La Jefa
Freddy Sánchez jueves 5, Nov 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
A los operadores de las mafias criminales los debe tener sin cuidado quién sea el que se haga cargo de combatirlos desde el gobierno, siempre que puedan hallar alguna forma de continuar con sus actividades delictivas.
Aunque, lógicamente, cada cambio en los mandos de las fuerzas del orden implica un nuevo enigma para los grupos delictivos, a la espera de saber si podrán seguir echando mano de sus habituales tácticas de intimidar o de corromper a sus perseguidores.
Y por eso justamente la incorporación en el gabinete de seguridad de una dama, podría llevar a los mafiosos a cometer un error de cálculo si piensan que como quiera que sea lograrán encontrar los medios para no ver mermadas sus cosechas criminales.
Porque quienes conocen a Rosa Icela Rodríguez aseguran que no es ninguna desconocedora de las viejas mañas de las mafias delictivas y policiacas, además de tener suficiente carácter para no dejarse “asustar” por la fama de violentos y desalmados de ciertos individuos dedicados a delinquir.
Un fuerte temperamento que indiscutiblemente requiere el futuro desempeño de la nueva Secretaria de Seguridad Federal, en virtud a que el compromiso que se ha echado a cuestas de ninguna manera será “una perita en dulce”.
Más bien, a lo que tendrá que hacer frente la sucesora de Alfonso Durazo, es a una doble presión: la de las mafias del crimen organizado y lo concerniente al control de las fuerzas militares y policiacas incorporadas en la Guardia Nacional.
En cuanto a los delincuentes: huelga decir que después de varios sexenios desafiando autoridades de todos calibres, (fieros o tembeleques jefes de policía), el miedo a perder la vida en aras de mantenerse vigentes y aumentando sus actividades criminales, no los detendrá en lo más mínimo.
Porque tratándose de enfrentar a la policía o el Ejército, los que son operadores del crimen organizado, (en niveles medios o superiores), aparentemente salen cada día a matar o a que los maten sabedores de que si mueren o los encarcelan, parientes o amigos suyos pronto estarán a cargo de sustituirlos con la firme convicción de que su organización se mantenga en operación.
De ahí que algunos grupos delictivos no sólo no han desaparecido a pesar de un sinnúmero bajas entre sus dirigentes anteriores, sino que incluso se han hecho más poderosos en territorios dominados por esos otros mafiosos que no pudieron sobrevivir y se vieron obligados a sumarse a los grandes operadores del crimen organizado.
En esas condiciones pues, los cambios en el manejo de las políticas y acciones de seguridad, lógicamente representan riesgos de distinta naturaleza para la subsistencia de las mafias, en tanto no logren conseguir alguna forma de protección o tolerancia oficial para sus operaciones.
Eso no significa que invariablemente contarán con complicidades de autoridades con la responsabilidad institucional de combatirlos, puesto que en el pasado hubo y el presente hay mandos dispuestos a correr el riesgo de no convertirse en “tapaderas” del crimen organizado, pero siempre habrá los elementos que en los cuerpos de seguridad por el deseo de ganar mucho dinero o evitarse un atentado contra su vida, (o ambas cosas a la vez), terminen sirviendo a los intereses de grupos delincuenciales.
Y éste será el segundo gran reto al que tendrá que enfrentarse la nueva encargada de la seguridad federal para que entre los más de noventa mil integrantes de la Guardia Nacional, incluidos múltiples mandos medianos y altos, se respete su línea de trabajo que necesariamente deberá sustentarse en la más absoluta incorruptibilidad y de ser el caso, obviamente, ameritará una tarea de organización y supervisión sumamente eficaz en el ejercicio de sus funciones.
Mucho entonces deberá demostrar la Secretaria de Seguridad federal, Rosa Icela Rodríguez, en lo que se refiere no sólo a darle la batalla implacablemente al crimen organizado, sino que haciéndose respetar entre la tropa militar para ganarse con derecho pleno el nombre de la Jefa.