 China desplazó a México como principal socio comercial de Estados Unidos y sin tener tratado comercial con el imperio del norte.
Desde que AMLO asumió el poder, las cuestiones comerciales con Estados Unidos se vinieron abajo y no se diga con Canadá, toda vez que López Obrador ha emprendido una guerra sin cuartel contra las empresas petroleras y generadoras de energías limpias de ambas naciones, lo cual no gusta, pero nadita a nuestros socios comerciales del norte. Pero, además, AMLO arrastra el San Benito de haber hipotecado su corazón con la bestia trumpiana, Donald Trump, quien salió como el cohetero de mi pueblo: “Mal con todo el mundo”. México y China serían los últimos en felicitar a Biden por haber echado de la Casa Blanca a ese mal gobernante que le hizo tanto daño a Estados Unidos y al mundo.
En una frase del ilustre liberal mexicano, Sebastián Lerdo de Tejada, pero que erróneamente se atribuye a Porfirio Díaz, éste solía decir: “Pobre México, tan lejos de dios y tan cerca de Estados Unidos”. Pero el pasado 15 de febrero de 2021, AMLO modificó la frase diciendo que: “Bendito México, tan cerca de Dios y no tan lejos de Estados Unidos”.
¿Qué nos dice la frasecita de AMLO? ¿Acaso que él se sigue sintiendo Dios y que con eso basta, aunque no esté tan cerca de Estados Unidos? ¿Por qué y para qué lo digo? ¿Para picarle la cresta a los Halcones de Washington, que están que trinan por las violaciones al Tratado de Libre Comercio con la nueva ley eléctrica, con la cual AMLO monopoliza la generación de electricidad a través de la CFE y viola contratos de las empresas norteamericanas que generan energías limpias?
Ese, ese es otro asunto delicado que está en los escritorios más poderosos de Estados Unidos, pues mientras ambas naciones ratifican los acuerdos de París contra las energías cochinas que lanzan a la atmósfera partículas de dióxido de carbono, AMLO lanza una ley eléctrica para seguir generando electricidad mediante el carbón, petróleo y combustóleo.
Por ello, tiene mucha validez el consejo que el norteamericano Bill Gates ha dado a AMLO: “Tener un buen sistema educativo es mucho más importante que sacar petróleo”. Y es que la era del petróleo se está acabando y AMLO construye una refinería en la que no se sabe qué es lo que va a refinar.
Y algo todavía más grave, AMLO y sus secuaces de la transformación de cuarta, comienzan a profundizar en un discurso muy peligroso. AMLO tachó a las empresas norteamericanas que invirtieron en energías no renovables en México como “traidoras a la patria”. Ahora resulta que invertir en cualquier nación es traición a la patria.
AMLO no entiende que el capital, es el capital y que un mundo sin empresas o una nación sin ellas, es la ruina porque cundiría el hambre y la miseria. Las empresas son las que generan el empleo, no el gobierno y sin empleos, los estallidos sociales no se harían esperar.
Ah, y de pilón comienza a hablarse de “nuestra revolución”. ¿Cuál revolución, la que se busca con un Tratado de Libre Comercio con la comunista argentina de Alberto Fernández?… ¡Qué peligroso!