Desigualdad social
Freddy Sánchez jueves 1, Oct 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La disyuntiva de tener que ahondar la desprotección de unos, con tal de amparar al menos un poco a otros, podría ser el dilema del gobierno de Andrés Manuel para el próximo año y en lo que resta de su administración sexenal.
Porque, evidentemente, los fondos federales disponibles se han estado agotando para mantener sin demora y cada vez con mayor amplitud los programas sociales.
Al estarse agotando “el guardadito”, según lo dijera el Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, lo único que puede servir para continuar con el financiamiento de los programas sociales será el dinero oficial previsto en el presupuesto de egresos del año venidero, apoyado con el pago de los impuestos.
Es de imaginarse, naturalmente, que junto con los proyectos de realización sexenal en proceso de ejecución hasta la fecha, los apoyos a la gente, (pilares de la política social de este gobierno), seguirán siendo la más alta prioridad institucional, con la firme convicción de no detenerse en estas acciones, salvo que de plano sucediera un “bajón” mucho más grave en la economía nacional como consecuencia de las secuelas de la pandemia.
Pero, en tanto eso no ocurra, el gobierno de Andrés Manuel muy probablemente intentará por todos los medios a su alcance conseguir los soportes financieros para los programas sexenales el curso.
Y por esa causa, justamente, es que quienes hasta la fecha continúan esperando apoyos oficiales, dada su apremiante urgencia de tenerlos, posiblemente se queden esperando.
La política oficial encaminada a priorizar la atención de necesidades del setenta por ciento de la población, hace prever que el restante treinta por ciento, sólo recibirá ayuda del gobierno, si es que algo sobra en el presupuesto social destinado a dar apoyo a los que ya fueron catalogados como una prioridad oficial antes que cualquier otro sector de la población en general.
Y como lamentablemente no se ha dado una concertación entre el gobierno federal y los grandes empresarios que favorezca el auxilio emergente de carácter económico a todos y cada uno de los que lo requieran, se ve difícil que las autoridades adopten acciones diferentes de las que hasta el momento se han acordado en el ejercicio público en la Cuarta Transformación.
De modo que al no existir planes concretos para rescatar de su crisis económica a otra porción de los residentes de México, lo que podría suceder es que los que se han visto afectados porque no reciben la ayuda necesaria, padezcan mayores afectaciones en contra de sus intereses económicos.
Y es que, quiérase o no reconocerlo, el gobierno por sí sólo no cuenta con los recursos financieros que hacen falta para emprender otro tipo de acciones que logren la generación de riqueza y con ello propiciar mejores condiciones de vida entre la población en general.
Algo que, por supuesto, ameritaría que el gobierno abriera espacios para inversiones privadas en gran cantidad, inspirando confianza a los inversores y garantizando que los beneficios lleguen en forma inmediata a la clase trabajadora y la sociedad en su conjunto con aportes específicos de los hombres de negocios.
Lo que en el curso de la presente administración sexenal por una u otra causa, (falta de sensibilidad y voluntad de las partes), continúa sin lograrse como lo demuestra la parquedad empresarial para invertir y la ausencia de inducciones oficiales para que esto suceda.
De ahí que se haya optado por crear programas sociales que significan una ayuda de alto valor para los que la obtienen, aunque otra parte de la población que poco o nada recibe del gobierno sufre las consecuencias.
En resumidas cuentas entonces, lo que se da a los pobres les ayuda, (dejando de atender necesidades de otros), pero no es suficiente para abatir sustancialmente la imperante y triste desigualdad social.